Capitulo 1

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Sara

Para poder ganarme la vida tenía que ayudar a mi madre desde muy pequeña a trabajar limpiando pisos en las casas de los ricos y poco a poco fui creciendo no solo en edad y en tamaño, sino que también en experiencia y desde muy temprana edad tuve que trabajar para ganar dinero.

Siempre estuve ahorrando las pocas propinas que me daban por mi cara adorable y cuando tuve el suficiente dinero le propuse a mi madre ingresarme en una escuela. Por un momento recordé como las madres usaban a sus pequeños hijos para ganar dinero para ellas mismas en las calles y ellos les rogaban usarlo en su beneficio, niños a los que siempre les va a faltar algo: amor de madre, de familia, amigos y en especial la felicidad, entre otras cosas, pero yo sabía que mi madre no era así.

Como lo pensé ella acepto muy feliz y me dijo que estaba muy orgullosa de mi y de mis esfuerzos. Pronto ingrese a una pequeña escuela cerca del condado donde aprendí cosas que ni yo misma pensé alguna vez saber.

Las maestras siempre me decían que tenía gran intelecto a pesar de ser una niña pobre que nunca recibió estudios de ningún tipo, pero claro que eso nunca lo dijeron para no insultarme, sinembargo yo ya lo sabía.

Desde el principio siempre supe lo que quería para mi futuro. Mi madre era muy vulnerable y siempre estaba enferma y yo siempre traté de ayudarla lo más que pude ya que no teníamos dinero para pagar un tratamiento en el hospital.

Decidí estudiar medicina. Al final del último curso, me postule para la carrera de enfermería y al ser una chica muy pobre, las profesoras, por lastima que nunca dijeron que tenían pero que yo sabía que sentían y por respeto, convencieron a los jefes de Educación para que me consiguieran una beca en una Universidad prestigiosa -para los de mi tipo-. Suertuda, ¿verdad?

Luego de 5 años de grandes esfuerzos y mucha paciencia con los estudios, logré convertirme en lo que ahora soy, una Enfermera. Trabajo en el Hospital del Centro.

Mi nombre es Sara, una de las mejores enfermeras recién graduadas de la Universidad del Centro. He pasado por un montón de dificultades y hoy me encuentro de camino a mi nuevo y primer trabajo oficial en uno de los mejores Hospital de la ciudad, y uno de los más transitados ya que está cerca de nuestras calles, a las cuales considero hogar y está lo suficientemente cerca de la "Ciudad de los ricos" como le llamamos aquí.

Estoy muy feliz de mis logros. Me aceptaron la entrevista en el momento en que la terminamos y hoy es un día muy especial porque hoy es el cumpleaños de mi madre y mi segundo día de trabajo y no me han despedido. Le prometí que cuando regresara de trabajar lo celebrariamos a lo grande, lo cual no es mucho pero es algo, un pequeño cockake de chocolate con una vela y un poco de refresco de beber. No podemos permitirnos mucho pero algo es algo, y estoy segura de que con esto ella va estar más que feliz y satisfecha.

De camino al hospital me he encontrado con un compañero de trabajo, el médico que me corresponde ayudar, como asistente al ser yo una enfermera, no solo es él, también hay una doctora, somos tres en el consultorio B-2: Giselle y Paul, y yo, claro. Me llevo bien con ambos, los conocí durante la entrevista y fueron ellos quienes me dieron el recorrido por el recinto hospitalario.

-Buenos días, Dr. Paul.

-Buenos días, enfermera Sara. ¿Preparada?

-Preparada.

-Espero que sí, porque hoy será un día muy largo -alargando la penúltima palabra. La Dr. Giselle ha llegado de sorpresa y se incorpora con nosotros.

-Buenos días, Dr. Giselle. -digo.

-Buenos días, Sara. -ella no suele usar honoríficos.

-Buenos días, doctora. ¿Ha amanecido usted bien hoy? Se le ve muy contenta. -Paul casi siempre suele terminar con una pregunta o un lindo comentario, no deja los saludos secos, como dice él.

-Buenos días. De hecho sí, Paul. Hoy me he levantado de muy buen humor. Además, hoy nos acompaña de nuevo la enfermera más capacita de su universidad, la señorita Sara, que se incorpora hoy a trabajar con nosotros oficialmente. ¿No es eso acaso motivo para estar feliz? -ayer había estado de pasantía observando los trabajos de los demás enfermeros y comienzo a ejercer hoy.

-Si que lo es, tiene toda la razón. -le responde Paul. Yo me sonrojo por sus comentarios.

-Muchas gracias, pero no es para tanto.

-¿Cómo que no? Pero claro que lo es. Es un honor trabajar con usted. -Giselle hace una reverencia hacia mi y yo sonrío como tonta.

-El honor es mío. -le devuelvo la reverencia y ambas reímos siendo luego acompañadas por Paul.

Tengo el presentimiento de que hoy será un día genial.

En el momento justo en que entro al consultorio choco con el aire frío de la consola, es para estabilizar los medicamentos, deben estar a una temperatura específica y más en esta temporada de calor. Dicen que hoy en la tarde y noche pueden haber fuertes vientos pero esta oleada de calor no la quita ni Dios.

-¡Ah! Que bien se siente este fresco en el rostro. Allí afuera hace demasiado calor. - menciona Giselle.

-Sí, muy cierto. -respondo.

-Giselle, pero debes admitir que tú también eres muy calurosa. -hace mención Paul de un dato que no sabía y ahora llevaré conmigo.

-Si pero ahí fuera hace más calor que en el mismísimo infierno. -responde Giselle.

-¿Qué sabrás tú? ¿Has estado ahí?

-¡Qué va! Ni quisiera.

Tomamos todos asiento. Paul y Giselle en sus buroes correspondientes y yo en el asiento del paciente frente a Giselle a pesar de no ser uno.

Dejo salir una pequeña risa para mi porque estas escenas me hacen muy feliz, jamás podría haber vivido esto y estar hoy donde estoy de no ser por los esfuerzos de mi madre por ayudarme en mi carrera.

Paul y Giselle se la pasan discutiendo todo el tiempo.

El transcurso de la mañana pasa agradablemente gracias a ellos dos, algo que agradezco porque sino esto sería muy incomodo, pero también hay que admitir que son personas jóvenes por lo que les gusta divertirse más que a otros. Deben tener al rededor de 21 años de edad o más, como yo.

Cuando comienzan a llegar pacientes me retiro hacia la enfermería y dejo a Paul y Geselle hacer su trabajo.

A la llegada de la noche cesa mi turno y emprendo camino hacia mi casa para celebrar el cumpleaños de mi madre. No sin antes pasar a comprar el cockake y los refrescos con la paga adelantada de mi salario.

Tú me diste la vida: Por Segunda VezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora