Siete días se pasan volando... cuando uno se divierte. Metido en una celda, sin gran cosa que hacer, pasan muuuuuy despacio. Claro que cada persona tiene su propia vivencia de las cosas, por supuesto. Vamos a verlo:
-¡Venga, muchachos, en pie! -gritó Invíctor-. Hora de volver a casa.
-¡Yo tengo hambre!- protestó Mike.
-Yo sí que tengo hambre -fue la débil queja de Trolli. Cuando Invíctor abrió las puertas de las celdas, Mike parecía algo loco por llevar tanto tiempo encerrado sin salir a pasear (cosas de los perros, no hay que contarlo todo). Pero Trolli... Pobrecillo, estaba hecho polvo. Después de ocho días sin comer otra cosa que pan duro, había perdido unos cuantos kilos. O más bien muchos kilos. Vamos, que acostumbrado a comer bien, ahora se le notaba el duro régimen alimenticio.
El que no se movía era Timba, que seguía roncando.
-Vamos, Timba, en pie -le despertó Invíctor.
-¿Qué pasa? -respondió, bostezando. ¿Ya ha pasado una semana? -¡Ostras! -se asombró de pronto, al ver a Trolli tan delgado-. Te has quedado en los huesos.
-Podrías patentarla -dijo Invictor, sonriente como siempre.
-¿Patentar la qué? -preguntó Trolli, intrigado.
-La Dieta del Pan Duro, ¡ja, ja, ja! -fue la respuesta Vamos, chico, no pongas esa cara. Es una broma para subir la moral. Te acostumbrarás a comer langostinos. ¡Si están buenísimos!
-Que soy Trollino y no me gusta el... Bueno, qué más da. Por lo menos los langostinos me han servido estos días para jugar a los soldaditos. Así no me aburría tanto.
-¡Porras! Se me podría haber ocurrido a mí-se lamentó Mike.
-Sí, ya me imagino el juego -rio Timba-: «Mikezilla>>> devorando al ejército langostino.
-Bueno, chicos, dejad de desvariar. Volvemos a la galería, donde os esperan vuestros compañeros. En marcha.
Mientras regresaban a la zona común, los Compas no podían dejar de pensar en la que les esperaba cuando se encontraran de nuevo con Nacho y la banda de los Pigman. Probablemente tenían las horas de vida contadas, y no ayudó a tranquilizarlos el alarido que dio... la Bestia, cuando salían de la zona de aislamiento.
-Madre mía, cómo berrea -dijo Timba-. Me va a dar un dolor de cabeza entre esos gritos y la falta de sueño.
-¿Cómo que falta de sueño? Si te has tirado durmiendo una semana entera... Y la cabeza nos va a doler a todos dentro de un rato -observó Trolli-. Cuando los Pigman nos machaquen, quiero decir.
-Quizá se hayan olvidado de nosotros -sugirió Mike, optimista al ver que por fin podía estirar las patas-. No van a guardar rencor para siempre.
No tardaron mucho en llegar a la galería principal. Tras pasar apenas diez o doce puertas enrejadas, los Compas se vieron de nuevo en el mismo sitio en el que habían empezado sus desventuras. Solo que esta vez nadie les dijo nada desde las celdas ni les tiró papel higiénico. Habían dejado de ser una novedad y no le importaban a nadie. O a casi nadie...
-Recordad, muchachos -les dijo Invíctor, antes de dejarlos solos-, que dentro de un rato toca taller. ¡Y esta tarde, clase de trabajos manuales! ¡Sonreíd! Hasta luego. Trolli, Timba y Mike emprendieron el camino a su celda,
pero no llegaron muy lejos. Apenas habían recorrido dos pasos cuando dos de los Pigman aparecieron de pronto, escondidos tras unos pilares de hormigón.
-¿A dónde creéis que vais, novatos? -preguntó Nacho, uniéndose a sus cómplices con una sonrisa siniestra en la cara.
-Pues no, no se han olvidado de nosotros -se lamentó Mike.
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Los Compas Escapan De La Prisión
AdventureGracias al diamantito legendario, MIKE, TIMBA Y TROLLY Pueden continuar por fin con sus merecidas vacaciones... ¿O no? Justo cuando están celebrándolo, aparece el sargento Pimiento, al mando de la policía de Tropicubo, y los detiene por vandalismo. ...