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Dios y todos los santos bendijeron
a su padre cuando a los quince años lo obligó a tomar clases de italiano diciendo que le serviría para un futuro. Ahora no sabría ni para donde disparar, la gente no era amable y estaba muy agitada, pero su italiano le hacía enteder más o menos por dónde
guiarse.

Antonio le envió un mensaje
de voz dándole indicaciones de
como tomar un taxi y hasta donde
llegar, y por fortuna, el hombre
que manejaba resultó ser un beta algo alegre que le metió conversación apenas noto que era de otro país.

Se relajó en el camino a lo que
sería su departamento porque
claro está que quería seguir
sacándose dudas y averiguar todo
sobre la nena. Si se arrepentía
solo necesitaba mandar un
mensaje y su madre ya le estaría
pasando el voleto de vuelta.

Le pagó al hombre y bajó las
valijas solo, esperando en la
puerta del establecimiento.
Antonio apareció casi al instante.
notándose aliviado en cuando
lo saludó. ─llegaste bien, no es
cierto?─

─Si, querido. Medio cansado
nomas ─acepta darle una de las
valijas y lo sigue─

─La idea era que Carlos hablara contigo, pero esta ocupadisimo. Isabella esta acá para que se conozcan─

─tres añitos tiene la pequeña, ¿no?─Pregunta con duda, saliendo del
ascensor para luego caminar
junto al otro hombre. Antonio asintió,
frenando en la última puerta del
pasillo, abriendo con rapidez─

Ojos marrones, una cabellera castaña y una carita llena de pintura fue lo que se encontró

─¿Qué haces, Isa? ─reprocha el
otro con cansancio. La nena
rie un poco y esconde el pincel
con pintura azul detrás de su
cuerpecito. Charles sonrió con
ternura─

─Nada, se pintó bien lindo ─respondió por la nena con la mera intención de ganarse su confanza rápido al apoyarla. Ella mostró sus dientes en una sonrisita y movió la cabeza dándole razón al Monagasco─ Me llamo Charles, ¿tu cómo te llamas?

─Isa ─respondió con duda señalándose─ Isa alfa

─¿Ese es tu segundo nombre? ─pregunta Charles con gracia dejando las cosas en el suelo para acercarse─

─Isa Sainz yo ─se presentó
bien. Charles suspiró totalmente
lleno de ternura─ Isabella
Sainz Alfa ─se señaló a sí
misma de nuevo─

─Ah, eres una alfa. ─Entendió por
fin, quitando con suavidad la
pintura de su cejita, La niña
asintió y después se fue a seguir
pintando una hoja─

Antonio le pasó una taza de café
y él aprovechó a quitarse el abrigo
para estar más cómodo. Afuera
hacía un frío de cagarse pero
adentro había una temperatura
cálida.

─Es terrible la chiquita, ojalá no te
saque canas verdes ─Sonríe con
amabilidad, invitandolo a sentarse
en el sillón. Leclerc lo sigue─ Bueno, Isabella debió empezar el jardín hace una semana pero por las cosas con Carlos se retrasó más y bueno, llegamos.. llegué a un acuerdo con la directora para que la dejaran entrar el lunes que viene

─Y el padre ni aparece ─cuestiona sin mucho interés, viendo a la pequeña pintar y manchar el suelo─ ¿ella tiene alergias o algo que deba saber?

─Si, tiene picos de ansiedas y
muchas veces no habla nada o
solo da pocas palabras en una
conversación ─Suspira─ lo estábamos tratando con terapia en Inglaterra pero toda esta situación fue inesperada. Casi se llega a la conclusión de que tiene un déficit de atención pero no se llegó a diagnosticar bien

─Y.. ¿seguirá en terapia para
averiguar bien? Capaz que es
solo por ahora, no hay nada
asegurado ─Comentó luego de
beber el cafecito─ y la ansiedad
no será por la falta de una
marca?

─Si, quizás, pero yo tengo que
volver a Londres y desde allá
controlar todo ─Dice algo
agotado y Charles asiente─

─¿Algo más que tenga que saber?

─No, pero voy a darte toda la
información en un archivo cuando
llegue allá, por ahora este es tu
departamento y si aceptas el
trabajo, firmas y estamos listos─
le señala sutilmente los papeles
sobre la mesita, Leclerc asiente
y luego de leer por encima el
contrato y firma─ Perfecto, Charles.
¿Nos estamos viendo?

Se saludan en la puerta de manera
amistosa y finalmente Charles
respira bien. Esta cansado, quiere
un baño urgente pero tiene que
cuidar de la pequeña hasta las seis de
la tarde y recién eran las once de
la mañana

Isabella muerde sus uñitas y se
queda mirando algo en el sillón,
pero no la interrumpe porque
quiere ver el departamento y
avisar otra vez que esta a salvo.

El lugar esta lindo.Es espacioso
y bien ambientado; tiene dos
habitaciones, tres baños y la
cocina es un lujo total. La vajilla
parecía ser recién comprada
porque todavía tenía las etiquetas
y la heladera junto con la
despensa estaban llenas

─Hambre ─La castaña hace
presencia en la cocina, mirándolo
todavía extrañada─

─Bueno, amor... ¿supiste que a partir
de ahora te voy a cuidar yo y no
Antonio? ─Trata de ser suave, lo dicho
por González todavía le hacía latir
con fuerza el corazón─ ¿quieres comer algo?

─Si, y dormir ─Responde sin
más. Quedándose a un costado
mientras Charles prepara tostadas y
una leche con chocolate para la pequeña─

Cuando ella esta desyaunado, el
omega decide sacar sus cosas y
tratar de acomodarlas en todo el
lugar, con la idea de imponer más
su aroma.

─Papi ─le dice Isabella, señalando la
taza que Charles sostiene. Es una
personalizada, Arthur se la regaló
cuando cumplió los dieciocho.
Eran fotos de ellos pero lo que más
resaltaba era escudo de Ferrari en
grande─ Es papi ─Volvió a decir

─No, es mi taza ─Le responde.
acomodando los cabellos de la
nena hacia atrás después de
limpiarle la boquita lena de
mermelada─

─No, Char. Es papi

─Pero si te dije que es mía, amor..
─repite, sin entender lo que la niña
quería decir─ Ah, ¿papi es de
Ferrari?

─Si! ─responde mientras mueve la cabecita─ papi es de Ferrari

─Ah, si si. Carlos es de Ferrari─recordó a penas, sintiéndose estúpido cuando la rubia comenzó a reírse de el─













♡♡♡
¡Segundo capítulo!, espero les guste.
Besos💋

entre aromas dulces || charlosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora