En Aislamiento

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El corredor que llevaba de las galerías comunes a aislamiento en Alcutrez parecía sacado de la mente de un guionista de pelis de terror. Sin una sola ventana que diera al exterior, la única luz procedía de unas bombillas debiluchas que colgaban directamente del cable, sin pantalla ni nada, situadas a tramos de cinco metros. Algunas estaban fundidas y la mayoría se balanceaban con las corrientes de aire, creando sombras extrañas.

-Hay que reconocer que en Tropicubo saben dar ambiente a los sitios cutres -observó Timba.

-Esto es peor que cuando nos enfrentamos al Titán -añadió Mike-. Da más miedo.

Había manchas de humedad en algunas paredes y el techo estaba cubierto de tuberías oxidadas. Muchas de ellas goteaban un agua de color dudoso. En conjunto, el lugar olía a moho, como si fabricaran quesos por allí cerca. Pero no fabricaban quesos.

Tras caminar algunos metros llegaron a la zona de las celdas, un simple ensanchamiento del corredor con puertas metálicas a los lados. Apenas habían puesto los pies allí, resonó un grito atronador.

-¿Qué ha sido ese ruido? -preguntó de pronto Trolli.

-Eso... explicó Invíctor, con cara de asustado-. Ha sido un alarido de... la Bestia.

-¿La Bestia? -preguntaron los tres Compas a un tiempo, con cara de horror.

-Si... La Bestia. Es el preso más grande y peligroso que jamás hemos tenido en esta cárcel. Llegó ayer y lo metimos directamente en aislamiento, porque nadie sabe qué hacer con él. Si lo dejáramos con los demás prisioneros... no se sabe lo que podría pasar.

-Claro es... la Bestia añadió Trolli, marcando los puntos suspensivos, como hacía Invictor.

-«La Bestia, la Bestia» dijo entonces Timba. ¿Pero qué ha hecho?

-Pues algo terrible, muchachos. Tan terrible que mejor

no os lo digo. Solo os contaré una cosa: le han caído cuatro cadenas perpetuas.

-Pues mira, le ha ido peor que a nosotros quiso bromear, pero con poca gana, Timba.

-Pues sí. Pero basta de cháchara. Hemos llegado a vuestras celdas. Una para cada uno. Creo que las encontraréis lo bastante incómodas.

Invictor abrió la puerta de tres celdas y el interior, a decir verdad, parecía incluso peor que el de los cuartuchos normales. Dos metros de largo por uno de ancho, sin ventanas, sin otro mobiliario que una litera estrecha y un cubo para... Bueno, para esas cosillas que se hacen a veces.

-Esto huele fatal-se quejó Trolli.

-Sí, huele a perro añadió Mike-. Y que lo tenga que decir yo...

-Es el tufo que dejaron los Pigman -explicó Invictor-. Lo siento, chicos, pero es lo que hay. Esto solo se ventila una vez al año y no toca hasta dentro de diez meses. ¡Adentro!

Y así, sin más, los Compas quedaron encerrados en sus celdas de aislamiento. Eran sólidas y seguras, aunque se podía hablar de unas a otras por las rendijas de debajo de las puertas.

-¡Chicos! ¿Cómo estáis? -preguntó Trolli.

-Aquí bien-respondió Mike.

-¡ZZZZZZZ! -fue todo lo que dijo Timba.

-Madre mía, este ya se está esforzando-se rio Mike-. Ojalá tuviera yo algo para comer...

-Chicos, chicos. Tenemos que pensar algo insistió Trolli-. Este sitio es una pesadilla, hay que salir de aquí.

-¿Y cómo lo hacemos? -preguntó Timba, que se había despertado con las voces. Recordad que es una cárcel de alta seguridad.

-Y este lugar, aislamiento... es lo peor -añadió Mike-. Ese maldito Sparta nos ha metido en un buen lío.

Los Compas Escapan De La PrisiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora