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Estaba incómodo.

Maldición hace más de una hora había encontrado una tienda de ropa junto con unos pantalones negros que se ajustaban correctamente, dejando de lado el pantalón que había sido ensuciado por su lubricante natural. Pero igual seguía incómodo.

Se quería restregar contra algo, como algún tipo de gato. Pero no tenía un palo de felpa para poder relajarse, solo tenía el brazo de Soarinng quien ya estaba bañado de las feromonas del Omega. Naranja y canela.

–¿Necesitas algo Aquino? Quizás encuentro algo que te sirva. –Inquiere un preocupado Alfa hacia el Omega quien poco después se apegó a su cuello para detectar el aroma de Soarinng.

–No... –Fue su última sentencia antes de alejarse de Soarinng y caminar al interior de una tienda, dejando a un confundido Alfa, pero Aquino estaba más cómodo ahora con el olor de un Alfa en él.

Duró poco debido al ataque de una orda de zombies y otra vez, tenía impregnado el olor ácido de los muertos. Y ahora, se encontraba pegado a Estailus buscando impregnar el aroma.

–¿Qué te pasa? –Ahora fue pregunta de Estailus para Aquino. Natalan iba en frente junto con Soarinng buscando suministros y más cosas que sirvan para su expedición y la acampada que vayan hacer si se detienen en un lugar.

Y lo mismo, cuando tuvo el olor de Estailus sobre él se alejó. –Ya pasó. –Y ahora fue turno de estar en frente buscando más cosas, entre ellas una navaja y una linterna. Soarinng volteo a ver a Estailus y este se encogió de hombros, sin saber que le pasaba a Aquino.

Que omega tan raro.

Aquino nuevamente estaba inquieto, Estailus y Soarinng se habían ido a buscar más cosas en la ciudad mientras caía la noche en ese centro comercial abandonado y Natalan se había ido a buscar lago con que abrigar al omega quien temblaba de frío por...

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Aquino nuevamente estaba inquieto, Estailus y Soarinng se habían ido a buscar más cosas en la ciudad mientras caía la noche en ese centro comercial abandonado y Natalan se había ido a buscar lago con que abrigar al omega quien temblaba de frío por la ausencia de calor, ni siquiera la fogata lo abrigaba. Además que el silencio estaba siendo su única compañera. Parecía un maldito loco hablando a la nada.

Poco después regresó Natalan con una cobija y le tendió a Aquino quien acepto gustoso y se abrigo con el felpa sobre sus hombros. Natalan tiró más madera vieja sobre la fogata improvisada y tomó asiento a un lado de Aquino. Era un silencio perfecto, al menos para Aquino quien tenía sueño en ese instante, pero Natalan decidió hablar:

–Oye, de verdad perdón por iniciar mal contigo, solo que fui criado se esta manera. –Cuando Aquino no respondió continúa con la charla. –¿Podemos iniciar otra vez?

Natalan extendió su mano hacia Aquino quien se cubría con la manta, miro la mano de Natalan extendida y luego al Alfa. Sonrió y extendió su mano aceptando un apretón de manos amistosa. Luego, se alejó. Está vez fue un silencio cómodo.

–Te he notado raro ¿Ocurre algo? –Aquino se encoge de hombros, restando importancia a su situación, pero, si Natalan se crió en una familia numerosa de Alfas y Omegas, quizás él pueda ayudarlo.

–Se acerca mi ciclo y bueno, buscaba una manera de sentirme seguro. –Sus ojos miel viajaron hacia la fogata buscando algo que le llamara la atención, intentando distraerse del Alfa que está avalado suyo. Natalan rie suave.

–Bueno, recuerdo que mi madre cuando estaba en sus épocas, como mi padre lo decía, padre se la pasaba a su lado. Siempre decía que era una manera de demostrarle que estaba con ella. Así que, ven. –Natalan atrajo a Aquino contra él, el omega no puso resistencia y se acomodó entre los brazos de Natalan. –Decía también para demostrarle a mi madre que estaba segura con él.

Aquino rio, sus ojos miel viajaron hacia Natalan quien sonreía con una felicidad inocente, seguro recordando épocas doradas de su niñez. –Tus padres suenan tan dulces, pero eres muy tradicionalista.

Natalan nuevamente rie suave. –Intentaré mejorar, lo prometo. Son como mi nueva manada que debo cuidar. Así que, qué tal si me cuentas un poco de tu vida.

–Es muy frustrante, pero lo haré. –Aquino comenzó desde una niñez llena de dulzura casi escasa y con su tiempo el como se defendía cuando se enteró su casta. Turbulencia en su vida.

Pero no todo era malo, habían anécdotas buenas que hacían reír al Alfa y al Omega, una vez fue cuando se cayó de la tarima por atrapar unas galletas y solo eran rollos de canela. Se llevó una regañada de su padre. Cuando Aquino concluyó, Natalan le siguió.

Contó la perdida de su ojo y el como esa fue una manera muy abrupta de descubrir su casta. Aún así se mantenía tranquilo, después de todo era el Alfa de la familia tenía que tomar el liderazgo, conforme las anécdotas continuaban las risas se propagaban y las tristezas también, llegó también el sueño y el cansancio.

Natalan se mantuvo pegado a Aquino y viceversa. Finalmente, fue Aquino quien se rindió al sueño. Y cuando Soarinng y Estailus regresaron para informar el encuentro de una casa casi cerca de donde estaban solo se mantuvieron quietos ante la escena que presenciaban, no tuvieron corazón de despertarlos así que lo harían a la mañana siguiente.

 Y cuando Soarinng y Estailus regresaron para informar el encuentro de una casa casi cerca de donde estaban solo se mantuvieron quietos ante la escena que presenciaban, no tuvieron corazón de despertarlos así que lo harían a la mañana siguiente

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Aquino despertó y no precisamente en los brazos de Natalan, era una cama cómoda. Pensó que fue un sueño todo ese caos cuando vio su buso blanco aún con la sangre seca de los zombies. Bueno, no le costó nada ilusionarse.

La habitación era grande, pero acogedor para un matrimonio, un armario que pareció ser abierto al apuro cuando se hubo informado de este caos y ropas tiradas por no avanzar a llevarse lo suficiente. Se estira levemente y bostezo, logrando que sus huesos crujan.

Podía empezar a ser un buen día.

Apocalypse [Trans! Aquino]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora