Once

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Caminaron a la par por las calles de  dirigiéndose al local de brochetas

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Caminaron a la par por las calles de  dirigiéndose al local de brochetas. El más emocionado era el omega, había pasado mucho tiempo desde la última vez que había ido a comer brochetas.

Al llegar al local se dirigieron a una mesa de dos y se sentaron frente al otro. Pidieron las brochetas a un amable camarero, y aprovecharon los minutos que debían esperar para seguir conversando. No quitaban la mirada del otro, solo se miraban curiosos y ansiosos por seguir conociéndose.

Las preguntas no parecían tener un fin. Ambos sentían que, con cada respuesta, era como si antes ya las sabían, pero habían sido olvidadas con el paso del tiempo. Era una sensación confusa, pero no molesta.

Al llegar el joven camarero hacia la mesa con las brochetas, dejaron la conversación para empezar a comer. Cuando terminaron la comida, pidieron la cuenta y al pagar dejaron el local.

Realmente no sabían a donde ir, solo caminaban mientras seguían hablando de distintos temas.

Los lobos de ambos estaban felices y satisfechos de volver a estar cerca. Habían esperado tanto para su reencuentro.

 Por cierto, ni pienses darme ordenes solo porque eres un alfa.

 No pensaba hacerlo, realmente no pienso que el alfa es alguien superior. Se encogió de hombros. Sergio asintió y quedó tranquilo.

Siguieron caminando sin un destino claro, pero seguían surgiendo mas preguntas ─ ¿Te mandan seguido a dirección? Preguntó Max.

 Siempre que hay una clase de la Profesora Aurora. No puedo guardar mis opiniones, supongo. Estaba intentando recordar una pregunta que tenia hace un rato, pero no lo lograba. Inconscientemente hizo un pequeño puchero, que no paso desapercibido por parte de Max. El ultimo mencionado sonrió enternecido. El omega podía llegar a ser tan frio y serio ante la vista de los demás, pero en el fondo era como un gatito tímido.  ¡Cierto! De todos los omegas y betas que están detrás de tuyo, ¿ninguno te ha gustado?

 Ninguno. Dijo tranquilo. ─ ¿Y a ti? Eres famoso entre los alfas.

Sergio hizo una mueca, realmente nunca quiso llamar la atención de los alfas, pero lo había logrado sin querer Ninguno. Todos ellos solo quieren una cosa y luego presumirlo. Max entendió a lo que se refería. Había varios de los alfas que solo querían pasar sus celos con un omega, para luego presumirlo como si fuera un objeto. Eres líder de una manada, ¿cierto?

 No, ya no. Renuncié a eso. ─Hace poco tiempo que Max había ido a la casa de sus padres solo para decirles que ya no seguiría liderando la manada. Aunque no se lo tomaron bien, lo aceptaron, pero recalcando que ahora ya no seria un alfa con un poder mayor.

Sergio iba a decir algo, pero su celular empezó a sonar. Contestó la llamada de su hermano, el cual le decía que donde estaba ya que aun no llegaba a la casa. Ahí fue cuando Sergio se había dado cuenta de la hora y además de que ya estaba anocheciendo. Cortó la llamada.

Max acompañó a Sergio hasta su casa, solo caminando en un silencio cómodo. Al llegar, solo se despidieron con palabras y una sonrisa.

 Al llegar, solo se despidieron con palabras y una sonrisa

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Sweet or cold Donde viven las historias. Descúbrelo ahora