Capítulo 9 | Cuanto Tiempo

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・.⭒.・

Matthew.

Tomé mis cosas para salir de la compañía, cuando el director del lugar, Cillian, se acercó a mí con su caminata lenta y persuasiva, y esa retorcida sonrisa. Lo aborrecía. Apoyó su cuerpo en el marco de la puerta por la que planeaba pasar.

-Buenas noches -me despedí con la esperanza de que se hiciera a un lado, pero fue un caso perdido-. ¿Algo en lo que pueda ayudar..., señor?

-En realidad sí -se cruzó de brazos-. Quiero que tomes en cuenta mi consejo, así como yo tomo los tuyos.

Recordé la vez en que me invitó a charlar en una cafetería y que en ello le «sugerí» que colocara como extra a Laurie. Ahora aquello me parecía una tontería, algo completamente inmaduro. ¿En qué pensaba?

-Dígame -me crucé de brazos también.

-Es sobre Larousse.

Mordi las paredes de mi mejilla y entrecerré los ojos, prestando atención a lo que fuera a decirme. Esperaba que no fuera en cuanto a nuestra conversación en aquel café.

-Los he visto hablar en varias ocasiones, algo cercanos. ¿Acaso ustedes se conocen?

Fruncí ambas cejas.

-¿Conocernos? -repetí-. Hemos hablado, es cierto. ¿Hay alguna regla que no haya leído sobre no hablar con los bailarines?

Soltó una pequeña risa, falsa. Sabía que fingía con tal de parecer amigable, como siempre lo hacía.

-Tus chistes son siempre oscuros.

-¿¿Podría decirme a dónde quiere llegar? Es que llego tarde a cenar.

-¿Alguien que te espere en casa?

-Una lujosa mesa en el "Bacchanalia Mayfair", nada exagerado.

El hombre rió con soberbia.

-Has aprendido bien.

-Sé directo.

-No quiero que estés cerca de él.

Lo vi fijo.

-Ese chico tiene un gran potencial, será alguien grande. Pero siento que lo desconcentras, es más, lo noto. Cuando estás es como si se fuera a otro mundo por verte y, sinceramente, no lo beneficia. Henry opina lo mismo.

-Henry dijo las peores cosas sobre Laurie y yo aun no aparecía por aquí.

-Es por su bien, Matthew, por el de su carrera. ¿O me dirás que le tienes cariño?

Pasé saliva, nervioso. ¿Tenerle cariño a Laurie? Eso era mucho más de lo que podía yo sentir, más de lo que en un tiempo podía dar. ¿Cómo saberlo?

-Laurie es... -tomé una pausa antes de responder a su tramposa pregunta-. Larousse es, como ya le comenté, la persona que no me importaría ver en un mes... O verlo ahora mismo.

Sabía, en lo profundo de mi ser, que mentía. Era cierto que no sabía si le tenía un cariño así al bailarín, pero si estaba seguro de que no me daba igual no verlo. Mentí.

-Es bueno saberlo -Cillian se mostró aliviado. ¿Por qué, acaso iba más allá de la carrera de Laurie? Siguió-, entonces no te será nada difícil decir adiós.

Me desconcertó. ¿Quería que me alejara por completo de quien hablábamos?

-«¿Decir adiós?» ¿A quién?

-Matthew, ya lo charlamos antes de contratarte. Esto solo era una prueba y has demostrado que no tienes el profesionalismo suficiente.

La respiración se me aceleró y las manos, temblando, me pedían que cubriera su cuello con ellas hasta la asfixia.

La Tortura del PoetaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora