C 1 : Origen

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En el Inframundo, hogar de los demonios, hace muchos años atras.

Un joven pelirrojo paseaba por la mansión en camino a su próximo deber, algunos años atrás cuando le propusieron este trabajo se estaba graduando, ahora mismo trabajaba para un gran demonio que podría llegar a ser el rey demonio si se atreviera a tomar el puesto.

No hace mucho el rey demonio había desaparecido y aunque era preocupante no era su problema inicial.

Su actual y verdadero problema radicaba en que lo habían invocado al mundo humano en medio de su camino a limpiar la sala principal. Está era su primera vez en el mundo humano algo normal considerando que pocos habían subido.

Miró alrededor encontrando una pareja peculiar que lo miraban curiosos. Eran humanos era claro, sus orejas redondas y la carencia de colas, cuernos o alguna cosa que demostrará lo contrario lo confirmaba.

- Si te invocamos ¿Es verdad que puedes cumplir cualquier deseo nuestro? - pregunto la mujer emocionada, era extraño. ¿No se suponía que los humanos eran apetitosos? Estos humanos no causaban nada en su apetito.

Por otro lado conocía las reglas que implicaban una invocación con un humano, no podría volver a menos que cumpliera el trato con el humano invocador y fuera libre de volver, así que estaria atado a la mujer que tenía la herida de sangre en su mano hasta que eso se concluyera. Lo que era extremadamente malo ya que no había terminado sus deberes de limpieza y no podía tomarse días de descanso sin previo aviso.

- así es. ¿Cuál es tu deseo? - pregunto viendo cómo la mujer se lanzaba sobre su pareja entre risas.

- quiero que mi amado y yo nunca nos hagamos viejos, quiero que seamos jovenes para siempre - sentenció con una gran sonrisa. Esto solo confirmo los dichos que escucho antes, los humanos realmente son banales.

El demonio la miro brevemente, notaba el embarazo que tenía, el olor era más que claro y rememorando en sus pensamientos pensó en que nunca podría tener hijos... El demonio de quién gustaba no le aceptaría, lo que era triste pero aceptable.

Por lo que vio su intercambio perfecto para ese hechizo, pero debería hacer las cosas bien.

- bien, volveré en tres días, ahí te diré el precio de tu deseo - dijo para forzar su regreso, lo cual era molesto ya que tuvo que pasar por migración y para rematar tuvo que explicar la razón de su paso, no había nada que esconder mas que el precio del hechizo, algo que bien podia ocultar.

Una vez llegó, primero termino sus deberes, una vez eso terminado fue al colegio donde le pediría unas cosas al director. Necesitaba su ayuda para conseguir los ingredientes que ocuparía, si iba a pedir al hijo de esa mujer debería asegurarse que cuando llegara a sus manos se volviera en todo un demonio, un humano en el Inframundo sería demasiado peligroso y no podía en ese riesgo a su hijo.

- Opera, no esperaba tu llegada ¿Necesitas algo? - pregunto una ves lo tuvo en frente, la oficina del director era un buen lugar para hablar.

Le explicó la situación, su deseo de quedarse con el bebé, algo que fue aceptado por el hombre de buena manera, le proporcionaría los ingredientes necesarios por lo que estaba por retirarse.

Hasta que entro el demonio que le gustaba, desde que había estado en la academia le había interesado, pero tristemente no era correspondido. Eso no impedía que lo siguiera molestando aunque no pudo por mucho está vez ya que debía ir por las cosas que necesitaba.

En su camino mientras recordaba y se recalcaba que no podía seguir con esos sentimientos encontró el cabello del demonio del que gustaba, su olor bien marcado, unos cuantos cabellos que se habían caído y ahora estaban en su ropa. Como si el destino hubiera hecho su parte los tomo.

Hijo demoniacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora