03;; Adaptarse

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ADVERTENCIA: Lactancia

Vegetta subía los escalones con las piernas temblando y el corazón en la boca

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Vegetta subía los escalones con las piernas temblando y el corazón en la boca. Estaba frente la casa de Foolish.

¡Había recibido una llamada de él!

Pensó que iba a morir de la emoción, si es que sigue vivo, pero no por mucho (o eso creé). Era domingo, el sol brillaba en lo más alto, tan resplandeciente que podia cegar a muchos si no usaban lente de sol o entrecerraban los ojos.

Se suponía que era su día libre: la guardería ese día cerraba temprano y se suponía que tendría el resto de la tarde para el mismo; Pero Foolish le había pedido el mismo, por el celular, que fuera a su hogar y cuidara de su hija. Se suponía que el alfa pasaba los domingos con su pequeña, pero había recibido una llamada de algo importante en la empresa que trabajaba, por eso tenía que salir y no podía dejar a su cachorra sola.

Estaba halagado, ser la primera persona en ser llamada por el casi rubio para que cuidara de su pequeña mostraba que confiaba en él, le había dicho que le iba a recompensar después.

Decir que no estaba algo ansioso por eso sería mentira.

Ahora estaba frente la casa, tragó saliva fuertemente y con su mano temblorosa tocó el timbre. Esperó unos segundos antes de que la puerta fuera abierta por el de piel canela, tenía su traje a medio arreglar.

—¡Vegitta! me alegra que llegarás tan rápido— el alfa se hizo a un lado para que pudiera entrar. Cuando lo hizo, el aroma a océano lo golpeó en ls fosas nasales fuertemente: todo el sitio olía a él, era su territorio y entendía que lo hiciera, también había un ligero aroma a cachorro en el aire, entendible ante su situación, además que el lugar era espacioso y ordenado.

Foolish era un padre responsable y lo sabía, miró como el casi rubio acomodaba su corbata y se ponía su chaqueta, de verdad esa junta debía ser importante ya que ese traje de marca no era para solo una reunión con amigos.

—Leo está tomando su siesta en el segundo cuarto por el pasillo, también es mi cuarto pero eso no importa— subió su corbata mientras la acomodaba de manera correcta —hay papilla en la nevera y unos biberones ya arreglados, cualquier cosa me llamas— El más alto terminaba de arreglar su traje mientras hablaba, recogió sus llaves y salió por el pasillo hacia la puerta. El azabache miró un maletín sobre una silla, lo tomó y fue tras el.

—¿Esto no es importante?— dijo hacia el que ahora se estaba arreglando los zapatos en la entrada, volteó para verlo y le sonrió.

—Si, gracias Vegitta— esperó a que estuviera de pie para poder darle el maletín, este lo tomó pero también pasó una mano atrás de su cuello y lo atrajo hacia el para darle un beso en la frente —vuelvo a las nueve, lo prometo—

El más alto salió, dejándolo ahí en la entrada con su rostro rojo y su corazón latiendo fuertemente en su pecho, la misma sensación cálida de antes se instaló en su estómago, ay dios mío, iba a explotar.

¿Mamá? || FooligettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora