- Lourdes -declama Doña Gertrudis quien se encuentra tomando té a la mesa en compañía de ambas nueras- Ahora que ya se sabe el sexo y la cantidad de criaturas, ¿cómo le harás con la ropita? -interrogó llevándose la tasa de té a la boca.
- Bueno, confieso que me hacía ilusión bordar la ropa pero creo que si hiciera eso perdería las manos y acabaría transformada en una araña en el intento -bromeó la mujer a lo que ambas mujeres correspondieron con una pequeña y discreta risita.
Lourdes era una mujer que no se dejaba perturbadar por cualquier cosa, siempre tenía una sonrisa en el rostro y un trato especial para cada persona. Es una mujer de una belleza exquisita al natural, no es de darse extravagantes coloretes en el rostro, no, su belleza es indescriptible que es difícil de dejar de observar en cuanto la conoces, sus labios color rosa claro, su esplendoroso cabello castaño y unas delicias pupilas color café, hacen de Lourdes una mujer bastante observada y envidiada por la sociedad venenosa y crítica a su alrededor.
- Cuñada y alguna vez se espero algo así -continuó Krisel.
- Confieso que si hace un año atrás me hubiesen contado que una mujer dió a luz a sinco niñas en un solo parto, no lo hubiese creído y menos si insinuasen que podría ser yo.
- Naturalmente, es algo difícil de creer, casos como esos se ven sólo una vez en la vida -apoyó Doña Gertrudis.
- Si pero, cuando estaba en ese cuarto en plena agonía, sólo pensé: Que sea lo que Dios quiera, y resulté vedecida por un milagro.
- Un milagro que te dará bastante trabajo eh, fíjate en mi, tengo dos hijos y criados a su disposición e incluso una niñera y aún así me vuelven loca, ahora imagínate con sinco -Declaró la mujer de cabellos color azabache.
- Seis -corigió la esposa de Manuel- que Emily no esté recién nacida no quita que dé trabajo.
- Ah si, lo olvidé Emily -rectificó- Pero de igual forma, tendrán que invertir de ahora en adelante su fortuna en vestidos, lazos y zapatos sin contar los juguetes y lo peor es que de esos tiene que haber suficiente para cada una -siguió diciendo la mujer dándole otra probada al té.
- Admito que si, será un reto pero mi señor esposo y yo lo asumiremos con...-Lourdes se interrumpió al escuchar un llanto de niño pequeño que se aproximaba hacia la sala, la mujer se levantó asustada temiendo que haya sido alguna de las niñas pero momentos después se percató de que no se trataba de ninguna de ellas.
En la sala pronto se hizo presente la figura de Amaro el cual traía una cara de enojo como de alma que lleva el diablo, trayendo a su hijo de la mano casi a empujones quien venia con toda la ropa sucia y rasgada de la que se podía observar la rodilla del pequeño roja en sangre.
- ¡Hay por Dios!, ¿Qué sucedió? -Exclamó la madre del pequeño llevándose una mano a la boca por aquella escena.
El niño fue corriendo y abrazó a su mamá y comenzó a llorar.
- Ahí lo tienes, es una vergüenza menudo imbécil tengo como hijo, es un flojo -Estalló Amaro de ira con desprecio en sus palabras.
- Cuñado no diga esas cosas y menos serca del muchacho, por favor ¿digamos que ocurrió? -intercedió Lourdes.
- Me da igual, que lo escuche, para que sepa la opinión de él que tiene su padre, es un flojo lo monté sobre el caballo y se cayó no duró ni la salida.
- ¡Los caballos del establo!, pero si esos animales son de cuidado y menos para un niño, cuñado aún es un pequeño -Opinó nuevamente la cuñada para suavizar aquel ambiente.
- Pequeño,¡ba!, yo a su edad con mi padre ya estaba aprendiendo como usar un arma para alistarme para las filas de la gerra, yo a su edad ya domaba caballos yo sólo y hacia mucho más.
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Quintillizas
HistoryczneEste libro narra la historia de la Familia Belmonte, una de las más influyentes en la Aberfort de 1700 y de como los miembros de ésta misma se ven envueltos en batallas internas sobre el compromiso y el deber cuestionando lo que se deve y lo que se...