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Me cuesta ver en el espejo y no llorar al no reconocer en qué me he convertido. Antes era una niña "feliz" que no tenía mayores preocupaciones, y ahora me he convertido en una adolescente con varias marcas y cicatrices, cada una con una historia distinta.
El estar dudando de mí misma fue acabando con cada momento en el que pude disfrutar, y ahora estoy más cerca de recaer que de mejorar. Pero no me rendiré, lo lograré... ¡Lo prometí!

corazón sin vozDonde viven las historias. Descúbrelo ahora