Capítulo 2
En las profundidades del castillo, donde los susurros de los perdidos se mezclaban con el eco de las cadenas, Eliora fue llevada a una celda. La oscuridad era casi palpable, pero su luz interior no se desvanecía. "Dios no me ha dado espíritu de cobardía si no de poder, de amor y dominio propio", se repetía, aferrándose a las palabras que habían sido su consuelo y su escudo.
El segundo endemoniado era un gigante entre los hombres, su presencia tan imponente como la de un antiguo guerrero de leyendas.
La celda era un lugar de sombras y susurros, donde la esperanza parecía un visitante lejano. Eliora, sin embargo, llevaba la esperanza en su corazón, una llama que no podía ser sofocada por la oscuridad. Frente a ella, el endemoniado se erguía, una montaña de músculos y malicia, su mirada era una mezcla de desafío y curiosidad.
"¿Viniste aquí a morir?", preguntó con una voz que parecía capaz de desmoronar los mismos muros que los rodeaban.
Eliora sonrió, no por desafío, sino por la paz que solo la fé verdadera puede otorgar. "¿Acaso no sabes quién me respalda?", replicó, su voz tan firme como la roca sobre la que se construyó la iglesia de su pueblo.
"¿Quién?", inquirió el hombre, su risa un trueno en la quietud de la celda.
"Jehová Dios Todopoderoso", dijo Eliora, y su declaración resonó en el espacio confinado, un desafío al mismo infierno.
El endemoniado movido por un impulso primordial, intentó alcanzarla, sus manos grandes como garfios buscando cerrarse sobre ella. Pero una fuerza invisible lo detuvo, una barrera de luz que no podía ver pero que sentía tan real como las cadenas que alguna vez lo habían retenido. Su risa se convirtió en una mueca de frustración.
"¿Quién es ese Dios?", escupió aquel hombre, su voz ahora teñida de incertidumbre.
Eliora no se inmutó. "Es el Creador del cielo y la tierra, aquel que ve más allá de la oscuridad y la luz", respondió. "Y es en su nombre que te enfrento".
El demonio dentro del hombre se agitó, atemorizado por primera vez en siglos. Nunca había considerado que llegaría alguien capaz de desafiar su dominio, de arrebatarle el refugio que había encontrado en ese cuerpo humano.
"¡Te ordeno que me digas tu nombre!", exigió Eliora, y su mandato era una orden del cielo mismo.
"Baalberith", confesó el demonio, y al hacerlo, sintió su poder disminuir, como si el mero acto de revelar su nombre le hubiera arrebatado parte de su esencia.
"Baalberith", te ordeno que salgas de este cuerpo ahora en el nombre de Jesús", clamó Eliora, y su oración era un canto de guerra, una melodía de redención y poder.
El hombre comenzó a gritar, su voz desgarradora llenando la celda, resonando en los pasillos, llegando a los oídos de los guardias que no se atrevían a acercarse.
Su voz un coro de agonía y furia. Intentó nuevamente alcanzar a Eliora, pero la fuerza que la protegía era inquebrantable. Balberith estaba atemorizado, su miedo tan palpable como la oscuridad que lo había consumido durante tanto tiempo.
Eliora continuaba orando y reprendiendo, con la confianza puesta en Jehová.
la batalla espiritual fue intensa y breve. Balberith luchó, pero la luz de Eliora era inextinguible. Con cada palabra de reprimenda, el demonio perdía su agarre, hasta que finalmente, el hombre cayó al suelo, libre de la presencia que lo había atormentado.
Los guardias, que solo habían oído los gritos y la lucha, se asomaron con cautela, esperando encontrar la muerte, pero en su lugar, vieron la victoria. Eliora ayudó al hombre a levantarse, sus palabras de reconciliación un bálsamo para su alma herida.
"Cristo te ama, hombre", le dijo, y en su voz, había una promesa de un nuevo comienzo.
Eliora salió de la celda, no como una prisionera, sino como una liberadora, una mensajera de la luz en un mundo consumido por las sombras. Y mientras esperaba la siguiente prueba, sabía que cada victoria era un testimonio del poder de Dios, un recordatorio de que no había nadie más grande, ni en el cielo ni en la tierra.
La historia de Eliora continúa, cada capítulo un testimonio de su inquebrantable fé.
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"La Espada de la Fe: La Leyenda de Eliora"
Ficción históricaEn un mundo donde la oscuridad se cierne sobre la humanidad, una mujer de fe inquebrantable es llamada por Dios para enfrentar el mal en su forma más pura. Eliora, bendecida con el don divino de expulsar demonios, es secuestrada y llevada a un lugar...