"Detrás del muro de Ross, donde la humanidad no ha podido ver qué hay detrás de ese bloque de hielo, existe un mundo de maravillas: el mundo de las elementales, personas capaces de controlar los elementos a su antojo y de mantener el equilibrio en l...
Hola, espero que todos estén muy bien. 😘 Espero que este capítulo les guste a todos y puedan dejarme en sus comentarios sus opiniones y reacciones. ¡Se les quiere!
Muchas gracias a mis amigos por recomendar mi libro por todas partes y por aguantar mis lluvias de ideas. Los adoro. Si tengo tiempo, les dejaré el capítulo 7 mañana, y si mi editora lo corrige rápido
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Se suponía que Abi no debía estar ahí, pero estaba parada en una esquina fulminándome con la mirada mientras yo sostenía el cuerpo inconsciente de Deiciri entre mis brazos.
—¿Necesitas que te dé un puñetazo para arreglarte los ojos, princesa? -mi hermana sentía un odio horrible hacia mi novia, así que esos comentarios ya no me sorprendían.
—Vamos a calmarnos un momento —Eulin acababa de entrar a la habitación—. Primero lo primero, ¿qué le diste?
—Prafemera, ¿por qué? —todos me miraron como si acabara de decir una locura—. O sea, sé que en elemental se usa para dopar caballos, pero queríamos que hiciera efecto rápido.
—A ti hay que mandarte a un psiquiatra, maldito loco. ¿Cómo vas a meterle prafemera, una droga que se usa para animales grandes, a una adolescente de 17 años que mide 1.64 y que pesa lo mismo que medio saco de papas? —Eulin respiró profundo y yo solo estaba ahí parado con mi cara de amargado y los brazos cruzados.
—Lo hecho, hecho está. Mejor coloquen las coordenadas bien en el armaques y vámonos de aquí rápido —Afichi, como siempre la más desesperada por todo, fue la encargada de colocarle las coordenadas en el armaques y dibujar la marca en la pared para abrir la puerta que nos llevaría al castillo elemental.
—¿Por qué no la carga otra persona? —mi novia estaba negada.
—Por la misma razón por la que no te he tirado por un puente o te he arrojado un vaso de hielo en modo elemental -no sabía qué me tenía más harto, si los lentes de contacto azules o mi hermana y mi novia.
—Ya llegamos —Eeitan se estaba cambiando y Âmiti no sé qué carajos estaba haciendo, pero tenía el labial bien corrido y el pelo muy desarreglado. Antes de irnos, Eulin le dijo a un guardia que vigilara al tal Ángel, aunque tenía el presentimiento de que si le ponía una mano encima a Andiri, no iba a poder volver a hacerse una paja en su vida porque había visto a esa niña cortar cabezas de idiotas por agarrarle el culo. Así que no me preocupaba. Lo que me preocupaba era Deiciri. Apenas podía sentir su respiración; estaba respirando forzada, pero también podía ser porque la tenía cargada como un saco de papas.
—La próxima que baile otro —pude escuchar ese comentario antes de pasar por la puerta de armaques, y estaba claro quién lo había dicho.
En cuanto llegamos al castillo elemental, dejé a Deiciri en una de las habitaciones. Ya eran las 9 de la noche y los reyes solían acostarse temprano, así que solo había guardias en el castillo. Deiciri seguía sin despertar, así que la dejé tranquila y me fui al lugar donde estaban los chicos.