- Y por todo ese cariño que te tenemos, Arthur -dijo mi padre, radiante con su traje negro que fue especialmente hecho para la ocasión.
-Queremos que formes oficialmente parte de esta familia. Así que este nuestro regalo de cumpleaños, la mano de n...
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Eso era un incordio.
Mas no dejé las cosas así. No me importaba si Arthur se las daba de chico malo, de indiferente o peor, si se avergonzaba de mí.
Tampoco me importaba si con esto le daba una pista de que comenzaba a quererlo como algo más, mucho más.
Él era mío.
Y fin de la historia.
No me había cambiado de cuarto y acostumbrado a sus besos por nada.
-Tendrás que comenzar a creer, porque Arthur es mi novio y no dejo que otras la toquen- solté con gravedad.
Agarré a Arthur del brazo y lo jalé con todas mis fuerzas para que me siguiera.
Fue difícil, se resistió, pero no me di por vencida.
Cuando se dejó llevar, fui hasta el auto que ocupaba en la semana, uno negro y compacto para trasladarme dentro del pueblo.
-Eres una hipócrita -me dijo cuando estuvimos solos. Oscar nos había visto, aun cargando con mis cosas, pero le hice una seña para que no se acercara.
-Cállate- le dije entre dientes.
-Comienzo a ver la verdadera persona que eres, estuve ciego tantos años.-
-¡Cállate y escúchame! -exclamé exasperada.
Él se quedó mudo, sin saber cómo reaccionar.
-Yo no fui la que quiso todo esto, tú me propusiste matrimonio contra mi voluntad y tuve que aceptar. No me vengas ahora con que no quieres saber de mí, porque eso no va a ser posible. De la misma forma en que me dijiste en la cocina el día de tu cumpleaños qué harías de todo para enamorarme, te digo esto: ¡Yo no te haré a un lado tan fácilmente como lo hiciste conmigo estas semanas!- Le grite. Abrió la boca, asombrado de mis palabras, pero yo todavía no terminaba.
-Será mejor que te pongas los pantalones y continúes con tu plan, es inaudito que te hayas rendido al primer obstáculo. Sólo por mirar a otro chico me ignoras. No voy a aceptar estas estupideces- me acerqué a él y quedé tan cerca de Arthur que nuestras narices chocaban.
-Pon atención: mañana iremos a ver a la hermana de Lando para organizar la boda. Si no estás allí, daré por acabado todo esto y nunca más en mi vida te daré otra oportunidad.-
Estaba siendo impulsiva y violenta, pero no podía dominar mis emociones.
¿Qué si Arthur me importaba más de lo necesario?
A final de cuentas, sería mi esposo. Sería mejor dejarlo en claro desde antes.
-Madeline... yo... lo siento, me comporté como un idiota- me dijo después de unos segundos de shock.
Lo agarré del cuello y lo atraje hacia mí.
Lo besé como nunca lo había hecho, como si un fuego se propagara en mi interior. Lo solté para mirarlo a los ojos y decirle en tono de advertencia:
-Ya era hora de que te dieras cuenta.-
Y lo volví a besar, para que entendiera por completo que él era mío y que no pensaba compartirlo desde ese momento en adelante con nadie.
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