El tiempo había pasado bastante rápido desde aquel acontecimiento, incluso debido a la emoción había corrido a contarle a Izuku que había encontrado al niño con quien soñaba cuando era un niño.
Este había quedado más que confundido, pero no había dicho nada para irritar a Kacchan, incluso había intentado buscar a alguien con el nombre de Eiji en varias redes sociales, aunque no tuvo éxito.
El rubio a veces se preguntaba si el pelinegro estaría igual que él, buscándolo a diestra y siniestra. A veces deseaba que así fuera.
Este incluso se había estado comportando un poco mejor para darle una buena impresión a aquel niño de sonrisa de tiburón.
Sin embargo, el tiempo pasaba y se estaba empezando a rendir. Pasaba tardes enteras buscando información acerca de aquel chico sin éxito alguno.
Pasaba tardes enteras hablándole de aquel chico a sus padres, quienes ya cansados de la historia se limitaban a reír. Era como tener a su pequeño niño de 6 años de nuevo. Hablándoles una y otra vez de su amigo con dientes de tiburón.
Su madre aún estaba incrédula pero su padre sabía que Katsuki no mentía. Sus ojos llenos de emoción volvían a parecer los de un pequeño crío cada vez que hablaba del de pelo negro.
Al parecer ahora lo único que quería el rubio aparte de ser el héroe número 1 era encontrar a aquel chico. Podían llamarle de cualquier manera, loco, demente, raro, de cualquier forma pero poco le importaba.
Así llegó el día en el que Katsuki ingresó a la UA, a aquella institución tan soñada a la que siempre había querido ingresar.
Había pasado como primero en la prueba de ingreso y estaba más que orgulloso de su propio entrenamiento.
Sin embargo, aún seguía pensando en el chico pelinegro. Pensaba que ahora que era mayor sería más fácil encontrarlo sin embargo no era así de simple. Pero qué más daba, tenía que concentrarse en sus estudios.
Soltó un suspiro antes de ver una cabellera roja pasar por la puerta. Era alto, tenía una tez algo morena, y esos dientes raros... pero sus ojos... sus ojos rojos tenían ese brillo que... Era difícil de explicar pero había algo que le decía que era él.
Sus miradas conectaron en segundos, se quedaron mirando fijamente por unos cuantos segundos antes de ser interrumpidos por el chico de pelo verde que había notado ya aquellas similitudes.
— Kacchan... Ese no es... — Dijo antes de ser interrumpido por la voz del rubio.
— ¿niño tiburón...? — Dijo el rubio antes de sentir como se le lanzaba encima aquel pelirrojo.
— ¡Niño sol! ¡Te busqué por todos lados Suki! — Dijo el chico pelirrojo al borde del llanto mientras lo abrazaba.
Por fin estaban juntos, y como si fuera algo de magia, aquella canción empezaba a sonar de fondo. Tal vez solo en sus cabezas, tal vez en la realidad. No lo sabían, pero les importaba poco aquello. Como si volvieran a ser pequeños niños empezaron a abrazarse como en esos tiempos.
Al parecer ni el ruido de las campanas ni nada podía hacerlos regresar a la realidad.
— ¿Pero por qué lloras? ¿Tan feo soy?... Ya te lo dije una vez... Te ves feo llorando. — Dijo el rubio limpiando las lágrimas del pelirrojo mientras este lo abrazaba.
— ¡No eres feo! ¡Eres tal y como te recuerdo Suki! — Dijo el pelirrojo abrazando a aquel rubio mientras los demás en el salón solo contemplaban la escena.
— Tu pelo ahora es raro... Pero aún así, reconocería tus ojos incluso en otra vida. — Dijo un rubio antes de dejar caer su cabeza en el hombro de aquel chico.
Aquellos niños, que ahora eran adolescentes se abrazaban al borde de las lágrimas mientras se miraban a los ojos.
El poder reconocer al otro con tan solo mirarse a los ojos sin importar cualquier otro cambio físico era realmente la prueba final que les había puesto el destino.
Eran ellos, eran aquellos niños parados en ese campo lleno de mariposas donde sonaba aquella melodía preciosa.
Eran aquellos niños que hablaban durante horas en ese lugar precioso acerca de cualquier cosa, o perseguían mariposas para luego liberarlas cerca del otro.
El amor puede expresarse de distintas maneras. Sin embargo, no había que ser el más perspicaz para saber que lo que ellos tenían era amor puro. Un amor que había permanecido en el tiempo. Un amor aprueba de todo.
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Sueños - Kiribaku
FanficUn pequeño niño rubio, de ojos rojos a la edad de 6 años sueña con aquel niño pelinegro de sonrisa hermosa y esa cicatriz curiosa en su ojo derecho. Portada no es mía Kiribaku content Personalidades inexactas (no tanto)