En la oscuridad más profunda, me sumergí, atrapado en las sombras de mi propia mente. Cada día era una batalla, una lucha contra la pesada losa de la desesperanza que me aprisionaba. Mis lágrimas eran ríos de dolor, mis pensamientos laberintos sin salida.
Pero en medio de la desolación, una tenue luz comenzó a filtrarse a través de las grietas de mi alma. Pequeñas chispas de esperanza brillaban en la penumbra, recordándome que aún quedaba algo por lo que luchar. A paso lento y vacilante, comencé a ascender desde el abismo de la depresión.
Cada amanecer era un pequeño triunfo, cada sonrisa un rayo de sol en mi oscuro horizonte. Aprendí a abrazar la fragilidad de mi propia humanidad, a aceptar mis cicatrices como parte de mi historia. Con cada paso hacia adelante, dejaba atrás un poco más de la sombra que me había consumido.
Y aunque el camino hacia la curación era largo y tortuoso, cada paso me acercaba un poco más a la luz. Aprendí a valorar los pequeños momentos de felicidad, a encontrar belleza en la simplicidad de la vida cotidiana. Y así, poco a poco, emergí de la oscuridad, renaciendo como una versión más fuerte y resiliente de mí mismo.
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corazón sin voz
PoetryAquí quedan mis pensamientos, aquellas palabras que me guardé, aunque guardarme no es lo mejor, ahora puedo plasmar lo que siento en la escritura.