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Fred

No sé cuánto tiempo llevamos sentados en las escaleras, pero ya está casi oscuro. Lo único de luz que hay en el porche son las luces de estrellitas que colgamos a principios de verano.

Un chirrido bastante molesto provoca que me gire bruscamente para localizar de donde viene el sonido, me encuentro con mi abuelo que nos mira desde la puerta.

—A Lizz le gustaría saber que están transmitiendo Rosie en la televisión.

Es automático, ella se levanta de un salto y sale corriendo dirección a la puerta, antes de entrar le da un beso en la mejilla.

Mi abuelo va vestido con una camisa de flores y un bañador, creo que quien disfruta más de que vivamos en la playa es él, estoy seguro.

—No sé qué obsesión tiene con esa película pero se ve que la hace feliz —me dice mi abuelo mientras entramos en la casa.

—No tengo la menor idea, ey Lizz ¿por qué te gusta tanto esa película?

—Es la mejor del mundo Fred —está exagerando, digo para mis adentros— y no estoy exagerando.

—¿Por qué lo dices?

Suenan unos golpes leves en la puerta.

—Voy a ver quien es, ahora seguiremos hablando.

Con pasos largos llego a la puerta.

—¿Has hecho ya la maleta hijo? Mañana a primera hora nos iremos.

—¿Qué? ¿Cómo que a primera hora? Imposible papá, mañana estarán las mejores olas que hay en la temporada de verano.

—Y no irás, mañana a las 9 te quiero despierto y listo.

Miro algo cabreado a mi padre, ¿no se suponía que venía mañana?

—¿De qué está hablando Fred? ¿A dónde vas mañana?

Mierda, ¿Por qué tenía que haber escuchado?

—No se suponía que te ibas a enterar así.

—¿Enterarme de qué?

—De qué mañana me voy a Estados Unidos.

—¿Qué? —la cara de dolor y confusión hace que se me revuelvan las tripas.

—Lo que escuchaste niña, Frederick mañana se irá conmigo.

Se va corriendo, solo soy capaz de cerrar los puños mientras miro a mi padre enfurecido.

Doy un paso en su dirección, y después otro.

—No tenías que hablarla así.

—Y tú no tendrías que habérselo ocultado —me dice mi abuelo con una mirada severa— ve a hablar con ella antes de que se pongan mal las cosas entre vosotros.

Miro en la dirección en la que se había ido ella.

—Venga, ve con Lizzie.

Me anima mi abuelo por segunda vez consecutiva, solo soy capaz de forzar una sonrisa en su dirección, pero esta parece más como una mueca, miro a mi padre y mi abuelo parece entender cual es mi preocupación.

—Estaré con tu padre, tu arregla las cosas con tu mejor amiga.

No lo pienso mas y me pongo a seguir los pasos que creo -y espero- que haya dado ella, tengo un nudo en la garganta que no me deja apenas respirar pero sigo andando.

El paseo marítimo está con una total oscuridad que sería perfecta para una película de Tim Burton si no fuera por algunas pequeñas zonas iluminadas por la luna que todavía no ha podido llegar a lo más alto de la noche.

Destino De Verano Entre EspejismosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora