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Volviendo de regreso por donde había caminado horas antes, Takemichi tuvo el presentimiento de que las calles no eran las mismas que recordaba haber recorrido con Luna.

Miró a su alrededor, sus pasos firmes y suaves se detuvieron en un lugar vacío. El lugar parecía estar desierto, sombrío y frío como un cementerio. Los árboles secos, con alguna que otra hoja cayendo al suelo, hacían más amenazadora la zona que lo rodeaba. Takemichi solo puedo suspirar impotetente, sabía que esto sucedería si hubiera optado por venir solo sin alguien que lo guiará por las aún desconocidas calles, y al parecer, aunque si habia traido a alguien que lo guiará, fue inevitable que su indagación no se cumpliera.

—Sabía que la suerte no me amaba, pero que me odiara ya es demasiado—Susurro indignado. Takemichi miró por última vez el lugar donde estaba, luego, acomodando nuevamente su capucha siguió el camino por la plaza desierta.

El frío rápidamente comenzó a surtir frutos, a pesar de que estaba abrigado, no fue suficiente para que su cuerpo no temblara. Sobo sus manos entre sí, y frunció la nariz cuando una nueva rafaga de viento lo golpeó.
«¿Por qué está haciendo tanto frío?» Takemichi no tuvo idea. Era época de verano, y en ese tiempo del año, el calor en todo el país es tan caluroso que se podría imaginar derritiéndose cual muñeco de nieve.

Al dar fuertes y largos pasos, Takemichi pudo escuchar el suave ruido de música proveniente de un bar de mala muerte a dos kilómetros suyo. Sin ninguna opción, camino hacia allí, esperanzado de encontrar alguien que le de indicaciones de como llegar al mercado más cercano.

Abre la puerta de madera al llegar. Dentro del lugar, las personas estaban festivas, bailando sobre las mesas con vasos de cerveza al compás de la música alegre. Takemichi tiene que fruncir el ceño cuando percibe el olor suavemente a sudor que provoca cuando dos personas acaban de tener un momento “Romántico”. Sin dar más importancia a su entorno, se acerca a la barra y se sienta mirando a alguien que lo atienda.

—¿Nuevo por aquí?—De repente, la voz de un hombre le habla al lado suyo. Takemichi lo mira y alza la ceja cuando nota que el desconocido está de igual manera encapuchado. Duda un momento en si respondes, pero al final termina asintiendo con la cabeza.

—Y yo supongo que usted es alguien muy frecuente a estos lugares sí pudo notar mi desconocida presencia—El hombre a su lado suelta una risita.

—Tal vez—Takemichi mira de reojo e intenta mirar los rasgos del hombre. A primera vista puede deducir que es plebeyo considerando la ropa desgastada que lleva puesta. «Tiene el cabello rubio» piensa al notar los mechones sobresalir por la capucha. Mira hacia sus manos que sostienen el vaso de madera con fuerza mientras toma con delicadeza la cerveza; son delgadas y blancas, con dos tatuajes con las palabras “Castigo” y “Crimen” puestas en ellas.
Puede notar que es un hombre que entrena mucho con la espada.

¿Soldado? Tal vez.

Mediante divagaba con curiosidad al hombre a su lado. Un bartender se acerca y lo llama. Takemichi lo mira y pide un vaso de jugo, luego se queda en silencio y espera pacientemente. Siente la mirada del desconocido a su lado, mirándolo de arriba abajo como si fuera un animal. Takemichi toca la barra con un dedo como medio de su nerviosismo.

—¿Sucede algo?—Pregunta. A lo que el hombre vuelve a reír suavemente. Takemichi voltea la mirada y se encuentra con que el hombre ya está mirándolo con una mano sosteniendo su mentón. Aún no puede ver su rostro del todo, pero sí su juguetona sonrisa que parece ser como la de un zorro.

—Me he dado cuenta de algo—Dice—Su abrigo es muy bonito, y la joya que tiene como broche me hace pensar que eres uno de ellos. De esos nobles mimados—Takemichi frunce el ceño y vuelve su vista al frente cuando el bartender le trae su bebida.

El Villano PerdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora