Capitulo 7

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-Mi turno -dijo ella-. Y mejor que lo hagas bien o ya sabes que pasara.

Se puso a ahorcajadas en su cabeza hasta que el coño estuvo cerca de la boca de él. Lentamente le sacó la cinta adhesiva y luego presionó el clítoris en sus labios. Estaba tersa como la seda, una verdadera delicia y una maldita tentación.

Harold movió la lengua sobre el nudo hinchado. Ella lanzó la cabeza hacia atras con un gemido. La mujer deseaba un repaso y él estaba mas que dispuesto a darle uno. Cada pliegue y recoveco era para su exploración. Adoraba su sabor almizclado y la manera en que se retorcía bajo el jodido ataque de su lengua.

-¡Dios!

Le atrapó el clítoris entre los dientes y chupó con fuerza.

Un gemido gutural se desgarró de sus labios mientras caía hacia delante y lo montó hasta acabar.

-Dios, nena, déjame follarte -susurró él con voz ronca.

Esforzándose por respirar, ella se arrastró bajando por el cuerpo masculino y le liberó las piernas. Luego hacia delante para desatarle los brazos. Su pecho oscilaba ante él. Harold le atrapó el pezón entre los dientes y lo retorció.

-Ooooh...

-Sí, nena -dijo con los dientes apretados.

Todavía esposado los brazos le cayeron libres. En un movimiento él los lanzó sobre el cuerpo de ella y la empujó de espaldas.

-Vamos, fóllame -gritó ella-. Fóllame duro.

Con un fuerte empuje se asentó. Ella gritó. Él se retiró y entró de golpe una vez mas.

-Tienes un bonito y apretado coñito. Para cuando acabe contigo, estaras tan dolorida que no podras caminar.

Fue hacia ella como si no hubiera tenido sexo en años. En ciertos aspectos se sentía como si no lo hubiera tenido, al menos no esta clase de sexo. Una y otra vez golpeó su pene dentro de ella. _____ lo seguía golpe a golpe. Sintió los músculos de ella tensarse a su alrededor. Iba a correrse otra vez. Empujo fuerte, profundo haciendo rodar su hueso púbico contra él clítoris de ella.

Se arqueó contra él cuando llegaron las contracciones. Él aguardó sólo un segundo antes de disparar su carga en el interior. Empujaron una vez mas antes de derrumbarse.

Tenía que contarle la verdad. El sonido de cristal rompiéndose los separó bruscamente.

-¿Qué...

-Abre estas esposas ahora mismo -le susurró con voz ronca.

-Pero...

-¡Maldita sea! Soy un detective de la policía de L.A. Estoy buscando a un asesino. Consigue esa maldita llave.

Un rubor subiendo por el cuello la cubrió. así, ahora ella sabía que la había cagado soberanamente. Lo arreglarían mas tarde, a no ser que él errara en su suposición, Lazar estaba intentando entrar.

Con manos temblorosas le abrió las esposas. Las sirenas atravesaron la noche. Harold oyó el revuelo de la cocina.

-Estoy acabado.

Agarrando la primera cosa que encontró, Harld se puso la bata y empuñó la pistola.

-Deja entrar a la policía. Diles que salí por atras.

The Favorite of professorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora