28

669 44 0
                                    


Never say Goodbye - 23 Years



Arthur me cobijó en la cama y me trajo una bandeja con una taza de café y galletas con chispas de chocolate, como las que me dejaba frente a mi puerta cuando éramos niños

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Arthur me cobijó en la cama y me trajo una bandeja con una taza de café y galletas con chispas de chocolate, como las que me dejaba frente a mi puerta cuando éramos niños.

Lo agarré del brazo antes de que se marchara nuevamente a la cocina y lo atraje hacia mí.

Necesitaba un abrazo suyo, lo necesitaba demasiado y no quería que se fuera de mi lado. Podría pasar el resto de mi vida aferrada a ese abrazo con tal de no despertar otra vez en la realidad.

-Tranquila, Madd. Iré a apagar el horno y vuelvo a acostarme contigo, ¿de acuerdo? -asentí con la cabeza como una niña pequeña.

Me había transformado en eso después de la noticia, era irónico, pero al final Arthur si había conseguido una hija porque me cuidaba como si fuera una.

Y muy pequeña, no podía hacer casi nada sin él acompañándome.

Me daba miedo hacer algo y estropearlo más.

Ya había destruido el sueño de Arthur, no podía arriesgarme a cometer otro error.

Cuando volvió, encendió la televisión y se quitó los zapatos para colarse bajo las sábanas. Ninguna había ido a trabajar.

No quería nada.

Nada salvo algo que nunca tuve y nunca tendré.

Rompí a llorar cuando Arthur me estrechó entre sus brazos y mi rostro quedó a la altura de su pecho. Su olor me hería, su respiración me acuchillaba, su voz, su mirada, la forma en que la sentía quebrarse junto a mí por mi culpa.

No me lo merecía, Arthur era demasiado bueno para alguien como yo y recién me daba cuenta.

-Ya, ya pasará. No tienes preocuparte, me basta con que sigas a mi lado por siempre. El hecho de tenerte ya me hace feliz -lloré con más ganas.

Estuve así unas cuantas horas, cuando me dormí Arthur se quedó viendo televisión, pero sin soltarme ni un minuto.

Él era el fuerte en esta relación, yo la inútil.

No quería moverme, ni siquiera pensaba que eso fuera una opción. Quedarme por siempre en mi habitación tal vez fuera lo mejor que podría hacer y dejar que Arthur no sufriera conmigo, no sería tan egoísta para hundirlo en esto.

-Hey, ya despertaste, bonita. ¿Tienes hambre? ¿Quieras que te traiga algo? -me dijo en cuanto me vio con los ojos abiertos. Me besó en los labios, pero el beso me supo salado, melancólico y marchito. Sin embargo, lo disfruté.

-No, gracias. Quiero quedarme aquí un rato más.

-De acuerdo. Iré a ducharme -asentí en silencio y la dejé ir al baño.

MARRY ME / Arthur leclercDonde viven las historias. Descúbrelo ahora