Capítulo 10: De Álzaga y Sardelli

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Estaban acostados sobre el colchón, recobrando la respiración. La espalda de Mía chocaba con el torso de Patricio, que aún tenía su mano en la pierna de ella.

—Te podría coger tantas veces y no cansarme nunca —murmuró ronco, en su oreja.

Mía giró hacia él y se subió a horcajadas de él, para unir sus bocas. Las manos de Patricio volvieron a recorrer la piel desnuda de Mía, quien mientras el beso se intensificaba más, tiró del labio inferior de él.

—Me tengo que ir... —susurró Mía, separándose un poco.

—¿Ya? —la voz le salió aún mas ronca a Patricio, haciéndola reír. Se aclaró la garganta y dijo— Te podés quedar a cenar, Guido no va a venir hoy.

—¿Vas a cocinar vos? —preguntó ella, divertida.

—¿Querés? —sonrió Pato, agarrándola suavemente de la cintura— ¿Pizza te va? No vas a probar una igual a la mía.

—Eso ya lo sé —se carcajeó Mía, levantándose de la cama.

—Qué malpensada sos. Igual, errada no estás.

—Sí, sí... Voy al baño.

Él se quedó en la cama, boludeando en el celular. Ella se puso su ropa, se lavó los dientes y se peinó un poco, para salir del baño.

Había silencio, exceptuando el ruido del teclado en el celular de Patricio. Ella se estaba atando los cordones cuando aprovechó para mirarlo, de forma muy discreta, o así creyó. La sábana gris de su cama lo cubría, desde la cintura hacia abajo. Tenía el pelo suelto, por cualquier lado, pero se veía increíblemente bien. Su torso desnudo, sus brazos, su boca tan tentadora, su ceño fruncido al estar concentrado.

—¿Tanto te gusto que me mirás así? —soltó él de repente, sin dejar de mirar la pantalla. Luego la miró, solo para ver lo roja que se había puesto— Te ponés roja al toque cuando algo te da vergüenza.

Mía De Álzaga quiso tirarse de un piso catorce.

—¿Tanto me estudiaste? —retrucó ella, oyendo la risita de él.

Él se incorporó de la cama, se puso su pantalón que estaba tirado en el piso y caminó hasta ella, para llevar sus manos a las mejillas de la modelo.

—Seguís roja —le señaló—. Voy al baño y te llevo, ¿dale?

—Oh, no, no —contestó ella, ya escuchando el ruido de la cadena sonar—. No hace falta, me pido un Uber. No te quiero joder.

Pasaron unos minutos hasta que él salió del baño y terminó de vestirse, en silencio.

—No me jodés. Si fuese así, no te hubiese dicho nada. Te espero abajo.

Se subieron al auto, se abrocharon los cinturones y Pato puso música. Calamaro. El guitarrista había visto un vinilo de él en el tocadiscos de la modelo, aquella noche. Entonces tanto él como Mía, sabían las canciones a la perfección.

—Soy vulnerable a tu lado más amable, soy carcelero de tu lado más grosero, soy el soldado de tu lado más malvado, el arquitecto de tus lados incorrectos... —cantaron juntos.

—¡Qué hombre! —exclamó Mía.

—Gracias, gracias.

—Me refería a Calamaro...

Pato hizo un gesto de dolor y Mía lo codeó. "Cuando no estás" comenzó a sonar y Mía le clavó la mirada a Pato.

—¿Qué? —se rió él.

—¿Querés que llore? —dijo ella— ¿Puedo cambiar completamente el ritmo de este viaje?

—Depende...

—Confiá en mi. Dale, Sardelli.

—Confío en vos, De Álzaga —le dijo, pasándole el celular para controlar el Bluetooth. Cuando Mía lo agarró, él dejó su mano sobre la pierna.

—Te va a gustar. ¡A todos les gusta!

Entonces subió el volumen al tope y I Love It, de Icona Pop, comenzó a sonar. Pato la miró al toque al reconocer la canción, sin esperarlo, pero al ver a la morocha a su lado muy feliz, moviendo la cabeza y agitando los brazos siguiendo el ritmo, largó una carcajada.

I got this feeling on the summer day when you were gone. I crashed my car into the bridge, I watched it, I let it burn, I threw your shit into a bag and pushed it down the stairs, I crashed my car into the bridge... —cantaba Mía—. ¡Dale, te la sabés! —lo señaló.

—I DON'T CARE! I LOVE IT!!!!!! —cantaron, o más bien, gritaron.

Era cualquier cosa, eso lo hacía más divertido. Eran ellos dos recorriendo la ciudad de la furia. Las luces de los autos, de las calles y del Obelisco, el caos, como Patricio aumentaba la velocidad a la vez que aumentaba el volumen de la música.

Feel So Close, de Calvin Harris, comenzó a sonar. El semáforo cambió a rojo. Y Mía lo atrajo hacia ella, para unir sus bocas. Él respondió de inmediato, sonriendo como un tonto, sin entender porqué. 

—Por acá está bien —dijo Mía luego, una cuadra antes del lugar.

—Te dejo en la puerta —contestó Pato, sin dejar de mirar adelante.

—No, no —sonrió—. Gracias por traerme, en serio...

—No es nada.

—Voy a estar esperando esa pizza, ehh —le dijo ella, tras bajar del auto.

—Viernes. Te paso a buscar —sentenció él—. ¿Prometido?

—Prometido —confirmó ella, alejándose para ocultar su sonrisa de oreja a oreja.

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⏰ Última actualización: Aug 18 ⏰

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𝐓𝐔𝐘𝐎 𝐒𝐈𝐄𝐌𝐏𝐑𝐄 - 𝐏𝐀𝐓𝐑𝐈𝐂𝐈𝐎 𝐒𝐀𝐑𝐃𝐄𝐋𝐋𝐈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora