Capítulo 3

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La mañana se ha pasado rápido, no he visto más sonrisas falsas en mi vida que las que he visto hoy, mi madre esta asfixiando a Raúl, aunque me da igual decircelo a ella, apreció mucho a Raúl y preferiría que no se metiera con la loca que tengo por madre.

Creo que mi madre nunca se dará cuenta de que no logrará estar nunca con Raúl, sigue aferrada a esa pequeña esperanza de que al estar Andrés y yo juntos, Raúl se fijará en ella, pero en los 11 años que han pasado, el tiempo le ha demostrado todo lo contrario, aunque ella no quiere entender, el sólo quiere ser su amigo. Raúl no es un mal partido, aparte de su dinero, es una gran persona, amable, considerado, generoso, es como un padre para mi, físicamente tampoco esta nada mal, tiene el pelo café claro, sus ojos verdes y una sonrisa especial, complementado por una gran altura y unos oyuelos al sonreír, no es gordo ni flaco, pero... El mal partido es mi madre, es una persona tacaña, con avaricia, cruel, clasista, no es fea, tiene pelo negro largo, su piel es blanca, con un rubor natural y ojos verdes, es alta y tiene lindo cuerpo, pero su personalidad aplaca todo, no es capaz de amar a nadie más que al dinero y a ella misma. Por otro lado Andrés es incluso más lindo que su padre, su cabello café oscuro, junto su pelo que tiene un peinado único, su altura también le ayuda, mide como mínimo 1 metro con setenta y seis centímetros, sus ojos color caramelo y su cálida sonrisa, esa cuerpeado y muy amable, muchas chicas han estado tras de el y el no se ha quedado corto pero hace 4 meses decidió dar un paso y tener una relación sería conmigo, la más bonita que he tenido... Por mi parte, yo no me consideró la más guapa, pero tampoco soy fea, tengo el pelo largó, con ondas y negro como la noche, mis ojos son color caramelo, fui buen dotada con unas cejas y unas largas pestañas y una boca con forma de corazón, no soy gorda, tampoco flaca, tengo lindo cuerpo, y mi altura es normal.

Mi madre ya se había tardado en molestar, me dice mi mente, cuando escucho que llama a mi puerta, cuando la abro entra a toda velocidad. -¿Qué es lo que te pasa? ¿Cómo es que molestas a Raúl, con esos absurdos sueños de niña fracasada? Me dice Marta con el ceño fruncido y una mirada que me debería intimidar, si no es porque la he visto todos los días y me he acostumbrado.

- Yo sólo he respondido a su pregunta, y me ha decidido ayudarme, además no le veo el problema, más bien creo que tu eres la que le ve el problema, porque es la envidia, de que se ha ofrecido a ayudarme y me ha defendido de tus risas sin sentido. La envidia de que ha sido más sincero que en todos estos años que has estado tirándole los tejos- al terminar de decir eso Marta me pega una cachetada, y seguido de esto abre mi cajón de la mesita de noche y de, escritorio de mi cuarto, donde están la mayoría de mis escritos, y dice:

- Ahorremole el tiempo de leer esta basura, le haré el favor de que no tenga que presenciar esta basura que escribe mi hija, la asquerosa hija que engendre, que fue un error, y sólo ha traído desdichas a mi vida, pero- dice y una sonrisa de maldad aparece- ya no pasará más, ahora me ella misma será la que devolverá toda la felicidad que me robó desde hace 13 años, ya que tu junto a tu noviecito serán los que harán que este cerca a Raúl, pero no era necesario hacer el show de que quieres ser escritora- se mofa y me mira con una mirada que aunque no debería empieza a asustarme.

Paso por alto el hecho de haber dicho que tenía 13 años, aunque ya me lo esperaba, no le importó, no puedo esperar si quiera que sepa mi edad, además en este momento no tiene importancia, mi mente entra en shock al ver que los escritos están en el fuego que ni madre encendió.

La carcel de los sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora