Vierzig (40)

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—¿¡QUÉ?! —grito Angel incorporándose de golpe, haciendo que su cabeza chocara contra la de Alastor, este se hizo hacia atrás, cayendo de sentón en el suelo.

—Ouch, ¿no quieres? —rió llevándose una mano a la frente, sobando su zona dañada. Debía de admitir que esa no era la reacción que esperaba.

Angel aún sentía que su corazón se saldría de su pecho por haber escuchado esas insignificantes palabras. Nunca jamás en todas las décadas que llevaba ahí abajo alguien le había pedido permiso o le había avisado que le darían un beso. Definitivamente lo había tomado desprevenido.

—¡Por supuesto que sí! —le dijo mirándolo ponerse de pie—, pero si lo vas a hacer no lo anuncies... —reprendió Angel abochornado por haber arruinado el momento. Le dolía la cara y su orgullo; de haber visto Cherri seguramente se reiría de él por el resto de la eternidad.

Alastor rió subiendo a la cama a un costado de Angel, se cruzó de piernas palmeando frente a él, para que Angel se acercara un poco más.

—¿Puedo besarte? —preguntó con una suave sonrisa en el rostro.

—Oh, santas chuletas —rió acercándose, se acuclilló frente a Alastor, quedando lo suficientemente cerca como para que bastará con inclinarse un poco hacia el otro para tocarse.

Alastor elevó ambas manos y tomo las mejillas de Angel, acariciando suavemente su rostro.

—Eres hermoso Angel —le dijo detallando cada parte de su rostro.

—¿Estas drogado acaso? —rió sintiendo como su cara se calentaba cada vez más, lo tenía tan cerca que casi sentía la suave respiración de Alastor en su cara.

—Posiblemente —reconoció suavizando su sonrisa—, Valentino tiene cierta magia para hacer enojar a las personas.

Angel en un primer momento no entendió porque lo mencionaba hasta que la actitud de Alastor le hizo darse cuenta.

—Oh, las feromonas de Val —dijo Angel un poco decepcionado de que lo que le estuviera diciendo no fuera porque precisamente fuera su voluntad -al menos no la consciente-

—Angel —llamo acercando su rostro haciendo que sus labios se rozaran—, te amo.

Antes de que siquiera Angel pudiera procesar lo que acababa de escuchar los labios de Alastor le silenciaron. Fue una presión suave y constante donde ninguno de los dos se movió. Angel sin poder evitarlo comenzó a llorar. En ese preciso momento, Angel supo que sin importar el daño que Alastor le hiciera y cuantos siglos pasaran, nunca olvidaría la sensación que en ese momento sentía.

Alastor sintió temblar los labios de Angel y se separó lo suficiente como para ver al chico llorar.

—¿Qué pasa? —murmuro limpiando con sus pulgares las lágrimas de Angel teniendo cuidado con sus garras, este soltó un leve sollozo y sorbió un poco por la nariz.

Odiaba llorar delante de otras personas, pero Alastor había dicho las palabras que nunca pensó escuchar y no hallaba forma de expresar lo que sentía.

—¿Tenías que decirme esto cuando te irás, insensible hijo de perra? —alcanzó a decir con su voz temblorosa.

—¿Estuve mal? —preguntó confundido sin dejar de acariciar el rostro de Angel.

Este levantó un par de manos y apretó las de Alastor, deteniendo las caricias.

—No —musito levemente. Alastor había cavado su tumba, nunca podría olvidarlo—, también te amo —dijo con la mejor de sus sonrisas.

—Lo sé —murmuró Alastor bajando las manos sin soltar las de Angel—, Angel, lamento no haberlo dicho antes, pero sentía que las cosas cambiarían si... te decía cómo me siento... —confesó sujetando las manos de Angel—, además de que quería asegurarme primero que nadie más se iba a interponer entre nosotros.

Angel sintió que su corazón no podría soportar tanta dulzura e internamente se lamentó que Alastor no fuera así más seguido; aunque sí debía ser justo, de haber sido un terrón de azúcar desde el principio probablemente lo hubiera terminado ignorando.

—¡Drogate más seguido! —se rió inclinándose hacia Alastor y besándolo antes de que pudiera decir algo más.

Este se quedo quieto y dejo que Angel llevará el control, al principio, fue un beso como los otros tantos que habían tenido, pero entonces Angel comenzó a mover los labios; Alastor se sobresaltó un poco ante el movimiento

—Yo te guio —murmuró Angel contra los labios de Alastor antes de volver a unirse en otro beso.

Alastor apretó suavemente las manos de Angel, siguiendo el suave ritmo que Angel había marcado, ni rápido ni profundo, simplemente un beso entre dos personas que se amaban abiertamente.

Tras separarse, Alastor comenzó a reír.

—No fue tan incómodo como creí que sería —comentó riendo, ganando que Angel resoplara en respuesta.

—Intentemoslo de nuevo cuando no estés bajo las drogas de Valentino —dijo obviando el motivo del beso.

Alastor se separó un poco más y lo vió a los ojos.

—Realmente quería besarte —dijo tan serio como pudo.

—Claro y yo soy virgen —rió con sarcasmo.

—Puedo besarte toda la noche hasta que el efecto pase si solo así te convenzo —amenazó con una sonrisa coqueta en el rostro.

Angel rio ante eso.

—No es necesario guapo, en serio —rió guiñandole un ojo—, creo que justo ahora, lo que necesitas es descansar y dejar los juegos para después.

Alastor enarco una ceja.

—¿No querías esto? —preguntó moviendo una de las manos de Angel por su pecho.

Angel apreto los labios. El tenía cierta moral con respecto a aprovecharse de un ebrio y Alastor entraba en ese rango en ese preciso momento.

—No siento que sea correcto, —dijo negando con la cabeza—, mejor vamos a dormir Alastor —pidió soltándose del agarre de Alastor.

Alastor no lo entendía, después de mucho tiempo sentía que era hora de compensar a Angel por hacerlo esperar y pensó que sería un buen momento considerando que se iría un largo tiempo, sin embargo, la negativa de Angel lo hizo pensar.

¿Le había incomodado?

—A dormir entonces —anunció con una sonrisa después de un momento.

No tocaría más el tema.

No tocaría más el tema

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Interferencia [Radiodust]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora