Capítulo III.

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Mile estaba de pie frente al retrato de su madre, que lo adornaban dos bellos jarrones con flores preciosas, él estaba demasiado conmovido por ese detalle de Apo, también se encontraba muy agradecido.

Admiro con ternura el rostro de su madre, le hacía tanta falta, la extrañaba con locura. Deseaba volver a abrazarla y aspirar su dulce aroma.

Mile se fue de ese lugar antes de que comenzara a llorar, no quería ponerse sentimental.

Se dirigió al patio con una charola en las manos, la dejo sobre la mesa que estaba en el jardín y le hizo una señal a Apo para que se acercase.

Mile comenzó a servir el té en unas lindas tazas rosas con dorado en la orilla.

—Siéntate Apo—ordeno.

Apo obedeció y se sentó a su lado.

—Bebe un poco de té, sé que te gustara, y también pruebas estas galletas, son de manzana.

—Gracias joven Mile...

—¿En qué quedamos Apo? ¡Vamos! Soy dos años mayor que tu...

—Si. Pero usted es de otra clase social y yo...

—Silencio. ¿Otra vez lo mismo? Eres humano yo también. Somo iguales. Basta de clases sociales, eso no existe en mi casa ¿De acuerdo? Cuando me hablas con formalidad, me siento muy viejo.

—Lo siento... Mile.

Este sonrió victorioso, para después tomar su taza y darle un pequeño sorbo.

—Gracias por ponerle flores a mi madre.

—Quizá fui imprudente...

—No. Gracias Apo. Se ve más hermosa de lo normal.

Apo sonrió.

—¿Cuál era su nombre?

—Jaidee. Era tan hermosa como su nombre, era bellísima. Siempre vestía muy simple, pero a pesar de eso se veía maravillosa, amaba cocinar, la recuerdo siempre en la cocina preparando algún postre o cualquier cosa.

—Como tú Mile.

Mile negó con la cabeza.

—Creo que solo trato de imitarla, para no extrañarla tanto.

—¿Y tu padre?

La sonrisa de Mile desapareció, sus facciones se volvieron frías y tenso la mandíbula.

—Ese hombre está muerto.

—Lo siento, creo que no debí mencionarlo...

—Está bien, es natural preguntar por los padres de los demás. Pero, yo solamente extraño a mi madre. Él seguramente debe estar pudriéndose en el infierno. Claro si existe uno. ¿Crees en el infierno Apo?

—Si—afirmó a la vez con la cabeza—Mis padres decían que ahí van las personas malas.

—Seguramente yo iré ahí...

—Lo dudo Mile. Estoy casi seguro que iras al cielo.

Mile se hecho a reír ante las palabras del joven.

—¿Yo? Al cielo... debe ser una broma Apo.

—No lo es. Creo que eres muy bueno y amable. Eres diferente.

El más grande se quedó en silencio después de escuchar esas palabras.

—Bebé tu té, anda, se va a enfriar.

Mile se quedó mirando hacia el jardín.

—Mi madre amaba las flores, le encantaba verlas, estaba en contra de cortarlas, pero a mí me gusta verlas adentro de la casa—sonrió, para después hacer una larga pausa—Mi padre la mato.

Anhelo- MileApoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora