Capítulo 8

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—Su majestad, el guardia ya se encuentra aquí, ¿Lo hago pasar?

—¡Si! —expresó sonriente Jooha—. Ya se pueden retirar, si alguna persona importante requiere de mi atención le pueden decir que estoy indispuesto.

—Como diga su majestad.

Reverenció saliendo de la habilitación, dándole paso al alfa.

—Buenos días, su majestad. ¿Pidió verme? —preguntó Pilwon con la mirada baja.

—¿Por qué no me miras? —preguntó haciendo un mohín.

—Se ve hermoso, su majestad. —viéndolo al fin—. Me pongo nervioso ante su divina presencia.

—¿Lo dices enserio? Creí que mis damas hicieron una mala elección con el vestido.

—El vestido solo se ve hermoso por que usted lo trae puesto, su majestad.

—No me digas su majestad. Estamos solos, solo tu y yo. —entrelazo sus brazos en el cuello del alfa.

—Como diga, mi príncipe. —envolviendo su cintura con sus enormes brazos.

—¿Tu príncipe? —preguntó con un sonrojo en su rostro—. ¿Ya me reclamaste como tuyo?

—¿Fui demasiado lejos? Perdóneme por mi atrevimiento. —cabizbajo.

—No, suena perfecto. —besando sus labios suavemente.

El beso que comenzó tierno fue subiendo de intensidad al igual que el agarre que proporcionaba el alfa a la cintura del omega. Ambos estaban desesperados devorando sus labios, a diferencia de Dan. Jooha amaba sentir las feromonas del alfa con quien estaba, eran tan dulces y varoniles.

—Pilwon hueles delicioso. —gimió—. Rápido, quítate el pantalón.

—Si, mi príncipe.

Desabrocho su pantalón dando paso a un miembro palpitante que pedía atención a gritos, por su parte Jooha desató su corset y alzó su vestido.

Se recostó en la cama, mientras abría las piernas dándole paso a el alfa para que introdujera su gran miembro rápidamente.

El alfa empujó la mitad de su verga en el interior, sintió como el agujero del omega se abría lentamente para recibir su enorme miembro. Jooha gimió y jadeó al mismo tiempo, como si estuviera en celó, Pilwon beso su frente y empujó un poco más hasta llegar al punto que se sentía tan bien del omega.

—¡ahhh! se siente bien. Más... métela un poco más.

Salió del interior del omega, abrió más sus piernas y embistió con fuerza hasta que todo su miembro estuviera completamente dentro del interior cálido, llegando a su útero.

—ahh! mi príncipe me aprietas tan bien.

—¡ahh! Pilwon ¡Sí!

Por otra parte, Dan se dirigía hacia la habitación de su hermano, notó a las damas nerviosas y murmurando entre ellas ante su presencia. Lo cual era raro.

—Abran las puertas, deseo ver a mi hermano.

—Su majestad. —reverenció—. El príncipe se encuentra indispuesto en este momento.

—Con más razón abre la puerta.

—Si majestad, enseguida. —dijo con miedo—. Abran las puertas. —ordenó en voz alta la dama a los guardias.

Del otro lado, el omega y el alfa quedaron petrificados al escuchar la orden de la dama obligándolos a vestirse rápidamente para no ser descubiertos en tan atrevida situación.

El Harem del Omega Donde viven las historias. Descúbrelo ahora