Capitulo 1

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Max no estaba de humor para asistir a clases. Se sentía cansado y deseaba con ansias que el fin de semana llegara de una vez, pero aún quedaban tres largos días por delante. La monotonía de los comienzos del curso le parecía insoportable, especialmente porque varios profesores, incluido su tutor y el de Biología, aún no habían llegado. La constante presencia de profesores de guardia para cubrir esas ausencias hacía que las jornadas se sintieran interminables y tediosas para Max.

Sentado en su pupitre, Max miraba el reloj con frecuencia, esperando que el tiempo pasara más rápido. Las horas se alargaban en un salón lleno de estudiantes que, como él, parecían estar atrapados en una rutina sin fin. La falta de clases regulares y la incertidumbre sobre cuándo se normalizaría el horario académico solo aumentaban su frustración. Max intentaba distraerse dibujando en su cuaderno o mirando por la ventana, pero nada parecía aliviar su aburrimiento.

A medida que los días pasaban lentamente, Max se aferraba a la esperanza de que el fin de semana llegaría pronto, trayendo consigo la libertad y el descanso que tanto anhelaba. Soñaba con dormir hasta tarde, salir con sus amigos y olvidar por un par de días la monotonía de la escuela. Pero hasta entonces, solo podía resignarse a soportar la rutina y esperar pacientemente a que los días de guardia se convirtieran en un recuerdo lejano.

Cuando el timbre para la siguiente clase sonó, Max miró su horario y vio que ahora tocaba matemáticas, una asignatura que odiaba con todo su ser. Sin embargo, se consoló un poco al recordar que el profesor era agradable y caía bien a los estudiantes. Max se quedó en su sitio, sintiendo cómo algunas chicas lo observaban por ser tan encantador, pero él no estaba de humor para levantarse y coquetear. Su mente estaba en otra parte, anhelando la llegada del fin de semana y el descanso que este traería.

Mientras permanecía sentado, con la mirada perdida y tratando de mentalizarse para la clase de matemáticas, su atención se dirigió hacia la puerta del aula. Allí, con una sonrisa radiante, estaba su mejor amigo Charles. La presencia de Charles siempre lograba animar a Max, aunque solo fuera un poco. Charles, con su actitud positiva y su capacidad para hacer reír a todos, era justo lo que Max necesitaba para sobrellevar el día.

Charles se acercó con pasos seguros y una sonrisa que iluminaba el ambiente. Max no pudo evitar devolverle la sonrisa, aunque fuera una versión más cansada y menos entusiasta de la suya. La llegada de Charles le dio a Max un pequeño respiro de su mal humor. Con su mejor amigo a su lado, tal vez la clase de matemáticas no sería tan terrible después de todo.

—¿Llegas a la penúltima hora? ¿Para qué?—. Preguntó el holandés.

—Obviamente no faltaría las clases con el señor Sainz , ¿has visto lo guapo que es? Esos brazos, por dios, solo quiero estar entre esos brazos mientras me rodean la cadera.

Charles comenzó a hablar animadamente de cómo le encantaba el profesor de matemáticas, Carlos Sainz. Charles, que era abiertamente gay, no ocultaba su admiración por el atractivo y carismático profesor. Aunque las chicas también suspiraban por Charles, sabían que el monegasco era gay. Sin embargo, lo que no sabían era que Charles estaba enamorado del profesor de matemáticas.

Max, sentado a su lado, se limitó a escuchar a su mejor amigo hablar sin parar sobre el señor Sainz. Charles describía con entusiasmo cada detalle, desde su manera de explicar las ecuaciones hasta su sonrisa encantadora. Max rodó los ojos sarcásticamente, acostumbrado a las interminables conversaciones sobre el profesor. Sin embargo, no pudo evitar soltar una risa, disfrutando de la energía y la pasión con la que Charles hablaba.

La presencia de Charles y sus animadas charlas sobre el profesor de matemáticas ayudaron a Max a olvidarse momentáneamente de su mal humor y su cansancio. Aunque las matemáticas no eran su asignatura favorita, el entusiasmo de Charles por el profesor Sainz hacía que la clase fuera un poco más llevadera. Max se recostó en su asiento, dispuesto a soportar la clase de matemáticas con la compañía de su mejor amigo.

Carlos entró en la clase, saludando a los alumnos con una sonrisa que iluminó el aula. Con su tono amable, les indicó a todos que sacaran sus libros de matemáticas. Max y Charles siguieron las instrucciones junto con los demás, sacando sus libros y preparándose para la lección.

Mientras Carlos comenzaba a explicar el tema del día, Max notó que Charles estaba más enfocado en el profesor que en la materia. Los ojos del monegasco seguían cada movimiento de Carlos, y una sonrisa soñadora se dibujaba en su rostro. Max, observando la escena, no pudo evitar soltar una risa. Le divertía ver cómo su mejor amigo no disimulaba su admiración.

A medida que la clase avanzaba, Charles continuaba perdiéndose en sus pensamientos sobre el profesor, mientras Max intentaba concentrarse en las ecuaciones que Carlos escribía en la pizarra. La devoción de Charles por el profesor de matemáticas era evidente, y aunque Max no compartía ese entusiasmo, encontraba la situación entretenida. El ambiente relajado y la presencia de su mejor amigo hicieron que la clase fuera más amena, a pesar de su aversión por las matemáticas.

La clase terminó y Charles salió más enamorado que nunca del profesor español. Max y Charles se dirigieron hacia sus casilleros, conversando casualmente sobre la lección y otras trivialidades del día.

Charles no paraba de hablar sobre cómo Carlos Sainz hacía que las matemáticas parecieran más interesantes. Max, aunque divertido por la situación, trataba de seguirle el juego a su amigo mientras organizaba sus libros y materiales en su casillero.

—¿No crees que tiene una manera especial de explicar las cosas? —dijo Charles, con un brillo en los ojos.

—Sí, claro, especial... —respondió Max, rodando los ojos con una sonrisa burlona—. Especialmente porque es él quien lo dice.

Ambos rieron mientras terminaban de acomodar sus cosas. La conversación continuó mientras se preparaban para la siguiente clase, con Charles soñando despierto y Max disfrutando de la compañía de su mejor amigo.

—No lo niegues Max, tu también eres gay como yo.

Al escuchar las palabras de Charles, Max se quejó. Otra vez su mejor amigo le había dicho que Max era gay y que no lo quería admitir.

—¡Otra vez con lo mismo, Charles! —protestó Max, cerrando su casillero con un golpe suave—. ¿Por qué siempre insistes en eso?

Charles se encogió de hombros, con una sonrisa juguetona en su rostro.

—Porque es verdad, Max. Ya es hora de que lo admitas.

Max rodó los ojos, exasperado. No era la primera vez que tenían esta conversación, y aunque apreciaba la preocupación de su amigo, no podía evitar sentirse molesto.

—Mira, Charles, lo he dicho antes y lo diré de nuevo: no soy gay. Solo porque no esté interesado en las chicas que me rodean no significa que lo sea.

Charles suspiró, dándole una mirada comprensiva.

—Max, no estoy tratando de presionarte. Solo quiero que sepas que está bien ser quien eres, sin importar qué. Y estaré aquí para ti, pase lo que pase.

Max se quedó en silencio por un momento, considerando las palabras de su amigo. Aunque no estaba listo para admitir nada, agradecía el apoyo incondicional de Charles.

—Lo sé, Charles. Gracias por preocuparte, pero en serio, no hay nada que admitir.

Charles asintió, comprendiendo que este era un tema delicado para su amigo.

—Está bien, Max. Solo recuerda que siempre puedes hablar conmigo.

Con una sonrisa, Max asintió. Aunque no estaba de acuerdo con Charles, valoraba tener a alguien que se preocupaba tanto por él. Juntos, se dirigieron a su próxima clase, dejando el tema a un lado por el momento.








Holiss, volví con una nueva historia de mis papis JAJSJS💗

No prometo actualizar todos los dias porque ando con exámenes pero si intentaré actualizar. Os amo mucho 💗💗

Mr. Heterosexual [Chestappen] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora