Capitulo dos.

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-¡Tú debes ser el terapeuta físico!- Como si quisiera confirmarlo, también miré mi vestimenta. ¿Realmente no parecía uno...? Tragué saliva; este uniforme era algo viejo, el azul lucía deslavado. Me removí incómodo. ¿Acaso daba mala impresión?

Levanté la vista; el luchador con mirada oscura pareció acompañarme en mi análisis, mis manos se entrelazaron buscando confort. De repente, se alejó; fue como si hubiera decidido que no corría peligro. Detrás de él, agarró una pequeña toalla en silencio.

Volvió la mirada al hombre y luego regresó a mí, arrugando la nariz al instante. Mis manos temblaron. Parece que lo había reflexionado...

Quizás no era la persona que esperaba, pero yo lo necesitaba a él.
Era solo un trabajo que agradecía en un momento difícil. Me recordé.
Mi presencia no era bien recibida, pero necesitaba ese dinero. Necesitaba ser valiente.
Desvié la mirada hacia el suelo, avergonzado de su claro rechazo.

Era difícil de creer lo fácil que era hacerme sentir mal, degradarme. Aun fingiendo, no podía evitar sentirme vulnerable frente a él. Mis pensamientos lograban asustarme.

Podía notarlo. Él era alfa, no lo olía, pero la forma en que se movía en la habitación me lo decía. Era más que el dinero y la fuerza combinada; era él aprovechando todo a su alcance, y eso me inquietaba.

-¿Nuevo terapeuta físico?- mencionó por fin, limpiando su rostro lleno de sudor. Observé atento cómo la toalla se volvía rosada.

-¡Sí, él es tu nuevo fisioterapeuta!- Inmediatamente me sentí de nuevo en línea; con su atención en mí, hice una reverencia un tanto torpe. Trate de ocultar mis nervios ante su mirada penetrante.

-E-Es un placer conocerlo. - balbuceé, pero fui ignorado por completo.

-¿Por qué necesitamos a un nuevo doctor? - dijo al mismo tiempo Joo Jaekyoung, su ceño fruncido mostraba claramente su tensión.

-¿A dónde se fue el último? - esperé ansioso la respuesta del hombre de rojo. Su gesto de negación, acompañado de un sutil movimiento de cabeza, dejaba entrever su frustración.

-¿No lo recuerdas? ¡Dijiste que te masajeó de la manera incorrecta. ¡Noqueaste a ese tipo y lo dejaste inconsciente! - la voz del hombre de lentes resonó con evidente enojo.

-Oh, sí... - murmuró con resignación, sin darle mayor revuelo. Mi estómago se encogió como respuesta, no queriendo imaginar lo que podía enfrentar.

-¿Tienes idea de qué tan difícil ha sido encontrar a alguien para que venga hoy? - Un silencio tenso siguió a su pregunta, antes de que estallara en un grito,- ¡Tonto desagradecido! - El luchador de cabello negro solo levantó las cejas con indiferencia como si hubiera tenido suficiente de la situación, nos dio la espalda, camino hacia una puerta a la derecha, terminó por cerrar con un golpe sordo.

Unos escalofríos recorrieron mi espalda. Intenté mantener mi expresión neutral, pero era difícil ocultar mi temor.

-No sé preocupe, es por aquí, doc. - me dijo amigablemente el manager segundos después.
Su tono cálido contrastó con la tensión en el aire.

-¡S-si, sí! - respondí con nerviosismo, sintiendo el peso de la situación sobre mis hombros. Avancé con pasos vacilantes hacia la dirección que señalaba; Jaekyoung ya había entrado, y no sabía qué esperar. Cada paso parecía más pesado que el anterior, mi respiración se volvía más superficial y mi pecho se oprimía con cada latido acelerado de mi corazón. Sentí mi aliento saliendo de mi cuerpo, me faltaba el aire, como si el oxígeno se evaporara por la  ansiedad. Necesitaba espacio.

Desenlacé mis manos sudorosas y busque el asa de mi maletín, lo apreté. Anhele mi seguridad del inicio.

- Solo no hagas algo que pueda enfadarlo y estarás bien.-El manager se inclinó hacia mí, dándome ánimo antes de irse, aunque percibí su presión disimulada.

Avancé mas con el estómago contraído, como si cada músculo estuviera tenso y en alerta máxima.
Escuché un "buena suerte" detrás de mí.

Me sentí como un cordero en el matadero.

A pesar de que la oferta era bastante tentadora, su urgencia debería haber levantado sospechas, su desesperación era palpable. Mi desesp eración me había vuelto ciego y simplemente no quería ser golpeado, mucho menos por un profesional, ni por nadie en general.

Antes de entrar, para tranquilizarme, olí la manga de mi filipina azul. Olía normal.

Y entonces, en un movimiento rápido, abrí y cerré la puerta detrás de mí. Lo primero que vi fue a mi cliente a punto de quitarse la camiseta; tal vez necesitaba aliviar el calor. Aparté la vista un tanto avergonzado de a ver visto su espalda desnuda y noté una camilla azul, cuyo vinilo brillaba bajo la luz fluorescente.

-Mi ropa está mojada por el sudor.-me dijo después de desvestirse. Su voz estaba cargada de fatiga y estrés.

-Puedes hacer esto mientras estoy desnudo, ¿verdad?-me miró de reojo, aun dándome la espalda.

-¡Ah... sí!-respondí de inmediato, tratando de mantener la compostura ante su mirada penetrante.

No pude evitar verlo. Tenía un cuerpo envidiable, grande y bien trabajado. Podía notar sus años de esfuerzo con solo una mirada. Los músculos tensos bajo su piel estaban empapados con el esfuerzo del día.

La tentación del diablo: JinxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora