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Disputa inesperada 

—No me agrada ese hombre.

Jimin evitó enarcar una ceja y miró a las figuras que se alejaban de ellos, prestando especial interés en el hombre más alto y que portaba gafas oscuras cubriendo sus ojos. Observó a Jungkook abrirle la puerta al príncipe heredero como lo vio esperar porque éste se encontrara dentro, para cerrársela.

Se recordó que su padre estaba a su lado, pero sus ojos se mantuvieron anclados al hombre, incluso cuando éste se encaminó al asiento de copiloto y antes de ingresar por completo, alzó su cabeza con ligereza. Viendo en su dirección, asintió a modo despedida y quizás sus ojos le estaban mintiendo y su visión fallando, pero él creyó ver sus labios curvándose en una sonrisa discreta.

—¿El futuro sucesor de la corona?

El rubio prefirió hacerse el tonto y fingir que no sabía quién, en específico, no le agradaba a su padre. Porque siendo él justo, el futuro rey de Seúl, no le agradaba tampoco.

—No sé quién te haya comentado que hacerte el tonto era una actitud linda de portar, pero no lo es. En absoluto.— replicó sin ningún tono en especial en su voz. No lo necesitaba. Su mirada era lo suficientemente reprobatoria como para necesitar demás.

—No era mi intención ofenderlo.

El hombre mayor profirió un sonido desde su garganta, dejando a la vista el escepticismo que sus palabras le generaban. Y como era de esperarse, no le quedó más opción que realizar una reverencia significativa.

—Lo siento.— sus palabras expresaron el arrepentimiento necesario porque su padre pareció convencido y la dureza en sus ojos se aligeró, lo justo.

—Simplemente no encuentro gracioso que esté rondándote.

De tener la liberta de hacerlo, Jimin habría reído. Pero no la tenía y apreciaba su vida lo suficiente e incluso más. Porque siendo objetivo, era él quien giraba entorno al alto cuando éste no estaba ocupado recorriendo los perímetros de su casa o manteniendo conversaciones con otros miembros que integraban el equipo de seguridad de su casa.

—Sólo es amistoso.— excusó sin mucho esfuerzo. El hombre a su lado no le creyó.

—Demasiado para mi gusto.

En su mente, no concordó. Jungkook era lo suficientemente amistoso para él, le platicaba sobre algunas cuestiones banales de su trabajo, pero sin ser demasiado específico o detallista en nada. Le regalaba un par de sonrisas sin mucho esfuerzo y su actitud cortés seguía estando presente incluso cuando, supuestamente se trataban como si fueran dos buenos conocidos sin ninguna diferencia o etiqueta de por medio. Su humor era fácil de llevar pero aún así, ese era todo.

Su padre estaba viendo cosas que no existían.

—Puedo asegurarle que no es así.— insistió con mayor convicción, volteándose a verle con lo que él esperaba, fuera determinación en sus palabras—. Su actitud no es más que cordial y sus intenciones, amistosas.

—Ya veo.— dijo el rey con una mirada evaluadora, persistentemente fija en su rostro—. Espero que, esa destacable sensatez se mantenga de la misma forma que espero que, sus intenciones no muten y se mantengan amistosas.

—Estoy seguro que así será.

—Me refería a ti, hijo mío.

Jimin parpadeó un par de veces y vio al hombre darle una última mirada antes de volver al interior de su casa.

Sus labios se apretaron entre sí, ligeramente disconformes con la advertencia recibida. A pesar del sentimiento, no había mucho que pudiera hacer más que aceptarlo y a la fuerza, sepultarlo en algún rincón de su interior donde sea menos perceptible y amargo.

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