Capítulo 4 De cero

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No pensé mucho las cosas una vez que llegué a casa, tomé un par de maletas y las llené con mi ropa y cosas más importantes, desde ahí, llamé Harry, quien llevaba un tiempo viviendo en el área muggle de Los Ángeles, pidiéndole asilo durante unos días en su casa, no le quise contar todo por teléfono, él por supuesto accedió y se ofreció a él mismo pagarme un boleto de avión, pues viajar de manera muggle era la más sencilla y rápida en ese momento, no me opuse.

Mientras esperaba el taxi que me llevaría al aeropuerto, a mi ventana llegaron dos lechuzas, una de Draco y otra de Astoria.

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"Hermione, amor, ¿dónde estás? Hablemos"

"Hermione, por favor responde, Draco está vuelto loco sin saber de ti, y yo también estoy preocupada"

No respondí, no podía o sabía que los dos me terminarían convenciendo de volver y no debía hacer eso.

Mi vuelo despegó a las cinco de la mañana con destino a Los Ángeles, siendo un vuelo largo y más con el huracán de pensamientos sobre Draco que me atormentaron a cada momento, hasta que al fin aterrizamos. Salí a donde me esperaba al que consideraba mi hermano y su esposa, ambos con amplias sonrisas que intenté imitar.

—Bienvenida, hermanita—Harry me abrazó fuerte a él.

—Gracias por recibirme—vi a mi cuñada, por así decirlo, quien tenía pocos meses de embarazo—, Ginny, te ves hermosa.

—En unos meses pareceré una ballena.

— ¿No era más bien una vaquita sexy? —Harry volteó a verla con una sonrisa.

— ¡Oigan! Estoy aquí.

Los tres reímos mientras caminábamos hacia el estacionamiento, Harry llevando mis dos maletas y Ginny con su brazo rodeando mis hombros. No preguntaron nada y eso lo agradecí, había sido un vuelo largo y por ahora lo que quería era descansar un rato, después hablaría con Ginny, pues en el camino sólo había dicho que podría ayudarme a conseguir un empleo, pues en las últimas semanas prácticamente Astoria me había pagado por acostarme con su esposo, otra cosa más a mi autoflagelación.

—Tengo una amiga muggle que necesita una asistente, su oficina está en Long Beach, queda cerca de donde yo trabajo, así que si aceptas, podríamos ir y regresar juntas.

—Por mí está bien.

—Entonces la llamaré, mientras instalate.

Su amiga dijo que podría presentarme en dos días, el día extra lo tendría para comenzar a acostumbrarme al lugar y para conocer sólo un poco de la ciudad gracias a Harry que fungió como mi guía.

—Entonces—habló mientras manejaba hacia donde sería mi trabajo—. ¿Qué te hizo mudarte de Londres a California?

—Me aburrió—traté de sonar convincente, pero no despegué mi mirada de la ventanilla.

—Ya, claro—rio—, sé que cuando estés lista me lo dirás, por ahora, bienvenida a tu nuevo hogar, Hermione.

—Tal vez—suspiré volteando a verlo, dándole una sonrisa—. Gracias por darme hospedaje, en cuanto me sea posible buscaré un departamento cercano a la oficina.

—Toma el tiempo que necesites, sabes que me encanta tenerte cerca.

Mi trabajo como asistente comenzó y gracias a que siempre había alguna necesidad que atender no tenía tiempo de pensar en Draco y lo que dejé atrás en Londres, hace tanto que no era completamente partícipe en el mundo muggle, pero me estaba adaptando y tal vez estando lejos él podría incluso enamorarse de su esposa, bufé, en dos años no lo hizo, ¿qué probabilidades había de que lo hiciera ahora? Como sea, no iba a estar cerca para averiguarlo.

El Acuerdo (Dramione)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora