Capítulo 17

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Álex

-Vale, pues andando-dije con una sonrisa y la alcé conmigo. La coloqué de nuevo sobre el suelo y bajamos de las rocas.

Cuando estuvimos cerca de las casas se echó a correr hasta la suya, reprimí una sonrisa y entré a la mía con cautela. A ésta hora ya está mi padre en casa y en verdad que no quería que me arruinara el momento.

Lo mucho que había querido llegar a este punto no es sano, tanto ella como yo estábamos deseando que llegara el momento. Subí a mi habitación con rapidez y llegué hasta la cómoda a un lado de mi cama, abrí el cajón y saqué lo que necesitaba para guardármelo en el bolsillo trasero del pantalón.

Mia me estaba volviendo loco, en verdad. La manera en la que me sonreía, sus respuestas ingeniosas a cualquier cosa, su mirada curiosa que me recorría entero, su forma tan cálida de brindar ayudaEs que nunca creí que podría merecer a alguien como ella y ahora que la tengo a mí lado no pienso perderla.

Con ella puedo ser yo mismo, con ella puedo hablar de cualquier cosa y aún así jamás podría aburrirme. Mia me hacía querer ser mejor persona, me hacía recordar que no todo en la vida es malo. Es mi respiro de paz.

Salí de mi habitación y tuve la terrible suerte de coincidir con mi padre quien se me quedó viendo con desprecio.

-¿A dónde vas, mocoso?-espetó, acomodándose el saco.

-No te incumbe-respondí y me adelanté a las escaleras.

-Más te vale ir con una chica porque si no

-¿Si no qué?-interrumpí, girándome para verlo de frente.

-Ya tu sabes, no me gustaría tener un hijo marica-me sonrió-Debes ser como tu padre.

-¿Trayendo mujeres diferentes todos los días y haciendo que tu mujer las atienda? No gracias, no quiero ser un imbécil-sentencié y me volví a dar la vuelta para bajar las escaleras.

Me tomó del brazo y me pegó a la pared, tomándome del cuello de la camisa.

-Mira, mocoso malagradecido, yo hago lo que se me pega en gana y tú te callas-advirtió, molesto-¿Entendiste?

-¡Peter! ¡Suéltalo!-exclamó mi madre que salía de su estudio.

-¡Tú cállate, cabrona!-le gritó.

Empujé a mi papá con ambas manos y se hizo hacia atrás de golpe.

-¡Que no le faltes al respeto!-le grité, era la primera vez que le gritaba.

-Álex-murmuró mi madre, asustada.

-¿Ah sí, imbécil? ¿Me vas a gritar, cabrón?-dijo mi padre, acercándose lentamente a mí-Vas a ver lo que es gritar, imbécil.

Se acercó a mí y antes de saberlo ya tenía un puñetazo en una costilla. Traté de zafarme de su agarre pero fue en vano, me pegó a la pared con el brazo sobre mi cuello y con la otra mano no dejaba de golpearme en las costillas.

Lo empujé una vez más y el siguiente golpe fue directo a mi mandíbula. Sentí como mis dientes cortaron el interior de mi boca y de pronto sentí el sabor a hierro. Volvió a atraparme en un agarre mucho más agresivo en el cuello.

-¡Peter!-exclamó mi madre, asustada. Se acercó a nosotros y trató de separarnos pero solo logró que mi padre se enfadara.

-¡Te dije que te callaras!-y lo siguiente que pasó fue lo peor.

Él la empujó, mamá se fue hacia atrás por la fuerza y calló escaleras abajo. Abrí los ojos de par en par y saqué las fuerzas de donde pude para apartarlo de mí, bajé corriendo las escaleras y vi como su brazo estaba doblado detrás de ella. Mi corazón estaba completamente acelerado, él no dejaba de contemplarme desde arriba con la preocupación en el rostro.

A pesar del tiempo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora