Capítulo III

11 6 0
                                    


Lucas

—¡¿Quién diablos es esa y por qué Jacobo la estaba viendo de esa manera?! —el chillido de Adriana hace que pegue un pequeño brinco en la silla del comedor donde me encuentro sentado y parte de la comida que ya tenía en la cucharilla cae sobre el pantalón del uniforme que llevo puesto. Con una mirada de odio que no disimulo para nada, levanto la vista para ver cuál es la causa del estúpido grito de mi amiga y enseguida mi corazón se salta un latido.

Es ella.

La persona a la que estoy viendo es la misma chica que ayer tenía un cuchillo lleno de sangre en sus manos.

La chica está dejando su bandeja vacía junto a Samantha. La ex novia de Jacobo.

—¿Cómo es qué esa estúpida ya es amiga de la nueva?

Escucho qué dice Adriana histérica por la situación. Pero yo aún sigo en shock al haber visto a la pelirroja de anoche.

—¿Quién diablos es esa chica pelirroja? —escucho que dice Jacobo, quien acaba de llegar a nuestra mesa con solo la mitad de su comida.

Cuando Adriana escucha su pregunta, se tensa a mi lado. Está demás decir que está coladísima por él y obviamente su pregunta e interés por la chica la está molestando. Más de una vez he llegado a decirle que su actitud me molesta, ya que cada vez que Jacobo muestra interés en cualquier chica, ella automáticamente  toma una actitud de odio y comparación en contra de ellas.
Pero aún así creo que no puede evitarlo.

Cuando vuelvo a enfocarme en la pelirroja que está dirigiéndose a la salida, noto que puedo estar teniendo un ataque de pánico ahora mismo. Siento mis labios temblar, mi boca seca y mi corazón está demasiado acelerado.
Me levanto de mi asiento ignorando por completo la pregunta de Jacobo y la cara de disgusto de Adriana y me retiro del comedor para ir al baño, porque en serio siento como todo da vueltas a mi alrededor.

¿Qué demonios está haciendo ella aquí?

Al llegar al baño, lo primero que hago es mojar mi cara para intentar que esta sensación tan horrible se vaya de mi cuerpo, pero no funciona, por lo que me siento en el suelo, cierro mis ojos e intento controlar mi respiración. Mientras intento calmarme, tengo un presentimiento parecido al que tuve anoche..

«Voy camino a casa, acabo de dejar a las tres chicas en casa de una de las dos rubias y he arrancado lo más rápido posible.

Mis manos aún están temblando de los nervios y siento un gran nudo en mi estómago.

Al llegar lo primero que hago es dejar las llaves dónde corresponden y me dirijo a mi habitación para así intentar dormir y esperar a que llegue la hora de irme y seguir como si no acabara de ver a una chica asesinando a alguien, pero cuando entro a mi habitación ese plan se esfuma tan rápido como llegó al ver a mi padre esperándome.

—¿Se puede saber dónde estabas? —pregunta con su voz ronca, lo que me hace deducir que estaba durmiendo y seguramente se despertó a mitad de la noche y al entrar a mi habitación, notó que no estaba durmiendo como debería. Al ver que tampoco estaba el auto concluyó que me había escapado a algún lado.

—Estaba en casa de Jacobo, quisimos hacer una pequeña reunión antes de irnos mañana al internado. —le digo pausadamente. Pero al ver que empieza a hablar lo interrumpo y agrego— ¡Sus hermanos mayores estaban presentes! No sucedió nada fuera de lo común.

Recuerdo a la pelirroja y mi garganta se contrae ante la imagen de toda la sangre que había en sus manos.

Papá pone una cara de tristeza y niega con la cabeza. Como si ya estuviese más que cansado de siempre estar teniendo el mismo tipo de conversaciones conmigo.

Rojo CarmesíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora