BLUE FLAMES━━ lin beifong

Capítulo 6

BLUE FLAMES

蓝色火焰

CAPÍTULO 6

EL RESTO DE LA NOCHE PASÓ SIN PROBLEMAS Y Lin durmió profundamente. Al despertar, observó que eran las siete de la mañana, que seguía en el sillón y el dolor de cadera. Al parecer, los años pasaban factura.

Entonces, sintió una mano en su cintura. Abrió sus ojos y observó la forma cálida y dormida de Sia contra ella, muy cómodamente. Quería retirar su mano. Pero una parte más profunda de ella, una que no podía ni alcanzar a comprender, quería que la menor se mantuviera allí.

Ella misma se había limitado a nunca salir con alguien del trabajo, a nunca sentir nada por nadie del trabajo. Ella no encontraría a nadie, ya lo había aceptado, pero ahora no quería seguir sus propias reglas, por una vez. La mayor no estaba muy segura de cómo habían llegado a esa posición y cómo permanecían. De hecho, su primer instinto había sido empujar a la forma que dormía pacíficamente de su regazo y poner distancia entre ellas, pero se contuvo. Ella respiró lentamente, intentando analizar su siguiente paso cuando Sia levantó la vista desde su regazo.

━Buen día Lin ━. saludó animadamente, incapaz de borrar la sonrisa tonta de su rostro. Estaba bastante segura de que parecía una maníaca, pero no pudo evitarlo. 

━Buen día Sia ━. saludó seriamente.

━¿Frunces el ceño incluso ni bien despiertas? Cuando dormías tu frente estaba tan lisa ━. Sia pasó su dedo índice por la frente para luego recorrer la nariz de Lin.

La mayor frunció más el ceño. Cuando la mirada de Sia se posó en sus labios, notó que se separaban, un atisbo de vacilación se apoderó de sus rasgos y la hizo fruncir más el ceño, mirándola expectante.

━Dormir en el sillón sentadas no fue lo más cómodo ━. anunció Beifong, algo incómoda.

De repente, no quería tener ninguna conversación.

Sia abrió sus ojos.

━¡Oh! Lo siento ━ ella se levantó rápidamente ━. Las articulaciones, cierto que...

Beifong resopló.

━No digas que soy vieja.

Sia reprimió su risa, pero apenas.

━No iba a decir eso, iba a decir que dormimos sentadas, yo también tengo un dolor de espalda bárbaro...

Lin se levantó y comenzó a estirarse. Estirando su dolorida espalda, lo que le recompensó con un satisfactorio chasquido de su columna.

Sia no pudo evitar admirar la forma en que la camiseta blanca que normalmente usaba debajo de su armadura acentuaba las curvas de su cintura y pecho, o la forma en que los músculos de sus brazos se contrajeron cuando sus manos se cerraron en puños antes de soltarlas nuevamente. Ella desvió su mirada al sentirse tan descarada por disfrutarlo.