Interrupción

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Interrupción

La película que Deathmask había escogido no era precisamente su género favorito, pero dado que la semana pasada habían visto una de su interés sin recibir quejas o reclamos, le tocaba morderse la lengua y aguantar, aunque se aburría enormemente. Aioria miró a Deathmask que en ese momento lo abrazaba con aire distraído. Era lo único bueno de todo aquello, el poder acurrucarse en los brazos de su pareja sin recibir sus típicos gruñidos y negaciones ya que estaba concentrado en la pantalla del televisor. Comenzó a jugar con sus manos, entrelazando sus dedos y acariciarle el dorso. Recibiendo una ligera mirada de reojo como respuesta.

Sonrió victorioso al ver que no había replica a sus avances, puso su cabeza en el hombro, lo rodeó con su brazo libre metió su mano por el cuello de la camisa de Deathmask acariciando con su dedo índice su pecho. De nuevo solo recibió una molesta mirada de reojo, pero ahora si podía concentrarse en la película o eso pensó hasta que de reojo notó el pulso en su cuello y no pudo evitar llevar su nariz a él y besarle el hombro. Deathmask se revolvió un tanto incómodo, pero no dijo nada ni lo apartó, se aclaró un poco la garganta y volvió su vista a la pantalla.

—Si no querías ver la película solo tenías que decirlo —dijo ahogando un gemido cuando la lengua de Aioria entró en escena.

—Es que no quería que me echaras y poder pasar la tarde contigo —se separó de él e hizo un suave puchero. Deathmask alzó una ceja.

—No hubiera echo eso —se defendió sabiendo que Aioria tenía razón.

—Era mejor no arriesgarse —se encogió de hombros.

Deathmask apagó el televisor y se giró hacia él.

—Pues ya no tienes que preocuparte por eso, porque lo último que quiero es que te vayas. 

Lo besó con pasión dispuesto a continuar lo que Aioria había comenzado. Lo recostó sobre el sofá metiendo sus manos por debajo de su camisa para levantarla y retirarla. Cuando la prenda estuvo fuera de su camino volvió a apoderarse de sus labios. Sus manos iban directas a desabrochar sus pantalones cuando el molesto tono de llamada de su celular lo interrumpió. Lanzó una maldición y se levantó para cortar la llamada, lo puso en modo no molestar y volvió a los labios de Aioria que no tuvo quejas para recibirlo.

fue el turno del celular de Aioria de emitir el tono de llamada Deathmask no se apartó dispuesto a ignorar el molesto ruido, pero Aioria lo separó con una gentil sonrisa y respondió su móvil.

—Aioros —saludó ya que tenía un tono específico para cada uno de sus contactos—. Entiendo, iré de inmediato —vio a Deathmask rodar los ojos—. Si yo le digo, pero ¿qué haces con Afrodita? —separó el aparato de él y lo vio por unos segundos. Deathmask ya no lucía enojado sino intrigado—, me colgó —su voz sonaba confundida.

—¿Qué te dijo?

—Que Atenea llega hoy, nos esperan a todos en la sala patriarcal en media hora —Deathmask asintió.

—¿Qué tenía que ver Afrodita? —Aioria se encogió de hombros.

—No está feliz por el modo en el que cortaste su llamada.

—Será mejor que nos demos prisa subo en veinte minutos.

Aioria asintió y se fue para su templo después de su reunión con Atenea, tenía dos cosas pendientes, la primera averiguar que se traía su hermano con el mejor amigo de su novio y la segunda, terminar lo que había quedado pendiente en el Templo del Cangrejo Gigante 

Formas De BesarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora