Capítulo Uno

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Observó fijamente cada uno de sus rasgos perfectos, que si ella pudiera escuchar mis pensamientos, seguramente pensaría que es algo demasiado extremo. Suspiro, y paso mi dedo suavemente por sus rosadas y regordetas mejillas admirado su cuerpo curvilineo debajo de las sábanas de seda que ocultan más secretos que el cabello de la reina.

La acerco aun más a mi cuerpo, sin importar la sensación de el sudor ahora frío y la pegajosa seda qué tiene de deber molestar mi piel. Secretos...como libertino, como hombre he tenido mucho de ellos, pero ella, ella es mucho más que eso. Aún recordando como la conocí, como la ví, como la desee...y como ella se enamoro de mi hermano en el mismo día.

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El viento molesta mi rostro mientras cabalgó con mi fiel caballo, de color marrón con ojos agrandes que siempre me a acompañado. Demasiado diferente a los gustos de Anthony, siendo más domable y tranquilo que un caballo de carrera demasiado tenso y treparado para correr a la velocidad del viento.

Observó como el tonto de mi hermano menor, Colin, decide mostrar que es mas rápido que yo, lo cual respondo con un bufido, que seguramente madre habria mirando con desaprobación, y empiezo a ir mas rápido detras de el. En un momento a otro, Colin cae de su caballo y se embarra en el lodo de aprincipios de otoño. Ahogo una risa al ver una mata de rizos rojos que corre hasta mi hermano.

Siento como mi respiración se entrecorta, mis ojos avellana mirando el rostro redondo y avergonzado de la joven, que no debería de tener más edad que la pequeña Eloise, de solo 8 años. Mi corazón palpita de forma extraña, lo cuál en ése momento no pude sentir al estar perdió en sus ojos celestes cielo y el sonrojó cálido por el rostro de esa joven.

Qué algunas semanas más tarde, descubriría que esa niña se llamaba Penélope Feadrigton y no solo era amiga de la energética Elois, también siendo hija de esa mujer dragón que me eriza la piel de solo verla.

Saliendo de mí ensoñación, observo la mirada de la niña dirijida hacia mi hermano que provoca un sentimiento de dolor de estómago, o hasta náuseas que no entiendo del todo. Frunzo el seño y decido dejar de ver esa escena para poder ir a ver a Colin, dándole a esa linda niña una última mirada extraña. Sin saber que ese sería el primer momento de un vida de completo descontrol, angustia, obsesión y celos.

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La observo despertar, río levemente al ver sus ojos celestes mirando me fijamente con sueño saliendo lentamente de el placer de obtener descanso luego de nuestro divertido juego prohibido.

"Buenos días, mí bella durmiente. Espero que está día no sea el último en vernos nuevamente." Paso una de mis manos por su cabello de fuego ardiente, tratando de dejar los recuerdos de anoche para otro momento. Disfrutando de tenerla cerca de mí, solo por hoy, solo por ahora, solo nosotros dos.

"Buenos días Sr.Bridgerton. No creo que usted dejé que esto sea algo de una última vez, como todas las demás." Otra vez caigo en el mismo hechizo, sus palabras adormiladas encendiendo una llama que quema en mí pecho. Dejo un beso en sus labios rosas, esos labios que no son mios, pero qué reclamo en una noche oscura como si fueran la mejor última cena.

Decido por éste último momento de la mañana, escondidos en una cabaña alejada del mundo, de su marido, de mí mujer, de mí hermano y de la crítica de la sociedad. En una cabaña donde ella es mía, dónde yo soy suyo y dónde no tenemos que finjir.

Ella no se lo dirá a Colin.

Yo no se lo diré a Sophie.

Un secreto solo nuestro, dónde el único pecado es no tener más tiempo y el único placer es estar en los brazos del otro, solo siendo de ellos en la oscuridad dónde la luz es la misma pasión en nuestros pechos quemando nuestros corazones.

Dejo un beso en sus labios con fervor, dejando salir cada parte de mí deseo, de mí amor, de mí obsesión por ella. Gimiendo al sentir como ella corresponde, mí diosa afrodita, mí Venus y mí musa. Sintiendo el beso del pecado prohibido en nuestros labios deseosos de mas, una afirmación de lo que está apunto de pasar....Una muestra de amor puro, la encarnación del deseo y el placer de lo que consideró mio.

Por qué ella no lo ama, ese soy yo, y yo no la amo, ese lugar es de solo ella. Penélope...Pen...My red lady. Tantos nombres para llamar al mismo fuego que impulsa mí corazón, pero el único que en verdadera deseo es llamarla mía.

Nadie acepta a un pecador, nadie acepta a un monstruo sin corazón ni dignidad. Pero por ella, dejo mi caballerosidad, mí honor y hasta la última pizca de dignidad para poder sentir sus labios, su piel y sus manos pasando por mí cuerpo con la misma intensidad devota. Lo único que no puedo asegurar, lo único que no entiendo pero recuerdo como si fuera ayer en una de las habitaciones espaciosas en Aubry Hall es...

En qué momento paso?.
(No me arrepiento, es nuestro secreto, mí Lady.)

En qué momento paso?...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora