04| Cursos

10 1 0
                                    

Julio 2005

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Julio 2005

Su pie daba pequeños golpecitos en la acera con desesperación ya que llevaba más de una hora esperando al comandante de la Tokyo Manji. Mikey podía ser muy lindo al punto de provocarle sonrojos y suspiros o muy idiota como para sacarla de quicio y odiarlo a muerte. 

—Maldito enano de mierda —murmuró para si misma mientras buscaba en su lista de contactos, seleccionaba el nombre de aquel que siempre solía ir a su rescate y colocaba el celular en su oreja.

"Lamento no haber ido por ti a tiempo, no volverá a pasar." Recordó las palabras que Manjiro le había dicho un día antes.

—Mentiroso, pedazo de mierda —siguió murmurando con coraje hasta que la persona al otro lado de la línea respondió —¡Hola! Lamento molestarte, sabes que odio molestarte, sé qué estás muy ocupado pero es que en realidad no sabes lo mucho que odio...

Tranquila preciosa —interrumpió riendo —No tienes que divagar tanto para pedirme un favor. ¿Estás fuera del edificio?

Al escuchar aquello se tranquilizó y sonrió con satisfacción. Amaba lo bien preparado que siempre estaba.

—Si, sigo aquí.

Llego en diez minutos o menos. No te muevas.

Katsumi sabía que no importaba cuán ocupado estuviera, Rindou Haitani siempre dejaría todo y a todos para ir a su lado.

Entonces ¿Por qué a pesar de saber eso prefería a Manjiro por encima de Rindou?

Se sentía el ser humano más despreciable de todo Tokio.

Su cara escondida en la espalda de aquel rubio con mechones celestes, sus brazos envolviendo su torso y una sonrisa adornando su rostro

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Su cara escondida en la espalda de aquel rubio con mechones celestes, sus brazos envolviendo su torso y una sonrisa adornando su rostro. Rindou mentiría al decir que no adoraba ver a Katsumi tan feliz estando con él, no sabía cómo, pero desde que la conoció lo tenía hipnotizado.

—Gracias por venir —habló Katsumi tratando de acercarse un poco a su oído pues por la velocidad y el viento temía que no pudiera escucharla.

—Sabes que puedes llamarme cuando quieras —respondió Rindou concentrado en el camino —No tienes por qué depender de esos mocosos imbéciles.

GASOLINE | tokyo revengers Donde viven las historias. Descúbrelo ahora