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Si había a alguien a quien no le caía para nada bien, era a la mujer a la que Uzui deseaba que llamase "suegra".

La madre de ese muchacho había sido una persona gentil y amorosa hasta el momento en que los rumores de que su primogénito había empezado a tener un romance escondido con uno de los sirvientes del castillo surgieron. Para gracia del señor, al salir esos primeros rumores por los pasillos de los de la baja, fueron amenazados rápidamente por la familia real, en realidad, en su mayoría, por parte de la mujer. El silencio entre los sirvientes se había adherido a sus bocas y ahora no había nada que decir al respecto. Uzui continuaba con su buena imagen de hijo prodigio y atento con sus padres como de costumbre, sin ninguna mancha de por medio.

No obstante, conforme más Uzui lo frecuentaba y se besaban y pasaban el rato escondidos en las oscuridades de las esquinas de pasillos y habitaciones repletas de polvo y sombras, este no parecía tener un hilo en su boca para saber cuándo era momento de disimular un poco más. Las miradas nada discretas de Uzui se hacían evidentes y más brillantes cuando estaba a su lado. Las sonrisas que le daba Uzui al verlo e incluso responder con oraciones coquetas a sus palabras ya le daban a su familia un indicio bastante destacable de sus gustos por él.

Por ende, lo tenían en la mira casi siempre. Además de los ojos de la familia de Uzui en su persona, el susodicho había comenzado a ser cada vez más insistente. Le besaba en cualquier lugar, le agarraba el cuerpo, le decía cosas calientes al oído y en realidad, incluso caminaba con él de manos unidas. Zenitsu intentaba negarse y alejarse cada que eso pasaba, pero la fuerza inhumana de aquel príncipe sobrepasaba la suya.

Sabía que a la mujer que había parido a ese hombre con tanto esfuerzo le caía mal. Sabía que ella no deseaba ver a su hijo hundido en críticas y en malas imágenes cuando lo habían criado tan bien. Por eso cuando ella le mandó a llamar, justamente al mismo momento en que su hijo salió hacia unos minutos con su padre, el rey, para un pueblo a unas cuantas horas de distancia, no le sorprendió encontrar su rostro y actitudes frívolas hacia su persona.

Se inclinó en su respectiva reverencia y no la observó. Mantuvo la mirada hacia abajo.

—Siéntate.

Le hizo caso de inmediato. Se sentó como tal en una de las sillas que ella había señalado. Supo que le miraba porque era capaz de sentirlo a través de toda su piel.

—Creo que él ha llegado hasta el límite que le pude permitir —empezó a decir, de manera estricta y firme—. Me ha dicho que quiere casarse contigo y que incluso, si tú quieres, él dejaría la corona sólo para complacerte. No sé qué has hecho con mi hijo, pero sabes bien de que él no puede dejar atrás sus obligaciones como monarca para irse con un mero sirviente como tú.

Asintió. Era conocedor de ese hecho. No obstante le ardieron los ojos debido a que sonaba bastante tajante. Una cosa era intentar convencerse a si mismo de que aquella era la verdad absoluta, otra que la misma reina, quien gobernaba a todo un país, le dijera que era imposible. De la forma en como ella se encontraba, aunque su corazón quisiera negarlo, parecía ser que su partida estaba pronto a realizarse.

—Mi hijo merece alguien quien pueda cumplir con las expectativas de cargar con el trabajo de acompañarlo en su reinado. Ya tenemos pensado su Excelencia y yo en la tan conocida Kanroji, hija de los Mitsuri. Se sabe que son influyentes debido a su negocio de petróleo. Está capacitada para saber todo lo correspondiente con su futuro puesto e incluso, ya lo ha aceptado. Tú no tienes ninguna cabida en esto. Hace tiempo tuve que haberte despedido, pero sé que él me haría un berrinche por eso. No falta mucho para su cumpleaños número dieciocho, por ende, ahora necesito que salgas de su vida. Fuiste su capricho y ya.

Intentó aguantar las lágrimas. Sus manos, debajo de la mesa, se sacudieron con dolor. Sentía el pecho apretado. Estaba encerrado en sí mismo, en su mente. Tomó un largo respiro. Sabía que eso llegaría algún día. Aclaró su garganta ante el silencio que ella le había otorgado y bajó su cabeza.

Secretos Reales [UzuZen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora