12

861 117 10
                                    

Isabella sabe que algo no está bien. Lo sabe, obviamente que lo sabe. Cualquiera pensaría que a una edad tan corta una está cegada por la inocencia y la necesidad de adultos protectores.

Ella siempre supo que algo no estaba bien consigo misma, así tengas dos, tres, diez o veinte años; uno intuye. A una edad más avanzada que otra, pero algo le avisaba que había algo extraño. El aroma tan ácido de Charles solo confirmaba su duda.

─¿Me das? ─pregunta con sus manos extendidas a lo que Charles esta a punto de comer. El omega da un bocado y luego le deja la barra de cereal a la pequeña─ Gracias ─murmura mirándolo desde el suelo─

Sabe... oh claro que sabe, pero.. ¿cómo preguntar? ¿cómo darse a
enteder?.

─Charlis ─lo llama, finalmente levantándose del suelo para escalarse al sillón.─ ¿papi ─pregunta, pero realmente no pregunta dónde está Carlos, sino que quiere saber si él era el culpable de tanta rareza en su omega.─

─Papi esta en el gimnasio, amor.. en un rato viene ─contesta tan dulce con ese tono bajo y ese acento tan bonito, pero Isabella mueve la cabeza─ ¿No preguntas por papi, amor?

─No, papi y tu ─pregunta con torpeza, sin ningún tipo de timidez. La pequeña se apoya en su pecho─ Charlis...

─¿Qué, amor?

─¿Papi? ─vuelve a preguntar comiendo la barrita de cereal mientras mira al Monegasco. Atenta, siempre atenta cuando se trata de él─

─¿Qué pasa con papá?

─¿Enojados?, ¿tu y papi?

Y ahí es dónde Charles cae, sus ojos inevitablemente se llenan de lágrimas mientras que su aroma es algo feo. Si, a Isabella no le gusta ese aroma de Charles, pero igual lo abraza con toda su fuerza; frotando la cabecita en el pecho de este para cubrirlo con su aroma. Obviamente no tenía un aroma desarrollado todavía, pero ella creia que estaba cuidandolo al hacer eso.

Charles también la abraza, besándole la cabellera mientras llora en silencio. Ahogado. Así se sentía. Carlos le había dicho que aunque entendía la situación y el gran amor que compartía con Isa, la prioridad era Paula. Esa mujer...ella tenía más peso que el en la toma de decisiones. Dolía. Dolía bastante, pero no podía hacer mucho.

Era un simple niñero.

Isabella merecía tener a su mamá presente aunque eso lo llenara de inseguridades. Se trataba de ella, no de el ni de Carlos. Isabella. Siempre se iba a tratar de ella.

─Yo.. solo quiero que sepas que te amo muchísimo, mi niña ─murmura una vez el llanto se apaciguo un poco. Ella lo mira curiosa─ y que pase lo que pase, yo voy a cuidarte

─Yo cuidarte tambien ─ arruga la naricita, soltando una carcajada para tratar de animarlo. Leclerc sonríe─ Te amo

Se derrite ahí mismo, aun cuando el alfa entra. Charles no deja de prestarle atención a su pequeña, tratando de memorizar cada cosa que ella decía o hacia.

Sentía que iban a quitársela. Iban a arrancarla de sus brazos. Y la cachorra, silenciosamente lo entendió.

Por eso mismo no fue capaz de apartarse del pecho ajeno. aún cuando Carlos le ofreció una torta de chocolate que se veía riquísima, ella se negó solo para abrazar a un Charles que de a poco iba calmandose por completo. Su aroma volvió a ser dulce, cálido y fresco.

Esa sensación de paz hizo adormecer a la niña.

─No me saludaste ─reprocha de manera confusa, acercándose a él aún cuando Leclerc ni siquera se dignó a mirarlo dos segundos─ ¿qué tienes? ─pregunta luego de dejar un beso en la mejilla de este─

entre aromas dulces || charlosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora