Siempre contigo.

Cap 23: condena.

Entré en el juicio, muy asustado pero decidido a cumplir con mi castigo. Una vez en la sala, todos los ángeles principales estaban presente.

Pero mis ojos sólo podían estar fijos en mi madre, que se encontraba en el centro de la sala y encadenada y... Con muy mal aspecto.

Kazuki: [furioso] ¡¿Qué le habéis hecho a mi madre?!.

Mi madre trató de alargar su mano hasta mí, pero las cadenas la retuvieron con un fuerte calambre. La jueza principal, una ángel de hermoso pelo rubio y ojos dorados con su suave vestido blanco de ceda carraspeo y me dijo con su dulce aunque dura voz...

Ángel: Es su castigo, nada más. Ha infringido las normas y cómo tal debe de denigrarse a ángel caído.

Kazuki: ¡¿Ángel caído?!

Ese era el peor castigo que le podían condenar a un ángel. Le despogaban de su pureza y sus poderes angelicos y por consiguiente, se oscurecía su alma y se convertí en un ángel caído condenado a la fosa. Un agujero negro conectado al un espacio temporal entre el infierno y el mundo angélico, allí habitaban los desterrados que contienen errores graves en el pasado, como yo.

Kazuki: ¡Mi madre no ha hecho nada malo! ¡Quién debería de convertirse en ángel caído soy yo!

Ángel: es posible, pero eres solo un polluelo. En realidad nada de aquello hubiera pasado si tú madre hubiera vuelto tan rápido como salió de la asamblea angélica con vosotros. En su lugar se escondió de tí y te dejó sólo con su protegida para ver si eras capaz de cuidarla solo. ¡Alabado sea el grande! ¡Ella lo veía todo y no movió ni una pluma! Y tú por desgracia, inocente y débil, tomaste una decisión que casi mata a esa niña. Como ángel de la guarda, tú madre ha cometido negligencias imperdonables. Dejó que te aparecieras ante la niña humana aún sabiendo que estaba prohíbido, te dejó que la llevarás volando por el cielo con peligro de que os vieran, te dejó ver cómo se te caía y se estrellaba contra el suelo. ¡Es un peligro para los ángeles que nunca se volverá a repetir!

Kazuki: ¡Pero sigue sin ser justo! Siempre hizo un trabajo perfecto con Azuka, y eso que a la vez tenía que cuidarme a mí. Por favor... Castigadla quitándole el puesto de ángel de la guarda y dejad que nos vallamos a casa y sigamos teniendo una vida tranquila en el cielo, pero no me la arrebatéis.

La ángel juez siguió mirándome con ojos fríos, era obvio que prefería mantener a salvo su mundo de luz antes que dejar que un niño vuelva a casa con su madre para empezar de cero. Sacudió la cabeza en modo de negación y dió la orden que rompería mi alma. Dos de los ángeles principales, agarraron a mi madre por cada brazo y sin miramientos ni dejarnos ni un segundo de despedida, se la llevaron muy lejos. Al lugar del que sabía que no regresaría jamás.