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El silencio surco en el espacio. Los árboles y los arbustos podados en figuras rectas adornaban el patio en silencio. El día estaba brillante, como un día normal en épocas de verano. Takemichi en su ajetreo semanal solo pudo suspirar con cansancio mientras Yumi le servía una taza de té. Últimamente ha tenido mucho trabajo y contratiempos con el Ducado, eso principalmente porque muchas cosas habían estado descuidadas debido a la servidumbre incompetente que no hacia nada, ademas, como su padre no mostraba mucho interes en el, los empleados tomaban sus ordenes como mera mente caprichos para llamar la atencion. Y eso de cierta manera lo tenía molesto.

Aunque también por otro lado, su decisión por cambiar algunas cosas en el Ducado es para dejar todo bien organizado antes de empezar a buscar un lugar cómodo fuera del país. Sabía que debía estar preparado para las catástrofes que se avecinaba, y a pesar de que puede cambiar las cosas, nada le asegura que su futuro no vuelva hacer lo mismo.

Takemichi aun pensativo se recuesta en la silla y mira el horizonte. Mediante el tiempo pasa, puede notar a Yumi con una mirada risueña.

—¿En que piensas?

—No es nada, su excelencia. Solo es el hombre con el que su padre platica ¿No le parece muy apuesto?—Takemichi rueda los ojos entendiendo su actitud y observa desde el balcón a su padre discutir con el aprendiz que había llegado de visita una semana después de que los Tachibana se hubieran retirado.

Al principio había sido inesperado el haberse encontrado a Kakucho una mañana que había bajado de su habitación en busca de algo para calmar su sed. Eso porque todos sus encuentros habían sido en el palacio antes de que fuera encerrado en prisión. Aunque no había dicho mucho en realidad, basándose solamente en saludarse cordialmente y pasar de largo.

Suspiró suavemente y volvió su vista hacia su mucama.

—Te sorprendería saber que ese “apuesto hombre” fue uno de los pocos amigos que tuve en mi infancia.

—¿Enserio? No sabía que su excelencia había tenido amigos.

—¿Enserio me veo tan amargado?—Takemichi frunció los labios y negó con la cabeza antes las palabras de su sirvienta.

—No, no quería sonar mal, lo siento.
Es solo que no me imagine que usted y el aprendiz de su padre hubieran tenido una relación, eso porque note que ni siquiera le dirige la palabra. Parece como si lo odiara—Yumi lo miró con una mirada nerviosa después de hablar. Takemichi hizo una mueca y le dio la razón en silencio.

Después de ese encuentro en esa mañana. Ninguno había dicho una sola palabra en todo el tiempo en que Kakucho había estado hospedado allí. Y Takemichi sin querer molestar al hombre tampoco trato de acercarse. Eso principalmente porque la relación que ambos había llevado a lo largo de los años y tiempos no había sido tan buena. Pues cuando los dos eran más jóvenes, ambos si habían comenzado una leve amistad. Hablaban y pasaban el tiempo como dos niños normales. Sin embargo, después de que Kakucho perdiera a sus padres en un asalto de bandidos, poco a poco su amistad se vio distorsionada. 

Su padre en ese entonces como su madre había sido cercana a la madre de Kakucho, había decidido ser su tutor, promoviendo su seguridad y comodidad. La cuestión era que en esos períodos de tiempo, su madre también había fallecido repentinamente y al ver que su progenitor estaba más dispuesto en estar y entrenar con un niño que apenas y conocía, causó que algo dentro de él se oscureciera.

El Villano PerdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora