Capítulo XII

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Viajaron por todo el continente americano, pasaron diversos Estados antes de salir a la frontera con México, donde se quedaron apenas unas semanas, visitaron Jalisco, Sinaloa, la CDMX y algunos estados más mientras recorrían en auto. Luego llegaron a diversos países en centro América, Honduras, Guatemala, Costa Rica, el Salvador, en la mayoría de estos cada que se besaban tenía un problema y aunque le prometió al lobo guardar la calma, en ocasiones simplemente no podía, y mientras dormían, este se escabullía y buscaba a los imbéciles que se atrevían a insultarlos. Asesinó a unos cuantos pandilleros y líderes de bandas sin saberlo.

Al llegar a Panamá el auto se descompuso y la reparación se demoraría casi un mes. Prefirieron continuar su viaje y que el auto fuera enviado a Colombia en el término de seis meses, se supone que este país sería su siguiente destino, pero debido a que no tenía con que transportarse por carretera decidieron viajar hasta argentina, alquilar un auto, y llegar hasta Colombia a inicios de febrero.

Esos seis meses transcurrieron sin muchos problemas, la comida era una de las cosas que continuamente irritaban al lobo, ya que no estaba acostumbrado al sabor y a los condimentos que se usaban de ese lado del continente. Con el pasar de los meses se terminó acostumbrando y podían comer con relativa frecuencia los platos típicos de los países que visitaban. A pesar del inconveniente con la comida, el viaje fue perfecto, le encantaba la ilusión en los ojos del licántropo cada que atravesaban la frontera de un país a otro.

Aunque se presentaban algunos problemas para pasar de un lado a otro en las fronteras de algunos países, bastaba con persuadir a las guardias fronterizas para que los dejaran pasar, en ocasiones, el tener pasaportes y visas estadounidenses les permitían pasar con mayor rapidez. El clima no cambia con mucha frecuencia, en casi ningún país de los que habían visitado nevaba, las estaciones eran un gran verano y en ocasiones, un eterno invierno en donde no dejaba de llover; le gustaban estos días, al lobito no le gustaba quedarse encerrado todo un día por las lluvias, sin embargo, era en esos momentos cuando podía hablar, jugar y follar.

Él se habría quedado algunos años en algunas ciudades de las que recorrieron, pero Jackson quería volver al término de unos años, si no fuera por esto, tal vez se establecería por una temporada en las playas de Haití.

Argentina, Uruguay, Perú y Chile, luego ecuador, Venezuela las Guayanas y finalmente llegaron a Colombia, el carro lo recogerían en la capital, por ello decidieron tomar un avión desde quito hasta Bogotá, el aeropuerto internacional el Dorado, donde aterrizaron luego de unas horas de viaje, no era muy impresionante con respecto a otros que había visto en Europa, sin embargo, sobresalía como uno de los mejores que habían visto en la región. La ciudad los recibió con un panorama sombrío y gris, las nubes de lluvia se galopaban en el cielo indicando que pronto comenzaría a llover. Observó el puchero que hizo el licántropo y fue a abrazarlo.

Kol: -Tomando al lobo por la cintura- Siento que no podamos recorrer Bogotá ahora, dijo, con fingida pesadumbres en la voz.

Jackson: ¡Ja! Si claro, se muy bien que no te gusta recorrer las ciudades durante tanto tiempo. Pero igual es muy lindo que intentes animarme, sentenció el lobo mientras pellizcaba uno de sus cachetes.

Con el pasar de los meses ambos se habían abierto, cuando aun estaban en Estados Unidos, los silencios se extendían por horas, con música de algún grupo ochentero de fondo, y se tornaba agobiante que solo lograran complicidad durante el sexo, que aunque era muy frecuente, no les daba una intimidad más allá del orgasmo.

Aun recordaba esa noche en Buenos Aires, llevaban un par de días en Argentina luego de llegar de Panamá, al terminar de marcar cada parte de la habitación con sus fluidos, el lobo se acostó en el suelo, sin darle muche importancia, empezó a pullar con su dedo la costilla del lobo, a lo que este respondió con una risa, una cosa llevo a la otra, y empezaron a perseguirse por toda la habitación mientras las risas iban y venían, así como los gritos de algarabía que emitían cuando uno lograba atrapar al otro y este intentaba escapar.

A lo largo de centro América las conversaciones eran más fluidas y sobre muchos temas, a veces hablaban sobre personas que conocieron a lo largo del viaje, les hacia particular gracia un judío que al no hablar español se estaba quejando en el aeropuerto del Salvador ya que se había equivocado de vuelo y tenia que estar en otro país a mas tardar en tres días. Al parecer, en ese momento, las azafatas estaban muy ocupadas, pues el chico que lo estaba atendiendo no parecía entender ni una palabra del rabino.

Finalmente, ambos que hablaban fluidamente inglés, y Jackson que había aprendido rápidamente español lograron indicarle a Luis, a si se llamaba el asistente de vuelo encargado de esa noche que no podía con el rabino, las quejas y el problema.

Tomaron un taxi y se hospedaron en el hotel Hyatt, ubicado en el centro de la ciudad, era lujoso, una pequeña recepción esférica, hermosamente iluminada, les dio un recibimiento acogedor. El mozo llevó las maletas hasta la habitación. El bullicio de la ciudad se alejaba mientras los llevaban más adentro hacia una de las habitaciones más caras que se podían reservar, piscina, sillas con masajes, y acceso al sauna especial eran algunas de las razones por las que la escogieron.

El lobo era orgulloso, y casi siempre insistía en pagar la mitad de los servicios del hotel y del hospedaje. Al poco tiempo se dio cuenta que, aunque no tenía formación en los negocios, tenía un talento natural e innato para las inversiones, descubría constantemente oportunidades que para la mayoría pasarían inadvertidas, gracia a eso, sus activos aumentaban, a pesar de que, por ser un cabezota, no aceptara que el pagara, a pesar de la inmensa fortuna que había adquirido a lo largo de los años. Recordó con una sonrisa a su viejo amigo, ya fallecido, John D. Rockefeller, el padre de la industria petrolera también se negaba en rotundo a que este los ayudara financieramente, continuamente le repita que no sería un verdadero hombre si aceptaba ese dinero. Llegó a ser el hombre más rico del planeta, eso era cierto en gran medida porque él y sus hermanos no eran hombres, pues ellos tenían fortunas individuales muchos mayores que habían obtenido a lo largo de los siglos.

Cuando escucho que el lobo salió del baño fue hacia la habitación a su encuentro, lo encontró cubierto con una bata, y con un libro de historia de la segunda guerra mundial en sus manos, se molesto al verlo absorto en el libro, decidió molestarlo un poco, a lo que el lobo comenzó emitiendo sonidos de molestia, hasta exasperarse a tal punto que se levantó y se abalanzó sobre él. El licántropo apretó con fuerza sus muñecas y lo beso, mientras se acercaba a su oído y le decía ¿quieres jugar? Y ponía en su mano el vibrador que habían comprado hace ya meses. Esto lo tomo por sorpresa, ya que el lobo nunca tomaba la iniciativa para que el fuera él que lo estimulara con el juguete, decidió pasar eso por alto para no arruinarlo.

Kol: Entonces, ¿quieres? Dijo con tono inquisitivo.

Jackson: -con las mejillas color carmesí- Si, dijo, mientras presionaba su erección creciente en su bóxer.

Al tener luz verde decidió tomar al lobo por la muñecas y ponerlo sobre la cama, empezó besándolo desde la clavícula hasta el abdomen, quitó en un movimiento la bata que lo separaba de poder admirar todo el hermoso cuerpo que lo aguardaba. Solo pudo ver como el licántropo sonreía de manera traviesa mientras besaba sus muslos. La primera vez que lo intentaron fue hace unos meses en Panamá, recordó que antes de iniciar, Jack se asustó y prefirió que lo dejarán para después, un día en una semana, una semana en un mes, y con el tiempo dejó de insistir, pensó que cuando este estuviera listo se lo haría saber.

Se deshizo de su ropa con rapidez y el lobo se ofreció a chupársela, este denegó la petición, aunque sabía que el sabor y la textura ya no le disgustaba, no quería hacer que el lobo se espante de nuevo. Al rechazarlo, lo hizo acostarse sobre su estomago y empezó a depositar dulces besos en su espalda, mientras con cariño masajeo sus glúteos. Baja repetidamente y mordía alguna de sus nalgas, y soplaba en repetidas ocasiones su orificio, haciendo que el licántropo emitiera pequeños gemidos.

A diferencia del ahora excitado lobo, él se sonreía para sí, intentando que el lobo no se sintiera avergonzado, levantaba su cabeza y volvía a besar sus muslos traseros, su espalda, su cuello, o se ponía encima de él y simplemente frotaba su cuerpo sobre el del licántropo. Se dio cuenta que si alguna vez estuviera abajo tendría que tener mucho tacto, eso solo lo prendió más. 

LOS ORIGINALES. JACKSON Y KOL: UNA HISTORIA DE AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora