Ese mismo día, Harry pasó una vez más por enfrente de casa.
Mamá me agarró del brazo y me llevó a fuera en cuanto le dije que se quedó parado en la esquina de mi casa con unos amigos que se cruzó.
Yo estaba en ojotas y medias.
Ella dijo:
—Vamos a ver para que lugar va. Así sabemos dónde vive —dice emocionada.
—¡Mamá! —reí — ¿Para qué quiero saber dónde vive? Nunca iré.
Cuando llegamos a la calle, el montón de amigos de Harry siguió caminando a lado contrario de el chico de rulos, me miraban mucho. Y me incomodó, así que me escondía detrás de mamá.
En medio de la calle y en medias y ojotas. Sólo por ver caminar a Harry.
—Hidden, ponete en medio, así te ve. —Ríe ella.
—¡Mamá!
—Hay que ser un poco caraduras, hija.
Harry volteó y aunque hiba lejos, pude adivinar que reía.
Nos quedamos con mamá ahí en medio. El volteaba de a ratitos, mientras caminaba lento.
Cuando desapareció, nos volvimos a adentrar a casa.
《¿Cómo puedo hacer? Quiero hablarle. Quiero al menos, saludarlo. Y eso de ser caraduras no me sale》pensé.