Paradise in hell

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El archivo estaba vació, ¿Cómo era eso posible? 

-Carajo, alguien viene, escóndete 

-¿Donde voy a esconderme? Aquí no hay nada- Dirigí mi vista hacia las neveras con cadáveres- Oh no, ni lo sueñes, prefiero que me encierren- Minutos mas tarde estábamos metidos junto a un cadaver, hacia mucho frio, y James parecía a punto de vomitar. Pasados 10 minutos me arriesgue a abrir el compartimento, no había nadie allí. Ayude a mi acompañante a salir, claro que no demoro ni dos segundo antes de vaciar su estomago en una cubeta. 

-Vamos a tener que llevarnos eso-señale el vomito- no podemos dejar evidencia.

-Lo siento, tengo un estomago sensible- se mostro apenado.

-Descuida, hay que salir de aquí, esto fue una perdida de tiempo.- estaba frustrada, no podía creer que hicimos todo por nada, estaba nuevamente como al inicio, sin nada. 

-Yo no diría que eso, ahora sabemos que alguien estuvo antes que nosotros, sino ¿Por qué estaría vació el expediente?, alguien oculta algo. 

-Tiene razón, eso es muy sospechoso,  para que alguien se tome esas molestias, debe de haber alguien queriendo cubrir sus huellas, y claramente hay algo que la prensa no esta contando.

Salimos rápidamente del hospital, mas confundidos que antes. Apreté con fuerza la pastilla en mi bolsillo y respire, todo estaba bien. 

-¿Todo en orden?- La mano de James sobre mi hombro me trajo  nuevamente a tierra. Asentí.- Bien, vamos a casa, necesitamos una ducha, apestamos a muerto, sin ofender a los pobres desgraciados de allí dentro.

Camino a casa no podía parar de sentir una molestia en el pecho, era ansiedad. Me estaba metiendo en la boca del lobo, y lo sabia. Sin embargo, no podía detenerme. Necesitaba mas, la adrenalina era droga para mi, un vicio.

Siempre sentí que necesitaba estar al borde del abismo para sentirme viva, de otro modo todo se sentía vacío, aburrido. Claro que los médicos me catalogaron como una persona depresiva acostumbrada al caos, me atestaron de todo tipo de medicamentos, sin prever que también era una persona con tendencias adictivas. Tuve en mis manos el poder para suavizar mi realidad, y lo tome, de hecho lo tome todo, sin discriminar. Kaidan fue quien me salvo de mi misma, o eso creía él. 

La realidad es mas compleja, era adicta al dolor, a los narcóticos, al alcohol, al sexo, todo lo que probara se volvía una adicción. Y siempre, pero siempre me salía con la mía, era experta en hacerle creer al mundo que estaba bien, mientras botaba mis antidepresivos por el retrete, porque según yo, me quitaban una parte esencial de mi personalidad, me quitaban la intensidad con la que sentía y actuaba. Y ahora, estaba envuelta en todo esto, mis sentidos me advertían, veía los letreros rojos, pero los ignoraba.

Respire antes de entrar a la casa, puse mi mejor sonrisa. No había nadie. Solo mi pequeño Morfeo, quien maullaba y se restregaba contra mis piernas. Lo tome en brazos, lo lleve conmigo a la cocina, dejándolo sobre la silla, coloque música y me serví una copa de vino tinto. Collide sonaba atreves del parlante, retumbando en la casa. De pronto me sentí excitada, y comencé a bailar seductoramente, como si alguien se encontrara allí conmigo. 

Luego de la tercer copa comencé a sentir calor, aun no me había quitado la ropa de la morgue, así que poco a poco fui quitándome la ropa hasta quedar en ropa interior. Tenia un conjunto de encaje fucsia, y mi cabello suelto. Los ojos cerrados, una mano sosteniendo la copa y otra hacia el cielo mientras bajaba al ritmo de la música.

Al abrir los ojos vi a Theo mirándome atreves de la puerta de cristal, sus ojos desprendían lujuria y algo dentro de mi se encendió aun mas. Abrí la puerta y lo tome de la campera arrastrándolo hacia dentro. Él estaba estático, sus ojos recorrían mi cuerpo sin parar. Me aleje un poco y seguí bailando de espalda al chico que conmigo se encontraba. Luego de dos minutos Telepatía sonaba, y como obra de magia, sentí las manos de Theo tomar mi cabello y jalarme hacia él.