El miedo trae malas desiciones

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18.





Estado: Muerto en vida, mi alma fue destrozada






El mes que había elegido estaba llegando y mi miedo me había hecho tomar una decisión que cabo mi propia tumba.

Yo era el culpable de lo que me iba a pasar.


3 am


El insomnio había regresado junto a los pensamientos constantes que me recordaban que uno de los cercanos días iban a ensuciar lo poco que había protegido de mi cuerpo.

Mi miedo constante al ver las fechas tratando de encontrar una excusa de cómo huir de esa mañana e irme con mi mamá a su trabajo, sabiendo que posiblemente no pueda huir no quería enfrentarme a una conversación nueva con el, no quería hablar con él y que el lo diga todo como si fuera algo muy normal.

Era un tipo de pago por todo lo que me había dado, si yo podía un libro a los siguientes días terminaba manoseado como método de pago.

Al inicio no lo entendía creía que me compraba cosas porque un padre ama consentir a sus hijos o solo era mi mente intentando engañarse a sí misma.

Porque al final yo si lo amaba como un padre.

El reloj avanzaba con rapidez llevándome nuevamente a la tortura.

Con un suspiro tembloroso me senté en la cama observando cada parte de él, aquella habitación había sido manchada por el, si mis paredes hablaran dirian como aquel monstruo me había hecho llorar cada noche preguntándome si yo había sido el culpable, si yo me lo merecía.

9 am

Un ruido hizo que me despertara levantando mi vista por toda la habitacion habia disfrutado muy poco de mi vida desde ahora iba a torturarme cada noche con esos recuerdo, tenía manera de salvarme pero yo siempre elegiría salvar a mi madre.

Porque a diferencia de ella, yo si la elegiría a ella por encima de cualquier persona.

Me levante con lentitud abriendo la puerta como si de abrirle al gran diablo se tratara aquella conversación era la clara referencia de hacer un trato con el diablo mi alma quebrantada ahora le pertenecía y no una buena manera.

Apenas la puerta fue abierta se dejó ver aquel monstruo al cual tanto le temí, dejando ver su forma real un viejo de altura baja de gran barriga moreno quien solía tener una cara molesta todo el tiempo.

Esa era la verdadera cara del diablo que yo conocía.

Baje la mirada aceptando aquel destino que me había tocado o más bien que yo había tomado.

Porque mi decisión siempre fue hacer feliz a mi madre, aun cuando yo estuviera en peligro.

Aunque ella no era la culpable de lo que me pasaba porque al final de todo su único error fue amar al monstruo del cual sus dos hijos habían temido toda su vida.

El rincon de la felicidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora