Dreiunddreißig (33)

61 11 0
                                    

Angel se quedó un momento más en su sitio antes de atreverse a levantar la vista y encarar a Alastor, encontrándose con una cara de decepción.

—Angel tenemos que hablar.

El pulso del aludido se disparó al escucharle decir aquellas palabras. Ya sabía que le diría, lo dejaría, después de escuchar su conversación, no tenía dudas de ello, sin embargo, también estaba molesto porque él había vuelto a escuchar a escondidas.

—Primero que nada, debes parar de escuchar conversaciones ajenas —soltó apenas ver como Alastor se disponía a hablar—, yo te lo iba a decir.

—Lo haré cuando dejes de meterte con otras personas —contraataco Alastor molesto porque Angel se pusiera a la defensiva.

—¡No lo hice! ¿Te estas quedando senil o no escuchaste bien? Me negué, no lo hice —dijo un poco afligido y medio desesperado; ya había tenido suficiente con que Cherri lo regañara para que ahora Alastor, también lo hiciera.

El hombre vestido de rojo comenzó a negar con la cabeza, se separó de la puerta y empezó a caminar hacia él.

—Lo intentaste, es igual de malo, ¿no he sido lo suficientemente flexible para ti? —cuestiono con los brazos tras la espalda.

Angel se quedo callado.

—Nunca te he pedido nada Angel, absolutamente nada más allá de tiempo, pero creo que eso va a tener que cambiar —advirtió deteniéndose delante de la araña.

—¿Cambiar en qué aspecto? —preguntó con voz queda, de pronto un miedo irracional comenzó a crecer en la base de su estómago.

—No voy a dejarte si eso es lo que crees —dijo de inmediato tras ver la expresión preocupada de Angel—, pero ya no sere tan abierto contigo y por cada regla rota recibirás un castigo proporcional.

—¿Castigo? ¿Crees que soy un niño acaso? —pregunto Angel ahora confundido, por un lado se sentía aliviado de que no lo votaron pero por el otro, se sentía humillado por el trato al que le querían someter.

—Si te vas a comportar como uno, tendré que tratarte como uno —dijo firme Alastor sin despegar su mirada de él.

Angel frunció el ceño al escucharle.

—¡Bien! —gritó levantando los brazos—. Lo admito, me he estado portando muy mal —gruñó comenzando a caminar por el cuarto—, si, me he escapado de vez en cuando y si, no he hecho las mejores cosas, pero no creo que debamos llegar a esos extremos —se detuvo por fin, a un par de metros de Alastor el cual permanecía con su inmutable sonrisa— Al, nunca amare a nadie como lo hago contigo.

Alastor apretó sus dientes, haciendo presión a su mandíbula, odiaba ser el motivo por el cual Angel estaba herido, pero si cedía en ese momento, el chico seguiría haciendo lo que le placiera y eso ya no lo podía permitir. No si eso lo ponía en un potencial peligro.

—Si que debemos —soltó tras un momento.

Alastor dio unos pasos al frente.

—Perdiste el privilegio de tocarme —comentó firme logrando que Angel abriera la boca sorprendido—, si quieres ganarte eso, deberás probarme que de verdad te importo.

Angel jadeo en respuesta.

—¿Crees que de verdad no me importas? —preguntó ofendido.

—Eso es lo que me estas demostrando al escapar con cualquier caballero con tal de satisfacerte.

Angel de pronto sintió como se le oprimía el pecho y sin poder controlarlo, su boca se movió más rápido de lo que su cerebro pensó la oración.

—¡Noticia de último minuto, tú jamás me darás lo que yo quiero! —le siseo furioso, en ese momento, no sabía que se había apoderado de él—, ¡no me veras como yo quiero ni me tocaras como lo deseo, ni mucho menos me dejarás tocarte como quiero! ¿qué importa si alguien mas me lo dará?

Alastor sostuvo un poco la respiración antes de mirar seriamente a Angel. Dio paso al frente haciendo que Angel lo diera hacia atrás.

—¿Es eso todo en lo que piensas? ¿sentirte lleno para estar agusto? ¿es lo que buscas únicamente de mí? —dijo molesto ya sin detenerse, haciendo retroceder a Angel—, ¿quieres que te trate igual que todos ellos? ¿que no te respete? ¿que te use y te deseche? ¿es eso lo que realmente quieres? —de pronto, Angel no podía seguir retrocediendo, la pared se lo impedía y los ojos rojos de Alastor lo tenían paralizado—, ¡contestame! —medio gritó golpeando con las manos a ambos lados del cuerpo de Angel, sobresaltandolo.

Angel se mantuvo firme, se prohibió llorar frente a Alastor, porque entonces solo demostraría cuanto le habían dolido todas esas palabras.

—Si —soltó con la voz más cínica que pudo usar.

Alastor entonces retrocedió un paso, si Angel se había puesto en esa posición era que realmente estaba dolido, lo entendía pero el también debía de ponerse en su lugar.

—Eres un zoquete —dijo casi riendo.

Angel no dijo nada y solo se quedo recargado contra la pared, Alastor se separó de él y comenzó a caminar de un lado a otro sin alejarse mucho.

—Bien, si eso es lo que quieres, juguemos así —concluyo deteniéndose frente a Angel—, no dejare que me toques, porque no necesito el placer que quieras darme, pero yo puedo dartelo a ti, ¿es lo que buscabas no?

—Alastor-

—Tiempo, aún no termino —dijo interrumpiendolo—, no habrá más citas, ni seguiré durmiendo contigo ni mucho menos apelativos, todo eso se acabó, no hablaremos a menos que sea para que te satisfaga, ¿estas bien con eso no? Después de todo, es lo único que importa.

Angel apretó los labios; de pronto su mente se transportó a mil y un relaciones anteriores, en donde sus parejas le habían dicho exactamente lo mismo, solo el sexo es lo único que importa.

—¡Me alegra haber hablado contigo y haber aclarado todo este circo! ¡Gracias Angel! —soltó con sarcasmo dándose la vuelta, dando por terminada esa conversación—, llamame cuando te sientas solo.

Al verlo marcharse, el pulso de Angel se disparó. No podía estar pasando realmente todo eso, justo cuando se había prometido cambiar, no podía estarse yendo todo a la mierda por una tontería. Sabía que Alastor tenía razón pero odiaba admitirlo.

—¡Alastor espera! —grito corriendo hacia él.

—¿Qué? —apenas decirlo sintió como Angel le abrazaba por la espalda, impidiendo que siguiera vanzando—, no deberías tocarme Angel —le siseó a modo de advertencia; de haber sido otra persona ya estuviera partido en varios pedazos, pero por ser Angel, lo dejaba, incluso en ese momento aunque hubiera dicho que no lo haría más.

—Matame si quieres pero escucha primero —pidió recargando la cabeza en su hombro—, perdón, en serio lo siento.

Alastor comenzó a sonreír, realmente había hecho que se disculpara y no solo por complacerlo, lo hacía porque realmente lo sentía.

—No te entiendo Angel, ¿no era esto lo que buscabas? —preguntó haciendo un gran esfuerzo por no quitar a Angel y darse la vuelta.

—Si, pero no contigo... ¡no quiero que tu me trates como ellos! —sin poder soportarlo más, ya estaba llorando—, perdoname por lo que dije, no sé en qué estaba pensando... odio que veas todo lo malo en mi y que me lo eches en cara, pero en serio no quiero que tu seas como ellos, tú eres especial, ¡no me dejes!

Alastor estaba soportando unas increíbles ganas de reír pero de hacerlo, se delataría y quería que Angel sufriera solo un poco más.

—Angel, suéltame.

—Angel, suéltame

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Interferencia [Radiodust]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora