01| Relicario

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El calor los estaba matando y desde hace unas cuadras atrás Manjiro había decidido llevar a Katsumi en su espalda, ya que, según sus propias palabras, ella era demasiado lenta y tenían que llegar rápido al taller

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El calor los estaba matando y desde hace unas cuadras atrás Manjiro había decidido llevar a Katsumi en su espalda, ya que, según sus propias palabras, ella era demasiado lenta y tenían que llegar rápido al taller. Por otro lado, Katsumi sonreía victoriosa al haber tenido éxito con su plan pues había fingido caminar lento para que Mikey la cargara. Odiaba que el rubio la apresurara a todo momento, ni siquiera en ese día tan especial podía tratarla bien. 

Al llegar al taller bajó de la espalda del niño y corrió hacia aquel pelinegro de sonrisa encantadora, con olor a tabaco y aceite de motocicleta. Cuando Katsumi estuvo frente a Shinichiro no pudo evitar hacer una mueca de asco y este, casi al instante, negó con la cabeza mientras le daba una última calada al cigarrillo para después tirarlo al suelo y pisarlo con la punta del zapato para apagarlo por completo.

—Lo siento, sé que odias el olor —dijo refiriéndose al cigarro —Pero no creí que llegarías tan rápido —se disculpó mostrando una sonrisa.

—¡Manjiro me estuvo gritando desde que salimos de mi casa! —se quejó la pequeña haciendo un puchero.

—¡También dile que tuve que cargarte porque pareces tortuga! —gritó el acusado desde la entrada del taller.

Ambos niños comenzaron a sacarse la lengua mirándose con fastidio. Shinichiro miró a su hermano menor tratando de reprenderlo pero Mikey hizo un ademán con la mano restándole importancia al asunto y se marchó.

—Es un odioso, no sé cómo pueden ser hermanos si tú eres muy lind...

Las palabras de la pequeña Katsumi se vieron interrumpidas ya que aquel pelinegro adicto al tabaco había sacado un collar de sus bolsillos y lo había colocado frente a la niña. Ella solo se limitó a mirarlo con un brillo en los ojos.

—Feliz cumpleaños, Kit-Kat.

Con una gran sonrisa tomó su obsequio y lo miró como si de una reliquia valiosa se tratara. Notó el pequeño botón que tenía en el borde y lo presionó, ocasionando que el relicario se abriera. Sus mejillas se tiñeron de un rojo intenso y estuvo a nada de llorar de la felicidad. Dentro del dije, había una foto de ella y Shinichiro sonriendo en una de las tantas ferias a las que habían ido juntos.

Hace un año, Shinichiro había buscado a sus hermanos menores para llevarlos a una feria pero Emma dijo que no quería y Mikey había salido con sus amigos. Cuando iba de regreso a su taller, se encontró a la pequeña Katsumi llorando afuera de su casa. Le preguntó por qué estaba tan triste y esta respondió que los chicos no la habían dejado acompañarlos. Apenado por el estado de la menor Shinichiro la invitó a acompañarlo y ella gustosa aceptó.
Aquel día él había ganado un peluche de un oso panda en el tiro con escopeta y se lo regaló a Katsumi, desde entonces, habían prometido ir al menos una vez al mes lo cual, con el tiempo, se convirtió en una divertida y simbólica costumbre.

—Sé mi esposo, Shinichiro —dijo la niña con inocencia tomando por sorpresa al mayor, tanto que se atragantó con su propia saliva.

—Kat, soy 10 años mayor que tú. Eso estaría muy mal —respondió dándole palmaditas en la cabeza.

La niña, hizo un puchero con molestia pero una idea se cruzó por su cabeza.

—Entonces, cuándo sea mayor volveré a preguntarte, si lo hago ¿Dirás que si?

—Yo tendré 30 y tú 20 ¿No te importará casarte con un viejo?

Shinichiro no quería romperle el corazón, quería tanto a la pequeña Katsumi que no toleraría hacerla llorar. En el fondo sabía que cuando ella creciera olvidaría por completo aquella tonta propuesta que acababa de hacerle, sabía que la niña lo decía inocentemente y que su enamoramiento por él era algo fugaz así que optó por mentirle.

—Está bien. Te esperaré. Cuando seas mayor nos casaremos.

—¿Lo prometes? ¿Con el meñique? —cuestionó la niña alzando su meñique

—Si, lo prometo —respondió el pelinegro entrelazando su meñique con Katsumi

La niña dió brincos con ilusión y después Shinichiro le ayudó a ponerse su collar. Le dió una última mirada al mayor y se fue corriendo a su casa para presumirle su regalo a su madre y hermano.

Katsumi contaba los días, ansiosa por crecer y por fin tener la edad necesaria para poder casarse con su amor platónico. Nunca pensó que meses después Shinichiro moriría rompiendo así su promesa de casarse con ella cuando fuera mayor.

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