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Una semana pasó volando. El nuevo año se aproximaba gloriosamente, pues estaban a un paso más cercano a los años 60.
1959, 14 años desde el final de la Segunda Guerra Mundial y el comienzo de una era de paz, sin hostilidades y libre de disturbios.

Teniendo solo 3 años cuando comenzó la guerra, la infancia de Suguru estuvo llena de tiempos de apagones, días en refugios antiaéreos, noches en las que lloraba con su madre porque su padre nunca regresó de la guerra.

Y ahora, 14 años después; Suguru todavía no había encontrado esa paz con la que el mundo festejaba.

Se negó a salir de su casa porque sentía demasiado frío; aunque nunca antes había tenido problemas con este, ahora era su peor enemigo. Culpó de todo al invierno. Su estómago revuelto. Su mente desordenada. Sus mejillas que parecían congeladas en un estado de llamas. Todo por culpa del helado, entumecedor y oscuro frío.

Suguru no sabía si estaba describiendo el frío o los ojos de Satoru.

"¿Qué quieres decir con que no has salido de casa en siete días? Querido, ¡debes salir! ¿Qué hiciste el día 31? Siempre íbamos fiestas, me disculpo por no estar allí. Utahime me dijo que Satoru invitó a unos amigos. Tú, ¿no fuis-" Riko habló por teléfono, y Suguru se quedó sin aliento, apretando las manos alrededor del teléfono negro.

"No- yo-yo fui a un pub con Toji. Eso es todo." habló secamente y Riko suspiró por teléfono.

"Oh Toji. Él- es- es un buen hombre. ¿Cómo están él y su novia?" preguntó Riko.

Suguru tragó saliva. Satoru lo había invitado esa noche, le envió una invitación por correo, pero él no había ido, no, no creía que su presencia fuera necesaria. ¿Satoru se enfadaría con él por no asistir?

"¿Suguru? ¿Estás ahí?"

"Sí-" soltó bruscamente. "Y- yo- creo que tuvieron otra pelea. A él no parece gustarle del todo" dijo. Toji era su único amigo de la facultad de derecho, el único amigo con el que le gustaba a veces pasar tiempo. Todos los demás eran demasiado molestos o demasiado vagos.

"¡Vaya, a Toji no parece terminar de gustarle ninguna de las mujeres con las que está! Todo un mujeriego" Riko se echó a reír mientras mente de Suguru comenzó a divagar.

¿Por qué a su amigo no terminaban de gustarle las mujeres? ¿Estaba quizás también inclinado por los hombres? No, no, qué espantoso pensar eso- Toji se acuesta con varias mujeres y eso seria totalmente contradictorio a sus gustos.

Y comenzó a preguntarse cuántos hombres se inclinaban por otros. ¡No- no puede ser algo común! ¡No debería!

"Suguru, sigues quedándote en silencio, debes estar cansado. No quiero darte órdenes- o- o decirte qué hacer, se que no me corresponde, pero cariño, ¡debes salir! ¡La casa debe ser un desastre con libros por todas partes! Está bien, de todos modos no debes hacer la limpieza. Yo debería estar allí. Mamá está bastante molesta conmigo por dejar a mi esposo durante tanto tiempo-"

"¡No creas que no puedo estar sin ti, Riko " soltó "Soy tu marido, puedo cuidar de mí mismo. Deja de pensar que tienes que estar a mis pies todo el tiempo- es tan anticuado", se quejó.

Hubo un silencio. "¡Lo-lo siento mucho! No quise molestarte, yo solo- me disculpo, Suguru. Por favor, no te enojes conmigo. Yo- yo- simplemente dije que debería estar allí y- ¡lo siento!" Riko dijo, con voz suave y frágil.

"Yo-yo no debí haber levantado la voz. Hablaré contigo más tarde, saldré de la casa para hacer algunas compras y limpiar un poco." dijo. Casi podía imaginarla al borde de las lágrimas.

"E-está bien. Adiós." Susurró ella y luego cortó la llamada, colgando su teléfono.

Riko regresó a la casa, con lágrimas en los ojos, su cabello azulado con sus lisos desordenados cayendo sobre sus hombros. Se secó las lágrimas, sollozando y limpiándose con un delantal. Escuchó la puerta abrirse y vio entrar a Utahime.

somebody to love | satosugu verDonde viven las historias. Descúbrelo ahora