✭ ; ; can i mess you up ?
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❝ No puedo controlar a la
bestia, ni si quiera por ti. ❞
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☽ ; ; 𝖭𝖮𝖤́ 𝖠𝖱𝖢𝖧𝖨𝖵𝖨𝖲𝖳𝖤 es un vampiro que siembra el caos por toda Francia, y posiblemente el único con poder para...
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Vanitas no deja de dedicarle miradas de soslayo a su compañero, aquel a quien le ha dado masajes en la cabeza momentos antes en el interior del tren, aquel que conoció por su pendiente, aquel que tiene una belleza dolorosa. Su cabeza da vueltas al quedarse prendado en su porte esbelto, en su gran altura y en su elegancia.
Su rostro es pura maravilla, de un tono curioso achocolatado, de prominentes pómulos, labios finos que quedan a la perfección con la forma de sus ojos, prominentes, animados y de vez en cuando, algo misteriosos. El color purpureo roba sencillamente el aliento.
La forma de su rostro es afilado, pero sin dejar de ser dulce de alguna manera. Mientras el joven no para de hablar de los hermosos detalles que tiene Aleria, el pueblo vecino, Vanitas no puede evitar fijarse en su cabello raído, de color blanco y similar a la nieve. Varios mechones caen como cascadas por su frente y resulta hipnótica la manera en la consiguen tener esa forma.
—¿Vanitas? ¿Me estáis escuchando?
El nombrado de piel lechosa dirige la mirada al alto joven que le observa con duda en sus ojos. No tarda en asentir, para descubrir a un pequeño Murr revolotear a su alrededor. Tiene la cola por todo lo alto y con el lazo morado de su pecho, camina con elegancia; como su dueño, quien posee en una de sus manos un enorme maletín de color bronce.
A diferencia de él, quien en el suyo oscuro lleva imágenes y más información de las flores que busca, no puede evitar preguntarse qué hay en el interior de la de Noé, algo curioso. No obstante, pasa de ello cuándo realmente presta atención a lo que es Aleria.
Un acogedor pueblo repleto de tiendas de cualquier tipo; comestibles, decorativas, de mudas de ropas, juguetes, y demás. Por donde caminan las callejuelas están repletas e infestadas de gente. Visten la mayor parte ropajes elegantes, de brocados de colores tirando de celestes a grises, con sombreros altos y peludos, debido a que las temperaturas aquí son mucho más bajas; a Vanitas le recuerda un poco a Lucerna.
—¡Mirad, Vanitas, parece que también están de fiesta en este lugar! —Los ojos de Noé deslumbran encandilados, emocionados y realmente encantados con toda la magia del lugar.
Pero el chico de cabello de ébano sabe que tienen el tiempo justo, por lo que detiene al chico peliblanco de acercarse a un puesto en donde una mujer ataviada con frondosas telas azuladas y con el cabello recogido en un apretado moño canta a peno pulmón, seguramente alguna canción del pueblo.