Πράξη ένα

775 141 16
                                    



°       ✧                         .
      ✫                  •                °
              •           ·       
                      ✲                ✧          ☆ .






°       ✧                         .
      ✫                  •                °
              •           ·       
                      ✲                ✧          ☆ .

      ✫                  •                °              •           ·                              ✲                ✧          ☆

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


°       ✧                         .
      ✫                  •                °
              •           ·       
                      ✲                ✧          ☆ .




°       ✧                         .
      ✫                  •                °
              •           ·       
                      ✲                ✧          ☆ .



La sala de tronos se sentía pesada.

Nada nuevo en realidad.

Desde que robaron el rayo maestro de Zeus y junto a ello el yelmo de Hades, aunque de este no tomaban mucha importancia.

Al menos no cuando el dios del inframundo no le dijo a nadie para evitar la vergüenza.

—¡Tú mestizo es un ladrón!—Exclamó el rubio hacia el hombre de barba que frunció el ceño ofendido e indignado al momento que todos los dioses presentes se mantenían en silencio—¿Acaso no te importa que desate una guerra?

Hera volteó hacia Ares que parecía esconder su emoción ante la palabra.

Después de todo ¿Acaso no era el dios de la guerra?

—¡Perseus no ha robado nada! ¡Ni si quiera lo he visto d...

—No es necesario que lo hagas—Reiteró el hombre de ojos eléctricos para negar molesto—El solsticio de verano está acabando, hermano... y si no tengo mi rayo, me aseguraré de reducir tu silla

—Padre—se atrevió a llamar la pálida castaña, aquella diosa que solía asistir a pocas reuniones usualmente terminaba colmandole la paciencia al rey del olimpo sin consecuencias alguna.

Al menos, hasta ahora.

—Thalassai—Llamó el dios del mar para negar en su dirección, eso era entre su hermano y él, no esperaba que lo defendieran a él o a Percy, no cuando su esposa intentaría ahorcarlo si algo malo le pasaba a ella.

La de ojos eléctricos ignoró al de barba y solo mantuvo su seria y penetrante mirada en su progenitor.

Lo único que la diferenciaba de Zeus era el color del cabello, después de eso, era como si estuviese frente a su copia perfecta en versión femenina.

—¿Acaso no le ha pedido a sus mejores buscadores encontrar el rayo?—Cuestionó mirando al rubio que apretó la mandíbula, ¿por qué presentía que iba a defender a Poseidón como siempre lo hacía?—No creo que un niño de 12 años pueda pasar desapercibido para ellos... o la sabelotodo.

Apolo soltó una carcajada antes de recibir un golpe por parte de su gemela, ¿podían culparlo? Su futura esposa tenía razón, ni si quiera la sabelotodo pudo encontrar o garantizar que el hijo de su tio se llevó el rayo de su padre.

Atenea se cruzó de brazos indignada, no seguía comprendiendo como era posible que aquella quejumbrosa y caprichosa que le llevaba la contraria al Gran Zeus fuese la favorita de su padre, ¿Quién elegiría a esa bastarda sobre ella?

—Afuera—ordenó de pronto el dios de ojos azules mientras que un fuerte estruendo resonaba por todo el recinto acompañado de reflejos de rayos—¡Todos! ¡Ahora!

Silencio.

Nadie discutió y nadie protestó, ni si quiera Hera.

Thalassai no se movió de su posición, sabía que esa orden iba para todos menos para ella, siempre terminaba así; con Zeus queriendo rostizarla pero comprimiendo el deseo de hacerlo porque al verla era como verse a si mismo y él jamás se haría daño.

—Padre... si tan solo escuchar...

—¡Tú eres quién debe aprender a escuchar!—Interrumpió enojado haciendo ademanes mientras caminaba de un lado a otro tratando de mantener la compostura—¿Crees que llevándome la contraria siempre harás que Poseidón te vea como su hija?—Cuestionó indignado, ¿Quién elegía a su hermano sobre él?

Tenerlo de padre era un privilegio y aquella mocosa no parecía verlo.

La diosa guardó silencio mientras mantenía la mirada fija en su padre, no esperaba esas palabras que terminaron doliéndole más de lo que imaginaba, todo ese tiempo veía a Poseidón como un padre pero... tenía razón, él jamás la vería como su hija.

—Solo creo que... no creo que su mestizo haya robado su rayo, no es posible—Analizó intentando acercarse pero el hombre negó cuando una nube gris arremetió en el cielo—Padre tan solo...

—Haz dicho que he enviado a mis mejores buscadores—Susurró para tocar la cuenca de su nariz y soltar una arrogante carcajada—Quizás haga falta alguien más—Apuntó hacia la castaña que frunció el ceño, ¿Ella? ¿Ir al mundo mortal? Nunca lo había hecho y no deseaba hacerlo, los humanos le parecían tan destructivos desde arriba que, no soportaría ni un segundo allí.

—Padre...

—Si de verdad crees que ese niño no se robó mi rayo ... ¿Por qué no me lo demuestras?—Retó en un estruendo que hizo estremecer el delgado y pálido cuerpo de la diosa a través del sedosos y blanco vestido—Si lo haces... quizás te deje elegir con cual de los dos contraerás matrimonio.

No sería fácil, no cuándo  Thalassai conocía a su padre, esta vez no parecía ser flexible como las otras veces y por primera vez en su larga vida... le temió.

𝐒𝐀𝐓𝐈𝐒𝐅𝐈𝐄𝐃 - pjoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora