Capítulo 2: Mi cruda realidad

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Durante nuestra conversación de ayer por la noche acordamos que hoy sería mi último día en esta universidad, debía tramitar mi cambio y presentar un último examen de italiano, por suerte, estamos en cierre de semestre así que solo perderé unos 3 día de no hacer nada. Estudio literatura europea y tenemos derecho a estudiar varios idiomas, este año se trató de literatura italiana, así que debí de aprender italiano avanzado y hoy es mi ultima aparición frente al señor Bassi.

Al entrar al salón de clase, siento dos miradas siguiendo mi recorrido hasta que llego a mi asiento el cual está a lado de los metiches.

─ ¿Algo que decir o solo siguen admirándome? ─Lo digo sin dirigirles la mirada.

─Sabemos que te vas. ─Dice Alejandro.

─No hace falta que llores, ya tienes los ojos bastante rojos de la mierda que te metes.

─Espero que ese genio desaparezca antes de la fiesta. ─Dice Vanessa.

─Si hubiera fiesta, no estarías en la lista de invitados, preciosa.

─Oh, el mensaje de Elisa dice todo lo contrario, al parecer, somos los únicos invitados.

Me veo en la obligación de ver su celular y sí, ahí estaba el mensaje de mi madre invitándolos a comer. A mis antiguos mejores amigos, a los que me metieron la idea de acabar con mi vida.

─Nos vemos ahí, hermano. ─Terminó diciendo Alejandro.

El examen comenzó y mi mente estaba en otro lado menos en las hojas sobre mi mesa, sin embargo, el italiano no se me dificulta ni un poco así que en 5 minutos termino mi examen, lo entrego y salgo al campo, aunque lo que quería era huir de este lugar, será la ultima vez que pise este césped después de 3 años jugando cada semana, después de muchas experiencias, no puedo evitar sentir un poco de nostalgia.

Aunque la idea de que Vanessa y Alejandro vayan a mi casa me pone de un peor humor, no puedo digerir la idea de que mi familia se relacione con ellos, me parece nefasto. Antes de dirigirme a casa, decido visitar mi librería favorita a unas cuantas calles de la universidad, compro un libro porque me es inevitable estar rodeado de ellos y no llevar ninguno, al salir de la librería inmediatamente abro mi nueva adquisición, me deleito con su aroma y me pongo mis audífonos para comenzar a leer. Camino hacia la parada del bus y cuando al fin llega, me subo y el único lugar vacío era junto a una chica de mi clase de historia, muy a mi pesar, me siento a su lado.

Al sentarme me llega el aroma de su loción, es vainilla, sus ojos negros se encuentran con mis ojos color café, siento que puede conocer todo de mí, que me lee la mente y a la vez, el alma. Gira su cabeza hacia la ventana lanzando su pelo negro hacía mí, siento que su cabellera ha estado entre mis manos y su olor tan característico lo he tenido aún más cerca anteriormente. Me da curiosidad, pero quiero ignorarlo, así que decido continuar leyendo, hasta que ella toca mi hombro, me quito los audífonos y giro mi cabeza para verla.

─Chris. ─Dice casi en un susurro.

─Dime... ─No logro recordar su nombre.

─Natalia. ─Me dice amablemente y extiende su mano hacía mí, al tocar su piel, sentí que ya lo había hecho antes.

─Claro, lo siento, mi mente ha estado en muchas partes últimamente.

─No te preocupes, solo quería decirte que te creo, te creo porque yo estuve ahí.

Me quedo sin palabras porque no sé de qué me está hablando, dudo mucho que se refiera a lo que pienso, la habría recordado. No digo nada y ella habla de nuevo, pero está vez porque debe bajar.

─Suerte Chris, cuando estés listo llámame, yo lo estaré también.

Sin más, abre paso con sus piernas, avanza por el pasillo del bus y baja sonriéndole al conductor.

Yo sigo dándole vueltas a la cabeza, al fin me toca bajar y no quiero imaginar lo larga que será mi tarde con esas dos personas dentro de mi casa como si nada hubiera pasado.

Cuando llego había una figura masculina en la sala, musculoso, con uno de sus brazos completamente tatuado, pelo negro y corto; cuando se da cuenta de mi presencia levanta la mirada de su celular y sake la característica sonrisa de Alejandro, el que conquista a todos con ella, pero yo terminé odiándola.

─Hola señor independiente. ─Se acerca para abrazarme.

─Si te atreves a tocarme un pelo, te mueres. ─Le digo.

A pesar de que Alejandro tiene un gran físico, yo sé sus puntos débiles, al final de todo, era algo más que mi mejor amigo.

─Tranquilo, ya no nos gustas tanto. ─Lo dijo como si necesitara escupirlo y yo solo siento ganas de vomitar.

Lo ignoro y voy a la cocina en busca de mis madres, encuentro a tres mujeres y quien lleva mi atención tiene el pelo negro con dos mechones rojos.

─ ¡Cariño! Te estábamos esperando, quisimos invitar a tus amigos para una pequeña comida de despedida, con eso de que ya hoy fue tu ultimo día en la universidad de Jacksonville, queríamos que fuera especial. ─Elisa está emocionada y no pienso discutirle nada.

─Gracias mamá, no era necesario. Solo son unos kilómetros.

En un abrir y cerrar de ojos un par de brazos está rodeando mi cuello en formar de abrazo. Vanessa está invadiendo mi espacio personal de nuevo, me plata un beso en la comisura de mi labio ¿cómo se atreve? Yo solo clavo mis dedos en su cadera tratando de apartarla, sin embargo, se acerca a mi oído y suelta un ligero gemido, lo que me hace apartarme por completo. Está loca y obsesionada. Aferrada al pasado.

─Vanessa está divina ¿no crees Chris? ─Comenta Marcela mientras sirve el refresco, yo sé que lo hace en doble sentido, pero prefiero ignorarla.

─Es perfecta, yo puedo confirmarlo. ─Interrumpe Alejandro mientras la besa. Ridículo.

─No sabía que salían, se ven muy tiernos. ─Marcela suena incomoda.

─Amor, creo que es momento de pasar a la mesa, todo está listo. ─La salva Elisa a lo que Marcela agradece con una sonrisa.

En el centro de la mesa se encuentra un gran recipiente con lasaña blanca y otro con ensalada dulce, mi comida favorita.

Nos sentamos y lamentablemente los mortifagos logran ponerme entre ambos, en estos momentos quiero desaparecer, que mi vida se acorte y el destino me facilitara todo.

─Queremos brindar por los nuevos comienzos y aunque sentimos que se nos va la vida, estamos felices por apoyarte en lo que quieras lograr. ─La voz de Elisa interrumpe mis pensamientos.

─Te vamos a extrañar Cachorro. ─La voz de Marcela se quiebra.

─Si, te vamos a extrañar. ─Dicen Alejandro y Vanessa al unísono mientras aprietan mi entrepierna, como si estuviera planeado.

─Yo también las extrañaré mamás. ─Digo mientras me levanto. ─Otras personas no tienen la dicha de que sienta siquiera la más mínima gota de empatía por ellos, si ustedes dos. ─Me giro hacia los imbéciles. ─Al terminar de comer, les pido que se larguen y jamás vuelvan a esta casa.

Se los digo con voz firme y sus sonrisas se borraron al instante, sé que mi mirada los intimida, siempre ha sido así, por esto, no dejo de mirarlos.

─Christian, no seas así con tus amigos. ─Dice Elisa con voz autoritaria.

─Mamá, ya no tengo 15 años, a mis 21 sé perfectamente quiénes son mis amigos y quiénes no, los amigos no... ─Hago una pausa porque aún no están listas para saber lo que pasó, no lo estarán mientras yo siga con vida.

─ ¿No qué?

─Nada, esto es una mierda, ellos lo son.

─Ya basta Christian Holland, suficiente. ─Grita Marcela mientras da un fuerte golpe en la mesa.

─Me largo, disfruten la comida. 

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Hola hola, espero les esté gustando, les prometo que pronto entenderán el contexto de lo que pasa con Alejandro y Vanessa.

¿Qué opinan de todo?

Recuerden que amo que comenten lo que van sintiendo y pues, ahora sí, bienvenidxs a este libro que me ilusiona demasiado, se les quiso 🫶🏻

Un Último RespiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora