OO1. Rosé, no

546 61 0
                                    

Nuevo día de clases, misma Rosé. Jennie y Lisa la vieron acercarse a ellas, sonriente y llevando orejitas de gatos en la cabeza que seguramente ella misma había encargado por internet, pues las coleccionaba al tener una obsesión con ellas. Su favorita era unas color rosa pastel, pero ese día llevaba unas blancas con manchas negras que ninguna de sus dos amigas se las había visto antes.

Lisa le sonrió enseguida que cruzaron miradas, viendo cómo cargaba su mochila rosada como si fuera lo más pesado del universo, cuando en realidad Lisa sabía perfectamente lo liviana que era, pues Rosé siempre se la hacía cargar.

Jennie no se quiso esperar a que su alta amiga llegara a ellas y corrió a su encuentro, lo que al final ocasionó que Lisa fuera tras ella, y entonces ambos avanzaron hacia Rosé como si la rubia tuviera un tipo de cuerda que usara para tirar de ellas y tenerlas a su servicio.

Jennie y Lalisa han sido amigas desde el jardín de niños, pero no fue hasta la edad de once años que conocieron a Rosé. Y ambas siempre tuvieron una preferencia y debilidad hacia la chica, que aunque ninguna lo mencionara en voz alta, ambas sabían que la tenían.

Y es que Rosé se comportó como el ángel de ambas desde que entró a su vida, era la amigo más dulce del mundo entero. Desde el primer momento se ganó a ambas con lo tierna que era.

Rosé siempre estaba para cuidarlas, aconsejarlas, animarlas, comprarles comida, darles regalos y mucho más que no encontrarían en ninguna otra persona al formar una amistad. En sólo unas semanas la rubia se ganaría el corazón de cualquiera, porque verdaderamente era una bella persona por dentro y por fuera. Todas sus acciones eran sin esperar nada cambio, y a veces Lisa y Jennie dudaban de que se diera cuenta de la manera en la que robaba el corazón de ambas.

Simplemente ella era la persona más atenta y dulce, con ambas por igual y de manera despreocupada, sin dobles intenciones de por medio. Era un regalito del cielo e inevitablemente Lisa y Jennie, al volverse su mejor amiga con el tiempo, desarrollaron un instinto de protegerla como a su propia vida.

Sabían que Rosé sabía defenderse sola, pero seguían queriendo evitar que algo malo le pasara a su amiga, porque la querían de una manera que en palabras era difícil de explicar.

— ¡Rosie catgirl! — gritó Rosé en cuanto estuvo frente a ellas, sonriendo hasta que sus ojitos se volvieron muy pequeñitos a la vez que señalaba con su dedo las orejitas que adornaban su larga cabellera rubia.

Su grito agudo y fuerte llamó la atención de gente a su alrededor, por lo que Jennie borró su sonrisa enseguida.

— ¿Por qué gritas siempre? Rosie, sólo manten la calma un poco. — le pidió la castaña, mirándola suplicante.

Pero Rosé no borró su sonrisa y sin prestarle atención a Jennie, se lanzó a abrazar a Lisa mientras reía fuertemente sin importarle hacer escándalo.

— ¡Lalisa! ¡No tienes idea de lo que me pasó ayer! — gritó en todo el oído de Lisa, lo que causó que la pelinegra hiciera una mueca al sentir un punzante dolor en su oído.

Separándose de Lisa sin siquiera darle tiempo de corresponder al abrazo, Rosé se la llevó, arrastrándola consigo del brazo sin prestar atención a la reacción de dolor de la pelinegra.

Jennie rodó los ojos, siguiendo a sus amigas e intentando poder igualar el paso que llevaban, pues Rosé caminaba toda apresurada y llena de energía.

— ¡Estaba en internet y le di a un link por error! ¡Terminé en una página porno! ¡Ni yo mismo sabía qué mierda ocurría! — anunció sin bajar su voz ni un poco, ganándose miradas de todas las direcciones mientras avanzaba por los pasillos.

Cry For Me | JenChaeLisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora